martes, 23 de abril de 2024

EN BARRANCABERMEJA, EL DESCUENTO DEL 22% A LOS ESTÍMULOS CULTURALES, PODRÍA SER ILEGAL, SEÑALAN LOS ARTISTAS


Por. Víctor Hugo

Con un supuesto descuento del 22%, la Corporación Centro Cultural del Oriente, entidad contratada para tercerizar las actividades de las “Fiestas del Sol”, gravó los estímulos entregados a los 35 miembros de la Asociación de Fotógrafos de Barrancabermeja (AFB), al finalizar una exposición organizada por la Alcaldía Distrital, en la que solo podían participar los asociados de la AFB. 

Esta muestra visual se llevó a cabo por ocho(8) horas en las instalaciones del céntrico Parque Infantil del puerto petrolero, como parte de las actividades programadas en las “Fiestas” adelantadas por la alcaldía con motivo de los 102 años de creación del ente territorial, que se celebran este 26 de abril. 

No obstante, de acuerdo a la normatividad legal vigente “cuando se otorgan estímulos por actividades artísticas y culturales a entidades sin ánimo de lucro es necesario verificar si pertenecen al régimen tributario especial, de ser así y si el pago o abono se relaciona con las actividades meritorias del objeto social no se practicará retefuente a título de renta”. 

Por otro lado, si se tratará del gravamen por retención en la fuente, según la tabla vigente del 2024, para “servicios en general de personas naturales no declarantes de renta, como lo establece DUR 1625 de 2016, artículos 1.2.4.4.14. y 1.2.4.4.1., artículos 392, 868-1 numeral 77 del E.T.” y cuya base es del $188.260, tendría que ser del 6%. 

A pesar de lo anterior, según los participantes, los gravámenes aplicados a los socios de la AFB fueron del 22%, bajo el argumento de un supuesto “Convenio” que no fue presentado por la coordinadora del evento para demostrar la legalidad de la deducción, pero que inmediatamente y sin mediar palabra alguna se les descontó a los fotógrafos barranqueños. De está manera, se afectó su reconocimiento, que dicho sea de paso, no alcanzó ni siquiera el salario mínimo legal vigente. 

Inmediatamente, surge la pregunta: ¿por qué las entidades que gestionan actividades culturales no denuncian ni dicen nada al respecto? La lacónica respuesta me la dio uno de los participantes: “Si no recibimos lo que nos dan, se roban los recursos o la destinan a otras actividades, eso lo vienen haciendo desde hace tiempos; siempre prometen una cosa y al final entregan lo que ellos deciden y en algunos casos el recorte es alrededor de la mitad del valor del estímulo pactado”; este fue el tajante argumento y con él que expresa la imposibilidad y el miedo de los actores del escenario cultural de Barrancabermeja.

El hecho revela el triunfo de la mentalidad narcoparamilitar paisa(de Antioquia) sobre una población que apenas sobrevive en una de las ciudades más violentas del país y con la más alta tasa de asesinatos por sicariato de los últimos 20 años; no obstante, el alcalde Jonathan Stivel Vásquez Gómez, llegó al poder con 71,183 votos y el respaldo de una coalición de la derecha colombiana, de la que presuntamente hace parte hasta el Clan Gnecco de Valledupar (Cielo Gnecco, Luis Alberto Monsalvo y toda su familia), quienes se dice en los mentideros políticos y como se murmura, aparentemente invirtieron en su campaña, como también ocurrió con el anterior burgomaestre Alfonso Eljach Manrique

Hoy, a pesar del declive social representado en los altos índices de pobreza, la creciente inseguridad, el generalizado desempleo, la ruptura de su tejido social y del alto endeudamiento fiscal en que dejó a la ciudad la anterior administración avalada por el Movimiento Alternativo Indígena y Social, MAIS, en manos de Eljach Manrique, la actual administración Distrital montó una fiesta que le costó a los barranqueños más de $5.000 mil millones, con el fin de promover el turismo; sin embargo, olvidó que Barrancabermeja es parte de la actualidad del país solo por los más de 40 homicidios ocurridos durante este 2024 y que ellos mismo mantienen cerrado el puerto y el acceso al río, con lo que metafóricamente le decretaron la censura hasta el sol.

¿Y de la curaduría qué? 

Una muestra expositiva es el resultado de un proceso que produce diferentes piezas u objetos para mostrar y donde la curaduría juega un papel vital. Pero, para algunos de los genios locales de Barrancabermeja, la intención es mostrar por mostrar y se olvidan del público. En este punto hay que volver a insistir en los cuatro escenarios para el desarrollo de las artes plásticas y visuales: investigación, creación/producción, circulación y formación de públicos. 

Entonces respondamos a la pregunta: ¿por qué es necesario contemplar la curaduría a la hora de pensar en un evento expositivo? En primer lugar, hay que entender qué es el ejercicio de lo curatorial. 

Según la RAE es el “que tiene cuidado de algo” o “persona encargada de la conservación y supervisión de bienes artísticos o culturales, especialmente para su eventual exhibición”. A parte del llano concepto, digamos que la curaduría es más que ordenar, situar y mostrar objetos de arte, es también un sistema de mediación social para estimular la interpretación de lo que se muestra. 

En este sentido, se apoya o busca diferentes herramientas para ir más allá de catalogación histórica, de las condiciones sociales del acto de creación y la contextualización de la obra de arte, aunque esta información nos ayuda a su exploración por sí solas no contribuyen a la aproximación del público. 

En este punto hay que tener en cuenta o prever que los anteriores parámetros de contextualización histórica pueden estar por fuera de las posibilidades interpretativas de un espectador que no tiene por qué saber o conocer sobre la historia del arte, pero sí está interesado en aproximarse a una obra, podría llamarle la atención participar en una exposición o está interesado en conocer el valor de una obra o de adquirirla, no solo para decorar, sino porque lo identifica es sensible a ella o quiere decir algo a partir de lo que cuelga en una pared o las piezas dispuestas en sus espacios cotidianos. 

De tal manera, que desde lo contemporáneo, podría decirse también que la curaduría crea otros parámetros, ya sean emocionales o performativos, con el propósito de posibilitar al público la oportunidad de estar o permitirse disfrutar la obra desde su muy particular punto de vista y, además, busca abrir otras las ventanas ante las diferentes interpretaciones o provocaciones que enfrenta el público cuando se acerca a una propuestas plástica o visual. 

De otra parte, en una ciudad que vive bajo el miedo inoculado por las expresiones de la ultraderecha y donde su ciudadanía adoptó una sigilosa postura, porque la sociedad barranqueña no hace mucho era abierta a la posibilidad del diálogo, pero en la actualidad prefiere guardar silencio y se sienta a ver Teleantioquia. Así como le sucede a la sociedad, igual podría presentarse en un evento expositivo; por eso la curaduría se abre a la mediación para acercar a la gente al arte. 

En este sentido, lo que encontramos durante el evento de la AFB fueron caballeretes de pintura que servían de soporte a una fotografía impresas en papel para interiores y algunas imágenes bajo el inclemente sol; hecho que produce un alto deterioro cuando la impresión no está pensada para exteriores, lo que maltrata y dice mucho de quienes organizaron la muestra, porque a todas luces se notó el afán y no el extremo cuidado que se debe tener con una pieza artística; además, el precario diseño de la exposición consistía en formar con las imágenes el número 102. 

En ese orden de ideas, las imágenes estaban dispuestas para no dialogar y la muestra carecía de un guión curatorial; tampoco contaba con un dispositivo museográfico para el escaso público que tuvo la oportunidad de observarla, porque no fue pensada para la formación de públicos, objetivo vital de un escenario expositivo, por eso no contemplaron la guianza. Todo este conjunto de desafortunadas falencias, nos lleva a señalar que la ciudad perdió otra posibilidad de estar en escena y malgastaron los recursos destinados a este evento.


¿Qué vimos? 

Cuando una institución pública promueve, patrocina y propicia, eventos culturales, le dan cierta legitimidad a las expresiones que pone en la escena y al hacerlo promueve en sus comunidades esas mismas percepciones o relatividades perceptuales, formas de ver, entender y de relacionarse con el mundo, lo que no es un hecho menor; por ejemplo, al patrocinar eventos como el reguetón o el vallenato, lo que está promoviendo y difundiendo, no es solo su limitada estética musical, sino su precaria ética. 

Si analizamos lo axiológico del vallenato podemos encontrar en sus relatos musicales algunos prominentes rasgos, de eso que llaman folclor y que en algún momento lejano fue para convertirse desde finales de los años 80 en parte de la industria del entretenimiento muy cercana a la ideología narco paramilitar; en esta perspectiva, sus narraciones son unidireccionales en su concepción del mundo, con una visión patriarcal, clientelar y la suntuosa puestas en escena de la obscenidad del atrabiliario, que es refleja la transformación de la metáfora en este popular ritmo y que bien podríamos discutir ampliamente en otra oportunidad. 

De tal forma, que al aproximarnos a la “Gran Exposición de Arte Visual”, como aparece en la invitación, y que tenía entendido era un concurso, tenemos que partir por definir qué es arte, para lo cual les propongo la definición de Kant, quien lo señaló como la manifestación sensible de una idea; si no quedamos con este categórico concepto, tendríamos que preguntarnos también por la teleología del acto fotográfico, el porqué o cuál es el propósito de la imagen, al mismo tiempo que ¿Cuál es el punctum?, como lo indicaría Roland Barthes. 

Pero también, por la resolución técnica, es decir, en los aspectos formales; hay que recordar que la fotografía es un punto de vista del mundo mediado por un artificio tecnológico: la cámara, como lo enfatiza Román Gubern Garriga-Nogués. 

Frente a todo esto, hay que señalar un hecho muy desafortunado frente a la inversión de los recursos públicos y es que produjo un bajo impacto social, porque solo a la Corporación Centro Cultural del Oriente, el operador de las “Fiestas del Sol”, se le ocurre montar una exposición por solo ocho(8) horas. 

Este es un abyecto e irrespetuoso gesto, no sólo maltrata a sus participantes, los creadores barranqueños, sino a la ciudad, porque privó a muchos de nuestros ciudadanos de conocer el trabajo desarrollado por la Asociación de Fotógrafos y que revela cierta codicia frente al manejo del jugoso y muy criticado contrato, que al parecer solo favorecerá a quienes no viven ni invierten en la ciudad.

Pero para acabar de rematar, como si se tratará de todo menos de un evento expositivo, la muestra contó con un pésimo acompañante: un locutor repentista, preparado para animar las fiestas de barrio o si acaso cualquier evento de los que diariamente ocurren en las puertas de los escándalos almacenes del sector comercial; además, una amplia tarima que nunca prestó ningún tipo de servicio más que albergar a un muy obtuso administrador musical que solo concibe como música el reguetón. 

Para decirlo con absoluto respeto, pero de manera puntual, solo a la Corporación Centro Cultural del Oriente y a la Secretaría de Cultura de Barrancabermeja se le ocurre un evento expositivo como una desordenada e inconexa fanfarria; además, de arrítmica con la muestra y una muy destemplada secuencia de hechos, que nunca hicieron parte de la exposición, pero sí justifica los costos a la hora de presentar la contabilidad de la tercerización. 

Otro hecho significativo es eso de “artes visuales”: la fotografía no es el acto de obturar la cámara o de “sacar fotos”, sino de producir imágenes y eso va más allá del “instante decisivo” propuesto por el gran fotógrafo francés Henri Cartier-Bresson. 

Ahora bien, un atardecer para un artista barranqueño debería ser un objeto de una profunda investigación y reflexión, no solo es la representación de la alucinante implosión de luz producida por puesta de sol; sin embargo, el concepto se redujo ostensiblemente y se disiparon todas sus posibilidades interpretativas; esto produjo imágenes pétreas y efectistas que se negaron o no se permitieron indagar por sus significados y sentidos. 

Hecho que denota cierta derrota al repensarse en el paisaje, en una ciudad llena de sentidos. “Una fotografía del atardecer no es una captura de una hermosa puesta de sol o algo así. Cuando miro una fotografía, ¿debería poder ver lo que me dice? ¿Tiene una historia? Eso es todo. A partir de ahí parte la fotografía”, señaló en su momento el gran fotógrafo de Estambul, Ara Güler, y quien sostenía: “Lo esencial es el amor, Todo depende de ello […] Nunca puede haber una persona sin amor y una fotografía sin gente”. 

En este caso el valor de una propuesta visual es no conformarse con lo inevitable: explosión o implosión de luz, frente a ese impulso que muchos tenemos cuando cotidianamente nos detenemos a observar los bordes del río que inundan nuestra mirada; es en ese momento, que tomamos un celular y registramos lo sorprendente del lento atardecer porteño. 

Entonces, ¿qué importa otra fotografía más a contraluz de las que muchos guardan en su dispositivo móvil cuando tienen la oportunidad de pasar por el puerto sobre las cinco de la tarde? ¿Dónde está su valor? ¿Acaso tener cualquier cámara réflex o una Mirrorless Digital Camera full frame garantiza que seamos artistas visuales? No, sacar fotos es muy diferente que producir imágenes; tampoco tener la mejor tecnología nos garantiza la posibilidad de ser artistas visuales.

También me pregunto por las historias que narraban esas imágenes y que nos quedaron debiendo; porque la fotografía en una solo imagen narra una o varias historias que podemos encontrar en sus diferentes capas y de eso carecían la totalidad de los trabajos expuestos y no me refiero a lo que se intentó decir sin lograr representarlo o medio se alcanzó a describir, cómo se lo escuchamos a los participantes del evento; porque hay que decirlo claramente: un fotógrafo que se vea corto a la hora de describir sus imágenes demuestra con exactitud qué fue lo que hizo: nada, porque carece de la pasión necesaria que se siente al abordar la realidad o construirla desde las artes visuales. 

De otra parte, se supone que un fotógrafo debe tener tres condiciones básicas, aparte de la inherente mirada fotográfica: manejo de la cámara, profundo estudio de la luz y un poderoso conocimiento de la composición. Sin embargo, algunas de las imágenes expuestas tenían deficiencias en la resolución técnica a la hora del acto fotográfico (por ejemplo, el manejo del flash), muchas no tenían claros los aspectos compositivos (geometrías, ritmo, tensiones o equilibrios, etc.) y otras apelan a la luz plana, en contraposición de la búsqueda de texturas o atmósferas, lo que sugiere una precaria estética, para no hablar de la armonía del color. 

Igual, encontramos en las imágenes sobre la fauna sin ningún tipo de relación, esa que las magnifica dentro de sus ecosistemas; otras, donde aparecía gente, l apostaron por el “instante decisivo” sin lograrlo; en lo que respecta a la arquitectura se supone que debería mostrarse la poética de sus volúmenes y su interrelación con la ciudad, el transeúnte o el mobiliario urbano y donde se puede decir mucho, no solo mostrar edificios o parques, sino indagar por sus fricciones y contextos. 

Por otro lado, también, hay que decirlo claramente, nuestra ciudad cuenta con expertos que se dedican a la fotografía social de carácter comercial y conocen muy bien su oficio y de eso sí deberíamos hacer una profunda investigación, porque en muchas de esas imágenes archivadas, se podría abordar un estudio de antropología visual de Barrancabermeja en sus diferentes momentos de su historia y eso tiene un valor que se está desaprovechando. 

En esta ciudad, donde la gente le huye a la fotografía, porque siempre ha vivido bajo la cenagosa aprensión y la desconfianza prejuiciosa, es una sociedad que sospecha de todo, y donde una de las condiciones necesarias para sobrevivir en ella es hacer silencio y pasar de incógnitos, frente a quienes de manera agresiva y violenta se lanzan contra la cámara y se niegan la posibilidad de asumir otros puntos de vista, como les sucede a los funcionarios de la alcaldía distrital. 

Bajo estas circunstancias, los violentos siempre suponen que los ciudadanos con sus imágenes podrían ponerlos en evidencia y controvertir sus argumentos; por esta razón, la idea de ellos es mantener el permanente asedio y la censura, lo que ha hecho problemático y complejo hacer fotografía y se convirtió en un acto de la clandestinidad. Tristemente, la ciudad dejó de ser empática consigo misma, desechó rápidamente la otredad y adoptó el relato de la cultura “traqueta” del paisa. (Ver imagen). 

Este peligroso mototaxita intento agredirnos;
pero no ha sido el único, en un video que realizamos también apareció otro, mientras hacíamos un registró visual sobre la ciudad y street photografhy. 

No obstante, los hacedores de imágenes de la AFB tienen el reconocimiento social y han desarrollado cierta empatía con la gente, porque muchos de ellos, los hemos visto durante 40 años viviendo de su oficio en los bautizos, celebraciones y las semanas culturales de los colegios, como los conocí a muchos de ellos en el Seminario San Pedro Claver donde nos fotografiaban en algún evento.

Esta sería una ventaja a la hora de pensar en un trabajo de fotografía documental sobre la ciudad, que como todas tiene sus sombras pero quizás no haya perdido sus esperanzas, en momentos en que Barrancabermeja se encuentra en medio de sus encrucijadas, donde no se vive no “un nuevo capítulo” más de su historia sino la continuidad del mismo pero con otros nombres y bajo el oprobio construido del negocio de la compra de votos, con la que se legitima su clase política.

Por eso, si generamos un proceso de formación sobre fotografía documental con ellos y varios laboratorios de creación, quizás la ciudad podría tener un potente trabajo para que se observe así misma y donde redescubra el aporte de la diversidad a la cultura y conformación de la ciudadanía barranqueña, frente a las hibridaciones culturales o por la presencia como las comunidades NARP (Negros, Afrodescendientes, Raizales y Palenqueros) o indígenas, ahora que esta muy de moda “Sembrar la Duda”, cuando desde la institucionalidad, se pretende hacer ciertos acercamientos clínicamente estilizados a nuestra realidad para mantener las distancias sociales.

Mientras que la fotografía documental posibilitaría producir encuentros para mirarnos a nosotros mismos, eso sí sería una verdadera fiesta de la multicultural para la memoria y la paz, que buscaría narrar nuevas historias o las que fueron desapercibidas. Entre otros temas que se podrían abordar y de los que nunca se han hablado, como el dolor que persiste y cómo representarlo, no en imágenes al estilo de la sensacionalista prensa nacional sino desde otras percepciones; además, sus resistencia, sus derrotas y sus miedos, pero también su humor. 

De tal manera que para finalizar, señor alcalde Jonathan Stivel Vásquez Gómez y Secretario de Cultura, Alexis Guerrero Sánchez, si se trata de promover las expresiones culturales y legitimarlas desde la institucionalidad, de apoyar a los productores culturales, y para no quedar en ridículo ante el país y el mundo, hay que conocer muy bien las implicaciones y los lenguajes de cada una de ellas, porque en el caso de las artes visuales no se trata de mostrar por mostrar, sino saber qué es lo que va proteger o salvaguardar desde el ente territorial, con absoluto respeto y no montando exposiciones que no duran ni 24 horas; además, este esfuerzo, tanto para los gestores como en los recursos públicos, no tuvo ningún impacto ni generó procesos. Sin embargo, es muy loable apoyar a los 35 e históricos fotógrafos del sindicato de la AFB, pero en otra oportunidad le sugiero que lo haga a través de subsidios y no creando pobres espectáculos que les falta al respeto a la cultura y a los barranqueños.

Fotografías: @ArtistasZona, abril de 2024.

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