lunes, 7 de diciembre de 2015

EN COLOMBIA, 152 PERIODISTA ASESINADOS ENTRE 1977-2015



Lanzamiento del Libro “La Palabra y El Silencio"
Por Victor Hugo

Mientras la semana que acaba de culminar los medios comerciales de información registraban como la actualidad de los colombianos el estado de salud del Vicepresidente de la República, Germán Vargas Lleras; la muerte de la ex Miss Universo Luz Marina Zuluaga, el caso del asesino en serie de Bogotá identificado como “El monstruo de Monserrate” y por supuesto su acostumbrado ataque al gobierno venezolano y su abierto apoyo a la derecha del país vecino; sin embargo, la gran prensa no se ocupó del lanzamiento del libro “La Palabra y El Silencio”.

No es extraño, aunque el paradójico hecho refleja, una vez más, como los medios comerciales de información construyen la noción de realidad y de actualidad, de un país que le teme a la memoria y de unos medios cuyo único objetivo misional es el espectáculo del rating, es decir, la mediación social que asumen es a través de sus cuentas bancarias, preferiblemente en dólares; además, los mass media solo se han ocupado de cristalizar la conciencia de una nación, cada vez más enajenada a los intereses de las transnacionales y en manos de las mafias de los paramilitares, donde la corrupción se constituye en el “juego limpio” de la clase política colombiana.

En efecto, en la actualidad los medios privados de información se disputan su audiencia con sus narconovelas y las historias de lo que para ello son los héroes de Colombia, como Pablo Escobar, Los Hermanos Castaño, Lady Tabares y Diomedes Díaz, entre otros ejemplos dignos de imitar por quienes no tienen otra opción sino atarse al televisor todas las noches de sus vidas, como son los amplios sectores populares. De esta forma, la llamada industria del entretenimiento decidió darle la voz a los perpetradores e invisibilizar a las víctimas, como estrategia de guerra blanda [1]; de esta forma, buscan asegurar control de amplias regiones del país, así como reinstalar el miedo y sus discursos.

Así mismo, ocurrió esta semana, cuando los medios decidieron negarnos la posibilidad de la memoria al país sobre la realidad que han vivido los periodistas dentro del conflicto armado interno; tal vez por eso invisibilizaron el lanzamiento del libro.

¿Por qué el silencio? Claro, no se trataba de referirse a la vida y obra de las rutilantes estrellas de aristocracia colombiana. Al contrario, lo que se buscaba era de abordar la realidad de los otros, los periodistas que se encuentran inmersos en las regiones del país; muchos de ellos reporteros locales, trabajadores de la prensa independientes, sin el linaje ni los abolengos de algunos glamurosos apellidos que deambulan en las pasarelas de los medios privados de información.

El Evento

El pasado jueves 3 de diciembre en las instalaciones de la Biblioteca Luis Ángel Arango de Bogotá, el Centro Nacional de Memoria Histórica y la Fundación para la Libertad de Prensa, Flip, con el apoyo del Movimiento Sueco por la Reconciliación, SweFOR, llevaron a cabo el lanzamiento del “La Palabra y El Silencio, La violencia contra los periodistas en Colombia (1977-2015)”.

En el acto de Lanzamiento de la investigación, el Director del Centro Nacional de Memoria Histórica, Gonzalo Sánchez, señaló: “Hemos entendido el valor que la palabra tiene en las incansables búsquedas de las víctimas[…] a través de la palabra le cambian el sentido a su condición de víctimas”. Igualmente, precisó: “La palabra de los testigos […] los que construyen relatos, historia y conocimiento, la de los periodista y los académicos”.

En su intervención Sánchez reconoció que ...“los periodistas son mediadores y no es depositario de la verdad, pero tiene una inmensa responsabilidad frente a ella, al como contar y como descifrar la palabra de los otros y las otras […] la palabra del periodista se despliega en los escenarios de la memoria. En este sentido, la narración del periodista, igual que la de los académicos, no es pasiva o neutra, produce conocimiento e interpretación de múltiples realidades y también trasluce preferencias”.

El Director del Centro de Memoria, recalcó, al referirse a la labor del periodista ante a la historia reciente de Colombia en medio del conflicto armado: “La palabra se convierte en grito contra la violencia... Ser palabra para nombrar la devastación que ha dejado la guerra... Este libro que presentamos hoy aquí se trata no de la potencia de la palabra sino de la palabra silenciada. Aquí nos ensordecen las voces de los sonidos de la palabras silenciadas por la violencias“.

Por su parte el Director de la Fundación para la Libertad de Prensa, Flip, Pedro Vacca, reconoció en valor de la investigación y el aporte que esta hace sobre las realidades que viven los periodistas del país.

De otro lado, el relator del Equipo de Investigación, German Rey, presentó las ideas centrales del libro “La Palabra y El Silencio”, y precisó que la violencia desatada contra los 152 periodistas asesinados en Colombia durante el periodo 1977-2015, la mayoría de los casos corresponden a comunicadores sociales que trabajan en las regiones y se desempeñaban como reporteros independientes o pertenecían a medios locales, muchos de ellos pequeños y se encontraban totalmente desprotegidos.

En este punto, vale la pesa resaltar como la mayoría de los casos hoy siguen en la impunidad y es que se trataba de silenciar a quienes denunciaban hechos de corrupción o los robos en la que sus implicados eran funcionarios públicos; además, de la cooptación de los dineros públicos por parte de actores armados ilegales, así como sus investigaciones al rededor de obras inconclusas por parte de los entes territoriales u otras entidades del Estado, la violaciones de los derechos humanos y las mafias del narcoparamilitarismo.

De otra parte, mientras bajaron los índice de asesinatos a los periodistas se incrementaron otras modalidades, como los señalamientos de los altos funcionarios del Estado, como lo hizo Álvaro Uribe Vélez contra Holman Morris y Daniel Caronel, por recordar los más publicitados; aunque el macartismos fue y sigue siendo practicado en diferentes regiones del país; además, se presentan casos de autocensura de los medios, desplazamiento forzados y exilio de los comunicadores colombianos, que también es una forma de asesinar la palabra, crear rupturas en las regiones comunicativas e impedir que los trabajadores de la prensa cumplan con su función de informar.

Nota

[1] Los medios privados de información con sus narconovelas, noticieros y otras series, vuelven a poner de manifiesto y en primer plano el poder que tienen los perpetradores de propiciar dolor, su discurso ético y estético [porque los perpetradores, es decir, los mass media, también son responsables de la violencia del país– ellos alteran la función mediadora de la palabra para ocultar, tergiversar y confundir]. De esta manera, el dispositivo busca activar los fantasmas para que no le permitan a las víctimas reconvertir el gesto del silencio en capacidad de enunciación, porque palabra nos libera de sus miedos. Así se mantiene la ruptura del tejido social, lo que no permite la dinámica de los movimientos sociales.

Fotografías: ©Artistas Zona, Diciembre de 2015.

1. (De Izq. a Der.) Conservatorio con Carlos Mario Correa, Excorresponsal de El Espectador y autor del libro “Las Llaves del Periódico”; Alvaro Sierra, Editor jefe de la Revista Semana y profesor en temas de medios, paz y conflicto; Nora Sanín, Subdirectora Ejecutiva de Andiarios; Rodrigo Callejas, Director del Periódico Región y Miembro del Comité Nacional de Impulso de Periodistas Víctimas, y el profesor Germán Rey.

2. Intervención del Relator del libro “La Palabra y El Silencio”, Germán Rey.

3. Infografía de la Realidad de los Periodistas en Colombia. ©Centro Nacional de Memoria Histórica.

Descargar “La Palabra y El Silencio.

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