lunes, 20 de septiembre de 2010

SANTA MARTA, COMO ESTA TARDE




En tres momentos
Por. Victor Hugo

Esta tarde, tenía los ingredientes de las ausencia y la conjunción otoñal del desespero de quienes corrían lenta o aparatosamente para resguardarse de la lluvia y de estas calles espesamente inundadas, con las que se paraliza completamente la capital del Magdalena. La misma ciudad, que en sus últimos años brilló en el país por sus escándalos de corrupción en la administración pública y esa alianza macabra que sostuvo parte de su clase política con el paramilitarismo, hecho que aún hoy investiga la Corte Suprema de Justicia.

Las fotografías: monotonía

A pesar de ello, Santa Marta, vibra como toda ciudad portuaria, así sea al caer lentamente su tarde, se enciende la inconmensurable noción de lo infinito que parece no agotarse en el entramado de la sintaxis visual de sus significaciones culturales ni de la propia morfología pictórica del puerto construido ni en la evolución histórica de la representación de su bahía, quizás como en estas fotografías que desestiman la semántica de sus propios colores atrapados por la tormenta que parece avecinarse en medio de lo monotonal que le imprime cierto carácter neutro como insolubilidad de la infinitud.

En la noche: cotidianidad monotonal

Esta ciudad que no se estaciona como su puerto encallado sino que se inmoviliza en la noche con "Chepe Fortuna" y no es porque RCN, después de sus estudios de rating se diera cuenta que había que mantener su audiencia en el caribe colombiano y decidiera finalmente armar una novela a la altura de sus propias necesidades. No, quien dijo. Lo cierto es que la graba en Santa Marta.

El dramatizado es lo que habría de esperarse: el patetismo de siempre, que no usa otra cosa que el invariable arquetipo con precario argumento, que se transpira en la pobreza de su guión y un humor prestado de cualquier serie de escasa de imaginación de un proxeneta visual, que refleja el esotismo de un pésimo calco que pretende imitar una fracasada postura kitsch y crear en el imaginario del interior del país las asimetrías que refuerzan los mass media al ridiculizar el caribe, presentándolo con el escandaloso ruido que se estrella con el contemplativamente plácido y glamuroso paisaje andino, que siempre parece estar aletargadamente silencioso y obediente.

Que lastima que con tan poco se enajene a los colombianos, porque es en el mar de la televisión donde naufragan los sueños: unos pocos ganan, mientras que la mayoría seguirá sintiéndose orgullosa de ser los esclavos que somos, absortos por el hoyo negro de nuestro espíritu monotonal.

Fotos: Hugsh, 2010©: Monotonales

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