jueves, 29 de septiembre de 2011

EN EL DIFÍCIL, PATRIMONIO INMATERIAL



En la Sala de Faustino
Por. Victor Hugo

“Cuando realice mi primera peluqueada, no sabía hacerlo y trasquile a mi cliente, pero él nunca lo supo”, recuerda Faustino Rafael Leones Ledesma después de ejercer durante 41 años, un oficio que aprendió sin que nadie le enseñará.

La peluquería de Faustino, no es sólo un lugar cosmético sino fue el primer periódico mural que existió y sala de exposiciones del Municipio, por la que han pasado alguna vez en su vida los hombres de El Difícil, en busca de la tertulia, sus historias y la huella del tiempo.

De tal manera, que es la única peluquería del país en la que sus paredes son un espacio de exhibición permanente de las fotografías que dan cuenta de los hechos más importantes del Municipio: “el encuentro de historias y amigos”, con una curaduría colectiva ejercida por los ariguanenses.

De ahí que, si algún “dificilero” quiere publicar, divulgar o exhibir su evento no es más que le pida a Faustino que coloque la fotografía en las paredes de madera de su peluquería y asegura de esta forma su amplia difusión, porque si aún existe fidelidad en El Difícil, sólo la tiene Leones de su clientela; de hecho cualquier galería o museo del país envidiaría este público permanente que ha logrado construir este espacio expositivo en Ariguaní.

El Peluquero

Fue un 15 de septiembre de 1970 cuando el joven Faustino, con sólo 17 años, arribará a Ariguaní, luego que decidiera salir de San Juan de Nepomuceno, Bolívar, para probar suerte, en una tierra forjada por inmigrantes.

“El día que llegue a El Difícil, sólo traía dos mudas de ropa y buscaba a mi hermano que ya estaba radicado en Ariguaní; con el duré unos meses, luego logre independizarme y finalmente establecí aquí, en ese momento aprendí sólo el oficio de la peluquería, aunque ya lo traía en la sangre porque mi padre era peluquero”, recuerda Faustino, como si hablará con la reflexión del sielncio.

“En aquella época había mucha plata por cuenta del tabaco, porque gran parte de estas tierras se dedicaban a su cultivo. Recuerdo un día, que no tenía para comer y me hice al pie de un baño publico que los comerciantes habían construido a la orilla de la "Gran Vía" y a todo el que entraba le pedía para su mantenimiento y en sólo un rato me logre hacer casi $11, lo que para esos días era una enorme cantidad”, señala Leones Ledesma, al timepo que hace una pausa como quien observa, sin que nadie lo advierta, ese otro Ariguaní que carga en sus recurdos y las paredes de su peluquería.

“Hoy sólo tengo amigos y una vida construida en Ariguaní”, donde nadie es extraño en una tierra hecha por inmigrantes que llegaron del interior del país y en la que hoy sus hombres y mujeres sueñan al son de sus montañas en medio de valle del río Ariguaní, en el centro del departamento del Magdalena.

Ariguaní, a pesar de ser un municipio azotado durante más de 20 años por la presencia de los grupos narcoparamilitares, en la actualidad intenta recomponer su tejido social fracturado por la violencia, que dejó un gran número de su población desplazada, cientos de huérfanos, al tiempo, que sus mujeres pretenden defender sus recuerdos, en medio de sus carencias, porque ser ariguanense es un acto de resistencia frente a la barbarie de la guerra, aunque algunos pocos quieran empeñarse en perpetuarla.

Fotografía: Hugsh, 2011©. “La sala de Faustino: Rivelino Mendoza Ballestas”

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