miércoles, 1 de diciembre de 2010

PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO, BARRANCABERMEJA



Los Viejos Marineros (1)
Por. Arturo Moncada Rodríguez, Investigador.
«…Fueron tendidos todos los cables de acero, los cabezales de madera sujetando el barco al muelle definitivamente, como si no estuviera preso allí con raíces tan profundas, como si las anclas, las cadenas, las amarras, no lo aseguraran de sobra contra las peores tempestades y los más brutales tifones.

Tempestades y tifones no previstos por ningún servicio meteorológico, ni por el ojo experto de los más viejos marineros. La previsión era tiempo hermoso y tranquilo, con brisa fresca (…) Era el hazmerreir de todos; la risa se extendía por los muelles, llegaba a la ciudad. La gente llegaba a la carrera a contemplar al barco amarrado al muelle de Belem como si hubiera llegado el día del Juicio Final y el mundo fuera a acabarse entre tifones y tempestades» (1) Jorge Amado(1912/2001)
"La completa verdad sobre las discutidas aventuras del Comandante Vasco Moscoso de Aragón, Capitán de Altura", es a mi humilde entender, una de las metáforas más bellas de la literatura latinoamericana. Como desapasionado lector la tengo presente cada vez que recorro mis calles y me siento observado desde lo vivido, desde años de silencio, por aquellos que hace tiempo están sometidos al escarnio público, o a la maledicencia de la ciudad y sus habitantes, y otros (los menos) lucen renovados gracias al aprecio y respeto que alguien les concede.

Nos miran desde su pasado, que es el de la ciudad. Los vemos casi a diario y no los notamos, pero están ahí, testigos de históricas jornadas, de avatares populares, de la fe de mis conciudadanos, de sus letargos, sus amarguras y sobre todo: de sus amores y desamores.

A finales de los años 20 del siglo pasado el antiguo hospital San Rafael fue testigo de la inusual, y temo que única en el país, protesta de “esas”, las de la “vida”, como llaman despectivamente las otras a las desventuradas condenadas por las condiciones sociales a ejercer una de las profesiones más deplorables y denigrantes pero antigua de la historia humana.

Otros, conservan la imagen y hasta recuerdan apartes de los largos y entusiastas alegatos de noveles abogados en la Sala de los Tribunales que funcionaran durante más de dos décadas en ese mismo sitio. Algunos, más afortunados, recibieron un machete y un brazalete rojo, que los identificaba como “guardias cívicos” durante la Revolucionaria Semana de abril de 1948 en el hoy clausurado Almacén Americano. Hay quienes hoy muestran nostálgicos su partida de nacimiento o de matrimonio de la Iglesia de San Luis Beltrán, o tararean aún las melodías aprendidas en el Centro Juvenil creado por la Tropical Oil Company, único en su género en el país de 1940.

Son los hijos reconocidos de extraordinarios arquitectos que pasaron y dejaron su huella entre nosotros, como el español Hernán Tejero de La Torre, un republicano que se resistió a convivir con la dictadura franquista y se hizo cargo de la construcción del Hotel Pipatón, la Casa de Mercado Central y aportó su consejo en la construcción de la antigua Catedral del Sagrado Corazón. O Remberto Franco, quién dejará su huella en la construcción del barrio El Rosario y Yariguíes, (entre otros); unas joyas del diseño de la invisibilizada arquitectura industrial local; como ellos, muchos otros, que sin pergaminos construyeron un sitio para sí mismos y para la ciudad. Solo citaré el tradicional Salón Kresto, la Boquilla, el Teatro Libertador entre tantos.

¿Qué hacer con ellos? Con los que nos miran como los viejos marineros esperando a que pasen las tormentas? Derribarlos es una opinión casi general para quién o quienes apenas conocen la ciudad y menos su historia. Otra opción, la que provoca el hazmerreir local, es el conservarlos.

Sobre ellos penden animadversiones y equívocos. El mayor de ellos es el creer o considerar, que la declaratoria de estos inmuebles como “Bienes de Interés Cultural” (Ley 1185 de 2008) trae consigo la compra de los beneficiados por el fisco municipal u otra clase de compromisos. Idea errónea y carente de piso legal, puesto que tal declaratoria reconoce la propiedad privada del inmueble y él, como su propietario, tan sólo se benefician por un tratamiento fiscal especial (aprobado por el Concejo Municipal) tendiente a garantizar su sostenimiento y conservación por parte del dueño.

Cuando los miro, los veo en sus mejores momentos. Bajo el rostro y me avergüenzo (con pena ajena) de su presente. Imagino sus días de gloria. El instante en que nuestros ancestros se maravillaron con ellos. Queda, al igual que el Comandante Vasco Moscoso de Aragón, asegurar todos los cables, todas las cadenas, todas las anclas, todos los strings y esperar insólitas tormentas.

Elevo desde aquí mi reconocimiento y felicitaciones al Ing. Oscar Castilla Alarcón y a todos aquellos (propietarios y empleados) por obtener para la ciudad el reconocimiento como “Bien de Interés Cultural Departamental” para ese bello viejo marinero, como lo es el Hotel Pipatón. De ahí a ser Patrimonio Nacional, por fortuna poco trecho queda. Gracias por querer, respetar y amar a esta ciudad, sus gentes y su pasado. Y para los curiosos, que no quieren, o no pueden leer a Don Jorge Amado:

«Los vientos del nordeste (…) se ocuparon del barco ingles y del navío del Lloyd Brasilero, arrancándolos de sus amarras insuficientes, batiéndolos entre sí con rumor de cascos rotos. (…) el terral nacionalista apasionado se entretuvo destrozando el carguero ingles (…) Los muelles de Fort de Para eran un montón de escombros. Pero impávido, en medio de tanta destrucción, el Ita erguía su proa altiva, salvado por su comandante. (…) El único entre todos los viejos marineros capaz de prever la tempestad y defender contra ella su navío». (2)
Notas
(1) Jorge Amado Los Viejos Marineros. Obras maestras del Siglo XX. Oveja Negra-Seix Barral. Impreso por Bedut. Colombia, 1984. Pág. 290.

(2) Idem Págs. 295 – 296.

Fotos: Arturo Moncada, 2010©
1. Edificio Almacén El Barato, esquina de la Avenida Santander con Carrera 6, Barrancabermeja.
2. Barbería, Avenida Santander con 4o., Barrancabermeja.

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