lunes, 9 de septiembre de 2024

EN BARRANCABERMEJA, LAS MUCHACHAS, LA PRIMERA PELUQUERA DE HOMBRES EN LA CIUDAD


En medio de una sociedad patriarcal y machista alimentada por la precaria estética del vallenato, Marlene Gómez emergió como una de las primeras peluqueras de la ciudad en momentos en que los Salones de Belleza eran exclusivamente para mujeres y las peluquerías solo para hombres, y ella fue una de las pioneras que cambió el concepto en la ciudad. 

Transcurría el complicado año de 1986 y por esos días continuaba la invariable historia del país que vivía al borde de un abismo fabricado por la clase política que decidió que la democracia en Colombia era solo su alternancia en el poder, tal como lo acordaron en el Pacto de Benidorm (España), firmado un fatídico martes 24 de julio de 1956 entre Alberto Lleras Camargo por el Partido Liberal y el conservador de ultraderecha Laureano Eleuterio Gómez Castro. 

Esta negociación poco le importaba detener la matanza y el desplazamiento forzado de los campesinos colombianos en manos de los paramilitares conservadores que conformaron Los Chulavitas, sino repartirse equitativamente el país y con ello los privilegios de una naciente burguesía industrial de origen liberal que se ubicaba en la zona andina y los esclavistas terratenientes conservadores del centrosur (Antioquia, Cauca, Huila, Quindío, Risaralda, Nariño y el Valle del Cauca) y del Caribe colombiano. Para ellos, esa era la paz. 

Por eso, la violencia nunca se detuvo en Colombia y luego fue el Estado el que perseguiría no solo a los trabajadores del agro sino también a los obreros, estudiantes, profesores, indígenas, artistas y a quienes se oponían al engaño de la supuesta "democracia más antigua del continente", como orgullosamente y con vibrato resonaban los discursos del Congreso de la República. 

A pesar de ello, la nación vivió subyugada de 1949 a 1991 por un brutal Estado de Sitio, con el cual se desapareció y asesinó a miles de colombianos bajo la doctrina del enemigo interno, la limpieza social y la tierra arrasada, que junto a las prácticas del genocidio diseñadas como política de seguridad se exterminó no solo a un partido completo como la Unión Patriótica sino que recientemente le costó la vida a 6.402 jóvenes colombianos durante la presidencia de Álvaro Uribe Vélez, sin que hasta hoy el fundador del Centro Democrático le haya dicho la verdad al país. 

Pero la jugadita arrancó el 9 de noviembre de 1949, cuando el entonces presidente Mariano Ospina Pérez se enteró de que el Congreso le adelantaría un juicio político; inmediatamente tomó el ejército recinto legislativo y cerró el Capitolio. "A partir de entonces gobernó mediante decretos de emergencia o de estado de sitio", afirma en su libro Historia mínima de Colombia el conservador Jorge Orlando Melo. 

Desde el puerto 

Sin aún despertar del horror que constituyó la masacre del Palacio de Justicia en manos del ejército y por decisión que supuestamente tomó en la Casa de Nariño el presidente Belisario Betancur para "defender la democracia maestro", como lo dijo el coronel Alfonso Plazas Vega ante los medios tradicionales que cubrieron el holocausto entre el miércoles 6 y el jueves 7 de noviembre en vivo y en directo, como si se tratara de un partido de fútbol. 

Este alto oficial sería juzgado y condenado por estos hechos. No obstante, exactamente una semana después se presentó la tragedia que acabó con Armero (Tolima) debido a la presunta negligencia del Estado al desatender las diferentes versiones y voces que clamaron desde este municipio por una eventual catástrofe que se presentaría frente a una posible erupción del volcán Nevado del Ruiz y que evidentemente ocurrió el miércoles 13 de noviembre de 1985, señalamientos que recayeron sobre el ministro de Minas y de Desarrollo Iván Duque Escobar, padre del expresidente Iván Duque Márquez. 

Por su parte, Barrancabermeja no salía del dolor que le produjo el asesinato de Ricardo Lara Parada el 14 de noviembre en una calle del barrio Rafael Uribe; el crimen fue perpetrado por sus excompañeros de armas, el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Lara Parada había llegado a la ciudad luego de acogerse a la amnistía en 1983 y fundó el Frente Amplio del Magdalena Medio (FAM), organización que contaba con un gran respaldo popular en la ciudad y llegó a ocupar cinco curules en el Concejo Municipal y por primera vez la hegemonía política de Horacio Serpa Uribe se sintió amenazada. 

Con estas pesadillas se levantó en 1986 Barrancabermeja y, apenas despertando, el 15 de febrero en altas horas de la noche, un grupo armado le arrancó la cabeza al busto de Camilo Torres Restrepo que se inauguraría al día siguiente. Luego, a pesar de que el Papa Juan Pablo II repartiera bendiciones por todo el país en su visita que duró los primeros siete (7) días de julio, el 13 de agosto, el ELN realizó un atentado en la vía que del puerto se conduce a Bucaramanga contra la caravana donde se desplazaba el comandante de la V Brigada del Ejército, coronel Elkin Bocaccio, donde resultaron muertos un cabo y seis soldados. 

Días después de la posesión del que resultó ser uno de los peores presidentes, como lo fue Virgilio Barco Vargas, agosto cerró con el doloroso asesinato del representante a la Cámara por la Unión Patriótica, Leonardo Posada Pedraza, en una calle céntrica de la ciudad y en manos de la tenebrosa Red de Inteligencia de la Armada, que semanalmente ejecutaba líderes de los movimientos sociales del puerto petrolero sin que el Gobierno Nacional dijera absolutamente nada ni interviniera ante el genocidio que ocurría tanto en la zona urbana como en la rural con su evidente beneplácito. 

Pero este mismo año, Colombia se convertiría nuevamente en exportador de crudo, tras los hallazgos del pozo Caño Limón. En medio de la esquizoide realidad que vivía el pueblo colombiano, 29 personas fueron asesinadas el 4 de diciembre por Campo Elías Delgado mientras cenaban en el Restaurante El Pozzetto de Bogotá. Así terminaría el fatídico 1986 en un país tomado completamente por el narcotráfico paisa, que luego de presenciar el aniquilamiento del subdirector del periódico Occidente de Cali, Raúl Echavarría Barrientos, sicarios del Cartel de Medellín asesinarían al director del periódico El Espectador Guillermo Cano Isaza el 17 de diciembre. 

Las Muchachas 


En medio de esta realidad y después de estudiar peluquería en la reconocida Academia Nacional de Capacitación ubicada en el Parque Uribe, Marlene decidió establecerse definitivamente en la ciudad. 

Ella vivió en el Bajo Simacota las presiones de la despiadada guerra que azotaba el Magdalena Medio. En esta región, el narcotráfico paisa, en complicidad con el Estado, despojaba a los campesinos de sus tierras para crear corredores viales y facilitar el transporte de drogas por mar. Santa Marta era la ciudad elegida para este propósito debido a su historia de corrupción y a la presencia de una red de narcotraficantes que habían disfrutado de la bonanza marimbera y sabían cómo operar. 

Un día, Marlene llegó al lugar donde actualmente se encuentra la peluquería Hergomez, que ha embellecido a los barranqueños durante los últimos 38 años. La peluquería está ubicada en la carrera 6 No. 47-32, diagonal al Hotel San Carlos, en el sector Comercial. Por esos días, el peluquero se había ido y ella vio la oportunidad perfecta para proponerle a su dueño que la dejara ofrecer sus servicios. Sin embargo, este le dijo: "acá no, los hombres no se dejan peluquear de las mujeres". 

A pesar de su negativa, Marlene le propuso que la dejara probar. Al finalizar, el sastre cedió y le dijo que le debía pagar $300 diarios por el uso del espacio y la silla. Al día siguiente, desde las 7:00 de la mañana, esta muchacha que había llegado de la zona rural y estudiado peluquería estaba organizando sus cosas para probar suerte a pesar de tener todo en contra. 

Las primeras horas de la mañana fueron duras; algunos llegaban a preguntar por el peluquero y ella inmediatamente les ofrecía sus servicios, pero solo encontraba la negativa de los hombres. Pasaba el tiempo y Marlene persistía en su intento. Alrededor de las 9:00 a.m., se le ocurrió una estrategia. 

Al siguiente cliente que entró le propuso dejarse peluquear y si no le gustaba, no le pagaría los 300 pesos que valía. Ella recuerda que al hombre le pareció justo y se sentó en esas viejas sillas hidráulicas de barbería que venían desde el año 1906, al estilo de las que llegaban al país diseñadas por Ernest Kokes. Esa era una de las diferencias entre el mobiliario de las peluquerías y los salones: las sillas frente a esos viejos y grandes secadores donde las mujeres podían estar hasta una hora bajo la inclemente una campana de calor. 

Los primeros minutos, con la perspicacia que tiene toda mujer para entablar una conversación, intentó sacarle alguna palabra, pero no lo logró. Parecía bravo, recuerda ella; su primer cliente venía de la ribera del río y seguía muy serio y atento al sonido que producen las tijeras sobre la cabeza, quizás por los nervios que le produjo ser peluqueado por una joven mujer y no saber a qué se exponía su vanidad, porque los peluqueros en la ciudad, en su gran mayoría, superaban los 50 años. 

Cuando Marlene terminó el corte clásico que le pidió su cliente, estaba tan sorprendido que no solo le pagó sino que a las 11:00 de la mañana le trajo otro cliente; “afortunadamente ese día no me fui en blanco y logré pagar el día de la silla y tener para los transportes”. Así empezó el mito de "Las muchachas", como popularmente se les conocen desde 1986 que se inició el un negocio familiar donde han trabajado sus cinco hermanas y de donde Marlene logró sacar adelante a sus tres hijos, dos profesionales y una tecnóloga. 

Además, mantuvieron junto a su hermano la sastrería, que por un tiempo la mayoría de campesinos que se bajaban en el puerto las conocían, dado que la mayor parte de sus clientes venían de la zona rural. Posteriormente, como la gente de esa época que nunca pensó en enriquecerse fácilmente y de un día para otro, logró pagarle al antiguo dueño del local la prima por su acreditación o derecho comercial y finalmente, ellas y sus hermanas consolidaron el negocio, que después se convirtió en un popular y reconocido punto de encuentro de quienes visitaban o transitaban por este sector que se conocía como el puerto de la Rampas. 

En la actualidad, a pesar de la competencia y de esas exclusivas peluquerías boutique, reflejo de una ciudad de arribistas, ellas siguen trabajando para una clientela que no las ha abandonado. 

Fotografía: ©ArtistasZona, septiembre, 2024.

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