martes, 23 de julio de 2024

EN BARRANCABERMEJA, ENTRE LOS HÉROES DE LA MITOLOGÍA PAISA Y NUEVA ESTÉTICA URBANA



Con la soberbia delirante que produce la victoria, el alcalde de Barrancabermeja, Jonathan Stivel Vásquez Gómez, anunciaba el pasado 11 de julio que, a pesar de "los enemigos del progreso", las "mentiras y la persecución", había salido ileso frente a las acciones judiciales de los ciudadanos Edwin Valderrama Pico y Álvaro Reatiga Rincón. Al mismo tiempo, los señaló sin decirlo de ser parte de las "mafias políticas" por haberse atrevido a demandar su elección por presunta corrupción al sufragante y tráfico de votos. Mientras tanto, en las calles del puerto petrolero se impone la "cultura traqueta (mafiosa)", prueba de ello son los 83 muertos que van del 2024 y las evidencias claras que se manifiestan en su nueva estética urbana. Todo esto hace que sea una ciudad ocupada, humillada y silenciada. 

Hoy, sin ningún pudor por la memoria de los miles de colombianos asesinados a manos de los sicarios, los narcoparamilitares, las bombas y la adicción a las drogas que dejó “el patrón” Pablo Emilio Escobar”, aparece una especie de arco del triunfo de los nostálgicos de los “pujantes” héroes del emprendimiento paisa para imponérselos a la ciudad, en su intento de consolidar un solo imaginario colectivo. 

Estas declaraciones de afecto histórico por la "cultura traqueta" en el puerto petrolero ya no se hacen en los altares privados, sino que usan el espacio público para ideologizarlo simbólicamente y normalizar la muerte como único valor sobre el que emerge esta sociedad en abierta decadencia, donde su clase política nunca ha dado verdaderas respuestas a los diferentes sectores sociales y su negocio ha sido la promesa; por eso, siempre ha estado inmersa en escándalos de corrupción, como lo demuestran los serios líos jurídicos enfrentados por sus alcaldes en los últimos 23 años (Julio César Ardila Torres, Edgard Cote Gravino, Carlos Alberto Contreras López, Elkin Bueno Altahona, Darío Echeverri Serrano y Alfonso Eljach Manrique); quizás este hecho también evidencie la crisis en todos los órdenes que vive el territorio donde no existe ninguna noción de autoridad ni de justicia, porque desde finales de 1980 ha sido paraestatal. 

Y para completar el panorama, este hecho estético que se encuentra ubicado en la esquina de la carrera 24 con calle 58 del barrio Galán, era un sector habitado por los hasta hace escasos 16 años, trabajadores petroleros (Ver imagen) antes de la impuesta burbuja inmobiliaria que golpeó a la ciudad y hoy se ha convertido en una ecléctica zona residencial y bazar comercial, por cuenta de las decisiones administrativas de los sucesivos alcaldes, quienes abandonaron el concepto de lo residencial para crear este esperpento de ciudad, con muy serios problemas urbanísticos que imposibilitan el bienestar y donde la agresión comienza en el espacio público y su desastrosa arquitectura, no se trata de tener edificaciones al estilo de Santiago Calatrava, Zaha Hadid, Carme Pigem o Clara de Solà-Morales ni mucho menos, pero sí algo decente: estéticamente y conceptualmente robusto, para no hablar de lo bioclimáticamente de lo que venía hablando el arquitecto Remberto Franco desde los años 60's, con sus espacios para la vida,

Fotografía de 2013. ©Google Maps

De la única mafia de la que no habla el burgomaestre Vásquez Gómez es la que se manifiesta hoy en las calles, llenas de agresión y violencia debido al avance de los paramilitares. Mientras tanto, los habitantes de la ciudad, debido a los débiles argumentos de la decisión de primera instancia de la Magistrada Francy Pinilla Pedraza del Tribunal Administrativo de Santander, según lo indican algunos expertos en derecho electoral, le hicieron un favor a quien al parecer está vinculado económicamente al Clan Gnecco, como es el secreto a voces mejor ventilado en todos los círculos políticos del puerto petrolero y saben los habitantes de Barrancabermeja desde el inicio de su mandato. 


La cultura traqueta 

Desde finales de 1990 en Colombia se habla de la "cultura traqueta", el fenómeno se reveló ante los colombianos el 30 de abril de 1984, cuando un jovencito de la Comuna Nororiental de Medellín, de tan solo 16 años, Iván Darío Guisado, integrante de la red de "Los Priscos", junto con otro de 18, Byron Velásquez Arenas, asesinaron en Bogotá al exministro de justicia Rodrigo Lara Bonilla por orden del Cartel de Medellín. Esto ocurrió tres años después de que Álvaro Uribe Vélez, como Director de la Aerocivil, expidiera múltiples licencias de operación a las aeronaves al servicio del narcotráfico, según lo concluyeron algunas investigaciones de periodistas independientes y conoce el país. Debido a estos hechos, el gobierno de la época le pidió su renuncia, pero el negocio ya estaba hecho. 

En ese momento el país conoció cómo los jóvenes de Medellín asesinaban por un par de zapatillas deportivas de marca o una moto y dinero en efectivo, no sin antes arrodillarse frente a la "vigencita", para pedir que les fuera bien y pedir la bendición al salir de su casa. Pero mucho tiempo después, el libro "Pablo Escobar, in fraganti. Lo que mi padre nunca me contó", escrito por el hijo del capo Juan Pablo Escobar, confirmaría estas realidades, que narraría con sus imágenes el cineasta antioqueño Víctor Gaviria

La palabra "traqueto" nació en los mismos barrios de Medellín y busca intimidar al otro y darle un puesto en la pirámide delincuencial al sicario; pero como sucede en el encanto de la fantasílandia colombiana donde convirtieron el genocidio de los 6402 jóvenes debido a la política de la Seguridad Democrática de Uribe Vélez en la dulce versión de un falso positivo, terminó por imponerse, popularizado por las narconovelas y los melodramas de los medios corporativos de información en el país.

Bajo este vocablo del bajo mundo del narcotráfico y el paramilitarismo, que corresponde al sonido los disparos de las ametralladoras al matar, se identifica a la subcultura del mafioso. Todo esto, se desató, tras el intenso adiestramiento que recibieron los "paras" de manos de los mercenarios judíos en las fincas del Magdalena Medio, que luego extendieron a las escuelas de sicarios de la capital de Antioquia. Y, claro está, contó y cuenta con la complicidad del sustento ético que expresan las narrativas de los sectores políticos que se sirven del narcotráfico. 

Luego entonces, la "cultura traqueta o mafiosa" define a quienes apelan al dinero fácil venga donde provenga (sino lo tenemos lo conseguimos, le se tiene), la chica plástica, la extravagante opulencia, la exacerbación de la violencia, la amenaza permanente, la maximización del regionalismo paisa y la discriminación, junto con los ritmos del vallenato y los corridos mexicanos, conocidos hoy como "música popular urbana" para que le suene bien a la mediocracia y se venda como producto entre la clase media; además del reguetón. Así la vida es sinónimos ostentación y sus vecinos los distinguen por sus escandalosas parrandas y otros por sus prósperos negocios de microprestamos: "pagadario o gota a gota". 

El politólogo León Valencia, en un artículo publicado en el periódico El Tiempo el 3 de mayo de 2008 con el título "El 'narcdéco', inadvertida revolución cultural", lo describía así, y nada alejado de la realidad que vive la ciudad: “Aquí, en estas tierras ubérrimas, en este desbordado río de la imaginación, ha nacido el narc déco [Refiriéndose al Art Decó]. Hay un eco francés en esta corriente criolla; también acá su influencia trasciende las artes y se afinca con una fuerza en la vida cotidiana. Pasa con fluidez de la literatura, la música y la arquitectura al cuerpo exuberante de las niñas de 15 años; se detiene juguetona en la pintura, avanza hacia la manera de vestir de los señores y descansa, por fin, en las salas de cine. Pero los franceses van a palidecer cuando se den cuenta de que sus ‘años locos’, su belle epoque fue un juego de niños comparado con nuestro estridente cambio de milenio, con nuestra era de carteles, ‘paras’ y águilas. Van a ver que nuestro arte decorativo no se detuvo en los interiores de casas y edificios y, con gran audacia, se metió con el cuerpo y se propuso moldear senos y culos, cincelar caderas y muslos, corregir labios y respingar narices”. 

Ciudad ocupada 

Hoy, en este cruce de caminos de los emprendedores del narcotráfico, los paisas de la "cultura traqueta" revelan la verdadera naturaleza y objetivo de su estrategia: volver a hacer de Colombia el próspero Narco-Estado de los tiempos uribistas, porque en la actualidad son golpeados económicamente por la política de interdicción del gobierno de Gustavo Petro que persigue a los nuevos capos, quienes a su vez invierten en la política para mantener sus privilegios. 

Por esta razón, es necesario ocupar abiertamente la ciudad, para lo cual comenzaron a mover sus ejércitos paramilitares en el Magdalena Medio como lo reveló la Revista Raya (Ver artículo aquí), con el fin de seguir controlando este territorio que ya está en manos al parecer de los terratenientes emergentes que dejó posicionados Álvaro Uribe Vélez tras la masiva compra de tierras despojadas a miles de campesinos, por compradores "de buena fe" con ellos se definen. 

Esta siempre ha sido la estrategia, desde los tiempos inmemoriales de la hegemonía de los terratenientes conservadores (1900 - 1930); sin embargo, en la actualidad, y de manera procaz, la objetivizan y la enseñan en las calles a los barranqueños. 

Asimismo, es probable que vuelvan a crear una nueva burbuja económica como ya lo consiguieron con el apoyo del expresidente sub judice Uribe Vélez, luego de las decisiones con las que la ultraderecha empobreció a los habitantes del puerto petrolero; no hay que olvidar que fue en este tiempo y por decisión del Estado que se produjo una fuerte especulación financiera en el sector inmobiliario, jugada económica que le impusieron a la ciudad como mecanismo de control. 

Finalmente, con el movimiento económico de la especulación inmobiliaria que persiste hasta nuestros días, los emergentes e invicibles capos del narcotráfico crearon una forma eficaz para lavar grandes fortunas provenientes del negocio de la droga. Todo esto ha generado una ciudad costosa y encarecida por los cientos de narcos invisibles que viven en ella, camuflados como "inversionistas emprendedores", quienes se han apoderado del espacio público y hacen imposible sobrevivir. Por eso, aquí es mejor no mirar a nadie, pasar inadvertido y permanecer en silencio.



Fotografía: ©Artistas Zona, julio 2024.

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