sábado, 6 de febrero de 2010
LA IN-DEPENDENCIA
En la provocación de la mirada
Por. Victor Hugo
La obra In-Dependencia participó en el III Salón BAT de Arte Popular, que se inauguró el pasado 3 de febrero en la Biblioteca Luis Ángel Arango de Bogotá, fue pre-seleccionada entre las 1644 propuestas artísticas que se presentaron a la convocatoria de todo el país. Posteriormente, es seleccionada, junto con 104 más, para ser parte del evento expositivo, que tiene como tema el Bicentenario de la Independencia.
Los jurados del Salón fueron María Paz Jaramillo, Elvira Cuervo de Jaramillo, Gloria Triana, Fernando Toledo y Eduardo Serrano, quienes le entregaron una mención de honor a la propuesta santandereana.
La obra se encuentra ubicada a la entrada de la sala de exposiciones de la Biblioteca Luis Ángel Arango; además, hay que señalar que el evento expositivo realizará una itinerancia hasta el 2012 por todo el país.
In-Dependencia, es una obra que propone una resignificación del hecho histórico frente a la realidad que hoy vive el país. De tal manera, que el proceso se inició con una práctica artística que se realizó el 20 de julio del 2009 en Bucaramanga, y en la que se escenificó a partir de un cartel: Lloran a Llorente, una acción que registré y de la que finalmente seleccione las cuatro fotografías que hoy se encuentran exhibidas en el III Salón BAT.(La propuesta conceptual de la obra se encuentra en: http://artistaszonaoriente.blogspot.com/2009/07/lloran-lorente.html)
En las horas previas al evento de inauguración y premiación realice un seguimiento de la obra frente a sus espectadores.
Fotos: III Salón BAT de Arte Popular. Obra La In-Dependencia. Fotografía. Políptico 5,20x1,80 ms. Hugsh, 2009-2010.
Biblioteca Luis Ángel Arango de Bogotá, Calle 11 No. 4-14 B. La Candelaria. Entrada libre.
Felicitaciones Victor, bien ubicado el trabajo!. La Biblioteca Luis Angel tiene toda una crónica virtual del florero que es muy interesante con otro santanderano como protagonista: Jose Acevedo y Gomez, el "tribuno" del pueblo.
ResponderEliminarAberto Borja
¿Lloran a Llorente, una acción que registré?
ResponderEliminarLa propuesta conceptual de la obra se encuentra en...¿ ?
ResponderEliminarEntre la lógica y el método I:
ResponderEliminarPara aprender a pensar
Sir Ernest Rutherford, presidente de la Sociedad Real Británica y Premio Nobel de Química en 1908, contaba la siguiente anécdota
Hace algún tiempo, recibí la llamada de un colega. Estaba a punto de poner un cero a un estudiante por la respuesta que había dado en un problema de física, pese a que este afirmaba con rotundidad que su respuesta era absolutamente acertada. Profesores y estudiantes acordaron pedir arbitraje de alguien imparcial y fui elegido yo.
Leí la pregunta del examen y decía: Demuestre cómo es posible determinar la altura de un edificio con la ayuda de un barómetro.
El estudiante había respondido: lleva el barómetro a la azotea del edificio y átale una cuerda muy larga. Descuélgalo hasta la base del edificio, marca y mide. La longitud de la cuerda es igual a la longitud del edificio.
Realmente, el estudiante había planteado un serio problema con la resolución del ejercicio, porque había respondido a la pregunta correcta y completamente.
Por otro lado, si se le concedía la máxima puntuación, podría alterar el promedio de su ano de estudios, obtener una nota más alta y así certificar su alto nivel en física; pero la respuesta no confirmaba que el estudiante tuviera ese nivel.
Sugerí que se le diera al alumno otra oportunidad. Le concedí seis minutos para que me respondiera la misma pregunta pero esta vez con la advertencia de que en la respuesta debía demostrar sus conocimientos de física.
Habían pasado cinco minutos y el estudiante no había escrito nada. Le pregunte si deseaba marcharse, pero me contesto que tenía muchas respuestas al problema. Su dificultad era elegir la mejor de todas. Me excuse por interrumpirle y le rogué que continuara.
En el minuto que le quedaba escribió la siguiente respuesta: coge el barómetro y lánzalo al suelo desde la azotea del edificio, calcula el tiempo de caída con un cronometro. Después se aplica la formula altura = 0,5 por A por T2. Y así obtenemos la altura del edificio. En este punto le pregunte a mi colega si el estudiante se podía retirar. Le dio la nota más alta.
Tras abandonar el despacho, me reencontré con el estudiante y le pedí que me contara sus otras respuestas a la pregunta. Bueno, respondió, hay muchas maneras, por ejemplo, coges el barómetro en un día soleado y mides la altura del barómetro y la longitud de su sombra. Si medimos a continuación la longitud de la sombra del edificio y aplicamos una simple proporción, obtendremos también la altura del edificio.
Entre la lógica y el método II -Continuación:
ResponderEliminarPara aprender a pensar
-¿Perfecto, le dije, y de otra manera? Si, contesto, este es un procedimiento muy básico: para medir un edificio, pero también sirve. En este método, coges el barómetro y te sitúas en las escaleras del edificio en la planta baja. Según subes las escaleras, vas marcando la altura del barómetro y cuentas el número de marcas hasta la azotea. Multiplicas al final la altura del barómetro por el número de marcas que has hecho y ya tienes la altura. Este es un método muy directo.
Por supuesto, si lo que quiere es un procedimiento mas sofisticado, puede atar el barómetro a una cuerda y moverlo como si fuera un péndulo. Si calculamos que cuando el barómetro esta a la altura de la azotea la gravedad es cero y si tenemos en cuenta la medida de la aceleración de la gravedad al descender el barómetro en trayectoria circular al pasar por la perpendicular del edificio, de la diferencia de estos valores, y aplicando una sencilla formula trigonométrica, podríamos calcular, sin duda, la altura del edificio.
En este mismo estilo de sistema, atas el barómetro a una cuerda y lo descuelgas desde la azotea a la calle. Usándolo como un péndulo puedes calcular la altura midiendo su periodo de precesión. En fin, concluyo, existen otras muchas maneras. Probablemente, la mejor sea coger el barómetro y golpear con el la puerta de la casa del conserje. Cuando abra, decirle: señor conserje, aquí tengo un bonito barómetro. Si usted me dice la altura de este edificio, se lo regalo. En este momento de la conversación, le pregunte si no conocía la respuesta convencional al problema (la diferencia de presión marcada por un barómetro en dos lugares diferentes nos proporciona la diferencia de altura entre ambos lugares) evidentemente, dijo que la conocía, pero que durante sus estudios, sus profesores habían intentado enseñarle a pensar.
El estudiante se llamaba Niels Bohr, físico danés, premio Nóbel de Física en 1922, mas conocido por ser el primero en proponer el modelo de átomo con protones y neutrones y los electrones que lo rodeaban. Fue fundamentalmente un innovador de la teoría cuántica. Al margen del personaje, lo divertido y curioso de la anécdota, lo esencial de esta historia es que LE HABÍAN ENSEÑADO A PENSAR.
Esperamos que les haya gustado. Por cierto, para los escépticos, esta historia es absolutamente verídica.
Entre la lógica y el método I:
ResponderEliminarPara aprender a pensar
Entre la lógica y el método II -Continuación:
Para aprender a pensar
APLICAN PARA LAS BECAS BICENTENARIO EN EL AREA DE LITERATURA,MODALIDAD: Cuento corto
Muchas gracias por la sugerencia... Pero decidí no participar...
ResponderEliminarcomo es posible que tanta verborrea sirva para medir un edificio este señor debería incluso servir a un tipejo como Uribe como ministro de comunicaciones, es decir tiene las cualidades de una chimiultrufia que cuando quiere decir algo esta diciendo otra. Victor ya que las obras sirven para la autoadulacion y para desconocer otros procesos motores de tu gran obra lo menos que ouedes hacer es en esta oficialidad de la independencia es proclamarte como el crussoe del arte santandereano, que falta de honestidad y manejo bajo de tus virtudes de ministro de comunicacioes.
ResponderEliminarAnonimo
Señor Walter…
ResponderEliminarLe agradezco su valioso punto de vista. Que, aunque por obvias razones no comparto, espero que nos sirva de punto de reflexión. Sin embargo, sigo pensando que para un buen entendedor pocas, pero muy pocas palabras, dice la sabiduría popular.
Por otro lado, frente a sus ataques personales, déjeme decirle que aunque no me sorprenden, bajo sería responder a su infinito cúmulos de espejos en el que se reflejan sus palabras.
Quizás, como el reflejo de mis irrisorias y exiguas palabras, como lo califica e ilustra su apreciación personal, a pesar de ello, he de confesarme que yo también tengo mis propias frustraciones, aunque anodinas para algunos, siempre se hacen presente, sin que necesariamente tenga que declarar y decretar con mis opiniones la negación del otro, como siempre ha ocurrido en la historia de nuestro país, que ha estado llena de masacres, falsos positivos y, ahora, ejecuciones verbales. En esas no me gustaría volver a caer ni en el simple y viejo discurso de la izquierda, con el que se disputaban el poder en los sindicatos, las JAC, las negociaciones y las diferentes organizaciones sociales, porque cada uno pretendía tener la verdad revelada, de ese otro dios a la que siempre le surgía su propio rebaño.
En otro aspecto, tengo que manifestarle sinceramente, por lo menos en lo que a mí respecta, los enriquecedores personajes del inmortal Chespirito, aún me hacen reír desde esa construcción del melodrama que se destruye así misma al cristalizar la sintaxis de su lógica.
Sr. Walter, si me permite, creo que se escribe Crusoe, si es que estamos hablando de la novela de Daniel Defoe, publicada en 1719. Fíjese que esta novela no es tanto de ficción, porque resulta que es una autobiografía de dos náufragos (Pedro Serrano y Alexander Selkirk), que pasaron alrededor de 28 años en una isla desierta cerca a la desembocadura del delta del río Orinoco y, que posteriormente, fueron liberados por piratas. Creo que este no es el caso, aunque tengo mi propia isla, navego por mis ríos y ficciones. Al mismo tiempo, creo que nadie tenga que autoproclamarse, simplemente ser y esta es una elección estrictamente personal.
Pero, a esta altura aprovecho la oportunidad para referirme a las frustraciones, como las que ha sufrido una nación, que hoy celebra impasible y enajenado la fiesta del Bicentenario; aunque la realidad sea otra, como si frente a las comunidades ancestrales, las verdaderas dueñas de estos territorios no hubieran sido condenas a 718 años de persecución, destierro y muerte. Y, ahora resulta que los Estados decretan este juego de su In-Dependencia, a costa de la prisión que siguen significando sus resguardos a quienes se paseaban libres sobre estas tierras antes que los europeos le impusieran sus dioses y su este lenguaje a punta de sus espadas y la tortura frente a la simbología católica.
Este hecho se repite hasta nuestros días, porque esta es una democracia que se nos ha impuesto a punta de una Constitución totalmente destruida, una Ley de la Cultura, que trata a la hora de las elecciones de los Consejo Municipales, con el mismo clientelismo de quienes se hacen reelegir en las corporaciones públicas; este Estado lleno de ejecuciones extrajudiciales -falsos positivos- y señalamientos que intentan la muerte social del otro, única y exclusivamente porque se atreve a pensar y tener una cosmovisión distinta, de los que hoy se encuentran y gozan de algún tipo de poder o han construido sus feudos desde donde se intentan imponer como los genios locales. Así como lo hace en la actualidad el neocolonialismo español y al imperialismo del S. XXI, al que seguimos expuestos y esclavizados. Entones: ¿Qué celebramos? De ahí que, yo no celebro simplemente me expreso desde la fotografía.
Sr. Walter...
ResponderEliminarAdemás, frustraciones como las que tiene nuestra nación a la que nunca la ha dicho la verdad, a la que se le niega la posibilidad de opinar libremente sino de vivir en medio de una falsa construcción de realidad que pasa única y exclusivamente por los medios de información, hoy en manos de españoles quienes terminaran por devorarse a la prensa regional; mientras, que cargamos esta incertidumbre de expresarnos, por el miedo que nos producen las instituciones -a su institucionalidad-, el macartismo y los refinados mecanismos de exclusión que se ejercen de muchos sectores de la sociedad, para condenar al plebeyo que se atreva a hablar libremente. Y, más aún, en medio del arribismo manifiesto que traspira la sociedad bumanguesa.
Frustraciones, como la de no haber aprendido a escribir de manera más simple y directa, la de no tener discusiones sin que ellas se tornen en soliloquios que no nos impidan crear en la diversidad, sino que son el terreno de lo estéril, tal vez de nuestra propia incapacidad como sociedad para hilar realidades sin construir espejismos ni caer en las trampas del lenguaje y el poder.
Frustraciones como la de no tener el tiempo y los recursos necesarios para investigar, informarme y crear, de no conocer a fondo algunas nuevas tecnologías, la de no saber despejar más haya de una simple formula, porque la física si que es una verdadera pasión con la que aprendo a observar el mundo y que me permite describirlo, así sea con el escasísimo lenguaje que tengo. Pero, también, la de no encontrar otras posibilidades desde la estética a las propuestas visuales que estoy trabajando, con el propósito de no repetirme, como lo propone Barthes. A pesar de ello y de mis múltiples frustraciones más y las escaseces, me expreso y me expongo, sin que nadie escriba ni piense ni opine por mí. Por eso, disfruto aprehender de cualquier palabra por escasa que ella sea.
Pero, no importa, usted como yo tenemos derecho a expresarnos y cada uno desde las posibilidades de su lógica, su cosmovisión y con su particular lenguaje.
Con respeto y gratitud
Victor Hugo