lunes, 19 de julio de 2010
BARRANCABERMEJA: IN MEMORIAN A JOSÉ GARIBALDI FUENTES
De los Juglares y los Trovadores
Por. Arturo Moncada Rodríguez
Surgidos en la edad oscura, en el medioevo, tanto los juglares y trovadores hicieron de sus palabras y su música la extensión de los sentimientos de las gentes; fuesen de origen humilde (juglares), o cortesano (trovadores), en sus composiciones rindieron homenaje a la vida en su conjunto. Bien sea con los cantos al amor, más propio del lirismo galante de los enamorados caballeros o del sentir popular, de las angustias, miedos, alegrías y deseos del humilde. Su poesía y sus melodías forman parte del patrimonio y el acervo cultural universal.
En nuestro medio, sin cortesanos, pero si con muchísimos humildes, los dos términos fueron combinados en la misma figura, de ahí que se hable de trovadores y juglares indistintamente, tanto en la región andina como en la costa atlántica, para designar con el término a todos aquellos que eran y son “creadores de poesía y música” y que eran o son aceptados, reconocidos y conservados por la memoria de las gentes.
Crescencio Salcedo, José Barros, Jorge Villamil o Rafael Escalona y muchos más, entraron, están y permanecerán en la memoria del pueblo colombiano gracias a sus composiciones y son parte del acervo y del patrimonio cultural patrio, indistintamente de cuál fuese su origen social.
Que en vida todos estos hayan sido reconocidos por las gentes y las instituciones que representan al Estado, eso es otro cantar. Colombia se avergüenza aún por el triste final del Maestro Crescencio Salcedo y recientemente nos sorprenden con las dificultades de Wilson Choperena; sin embargo las gentes recuerdan Mi Cafetal, La Múcura, La Pollera Colorá y otras melodías más surgidas del sentimiento popular.
De otra parte, en Barrancabermeja ¿Quién o qué entidad ha reconocido la labor pedagógica y musical del maestro Alfonso Altahona Villalobos, director y arreglista de la primera Banda Musical de la ciudad en los años 30? O la del maestro Pedro Salcedo, cuya orquesta, en el hoy olvidado “Estadero Hawái, fue la que interpretó” por primera vez la canción colombiana más universal que tenemos?
Retomando a los “trovadores y juglares” sería imperdonable no acercarnos a la vida y obra del Maestro José Garibaldi Fuentes, (Marzo 9 de1925- Mayo 30 de 2010), quién durante gran parte de su vida practicó la convicción más complicada e ingrata que existe: expresar lo que se siente.
Unir el talento natural a la vida misma, para que mediante la poesía y el canto trascienda de lo personal a lo público no es tarea fácil. Diré mejor que es osado. Es atrevido el mostrarse públicamente sin reservas… sin armaduras. Es un acto de indefesión voluntaria, de inmensa humildad y grandeza humana. Porque, quién compone, escribe o se sienta a crear algo, sabe que al hacerlo desnuda parte de su alma y de su espíritu ante los demás. Que sea afortunado o no en ese ejercicio, eso es otra historia.
Poseer un alma enamorada es un privilegio que a pocos les es dado. Pero mantener el amor a pesar de todas las vicisitudes y de las pequeñas o grandes tragedias que vemos, o alcanzamos a percibir es tanto como un milagro. Es un acto de fe, un hecho tanto o más arriesgado y valeroso como el vivir acorde a nuestras convicciones y principios.
A través de la palabra, de la obra –así sea inspirada en alguien en particular- al entregarla, al hacerla pública, ella, trasciende el motivo inicial. Supera el homenaje a lo particular y se convierte en un acto de amor, ya que a través de ella se celebra la vida.
De la tristeza y el dolor surgieron composiciones como: “Me dejaste solo” magistralmente interpretada por Lisandro Meza. Del amor, entre otras, “Muñequita Ibaguereña” cantada por Alfredo Gutiérrez; de lo social y el momento político “Los piratas del aire” popularizada por Gustavo “Loco” Quintero con los Hispanos(1). Un rápido inventario de su obra dirá que son más de 600 melodías las que su espíritu y talento forjaron.
Fueron décadas celebrando el hecho de vivir. Sea en la penuria, el desencanto, la tristeza, o la amargura, se vive y se aprende a ser mejor. Es ahí, en ese deseo confeso (expresado días antes de su partida) de querer seguir haciendo –léase creando, léase celebrando, léase cantando- así se tenga conciencia y la certeza que es poco el tiempo que aún nos queda, en donde se refleja la nobleza y sencillez de un espíritu.
Me fue dado el terrible e inmenso honor, el cual considero un privilegio, de poder entrar a su mundo en las conversaciones que hicieron posible este pequeño texto. Pude sentir, apreciar y recrear en toda su magnitud, durante esas horas de conversación, lo que es un alma libre, en paz consigo misma y deseosa de continuar entregando lo mejor de sí a quién quiera aceptarlo.
Admiro su alma libertaria, su solidaridad ante la tragedia ajena, su indignación y repulsa ante la injusticia, el compartir y su capacidad inmensa de dar, de amar, que a buen cristiano es el mandamiento supremo: amar al otro como a sí mismo.
Quedamos en deuda, como comunidad, como ciudad, como nación con un “trovador y juglar” por lo que nos dio, por lo que él deja en nuestra memoria colectiva y sobre todo, por nuestra responsabilidad ante las nuevas generaciones de conservar, preservar y difundir su inmenso legado como persona, músico y poeta.
(1) Primer secuestro aéreo hacia Cuba. (HK-757 de Aerocondor) El 6 de agosto de 1967.
Foto: Archivo de la familia Fuentes Díaz
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario