viernes, 5 de abril de 2024

PUNTO DE VISTA O SOBRE LAS IMÁGENES QUE SE NIEGAN A OBSERVAR LA REALIDAD



Por. Víctor Hugo 

Según los viejos sabios de la región colombiana del Chocó, Adán y Eva eran negros y negros eran sus hijos Caín y Abel. Cuando Caín mató a su hermano de un garrotazo, tronaron las iras de Dios. Ante las furias del señor, el asesino palideció de culpa y miedo, y tanto palideció que blanco quedó hasta el fin de sus días. Los blancos somos, todos, hijos de Caín. 
Eduardo Galeano 

La primera Sala de Lectura que tuvo Barrancabermeja fue la “Ana Joaquina Bermúdez de Castellanos”, nombre que nació de los Liberales que le hacían FILA a quien enseñó como mantener la clientela y el poder, Horacio Serpa Uribe, y era el homenaje para perpetuar la ideología de derecha de la primera mujer presidenta del Concejo Municipal; este sobrio espacio reemplazó a la olorosa biblioteca de la Escuela Santander.

Quienes tuvimos la oportunidad de entrar a ella recordaran con aprecio la amable señora que atendía y nos alcanzaba viejos y pesados volúmenes de pasta dura; ella tenía que hacer su esfuerzo para bajar de las brillantes estanterías de madera, esa pila de hojas animosas que nos hacían cola sin vacilar y nos acercaban a las primeras navegaciones por historias como las de Dimensión Desconocida, muy diferentes a las que vivíamos diariamente, en una ciudad donde aún se podía caminar y la gente se conocía. 

A pesar de ello, hay que señalar que nuestro mundo no era tan pequeño, porque en la segunda oleada migratoria arribó él Caribe y sus historias de la mano de los obreros petroleros, así como los que bajaron de la montañas de Santander y algunos de los que decidieron no dejarse seducir por un empleo en la “Empresa”, como le llamaban a Ecopetrol; pero también, estaban los gringos, los chinos, los sirio-libaneses e italianos, y todos ellos nos habían asomado a la ventana desde donde exploramos el mundo sin salir de casa, con sus historias, extraños idiomas y su gastronomía, como el restaurante italiano lleno de acuarios, donde el mismo José Giuseppe Massa atendía. 

Esta sala era un pequeño, pero cómodo salón, para quienes buscaban donde leer y abstraerse de la intemperancia de lo cotidiano y donde habitaba una escasa bibliografía, pero no por ello insignificante porque encontrábamos no solo los clásicos de Itslo Calvino sino otras visiones como las de Arthur Coleman Danto y quien repetía la pregunta de todos, en una actitud cáusticamente crítica que hacía reverberar nuestra imaginación: ¿Qué es la filosofía? y Después del fin del Arte. 

Ahí, también leímos los primeros libros sobre el arte del renacimiento italiano y observábamos detenidamente las imágenes de las obras de los maestros europeos, así como las coloridas fotografías de lo que se suponía era la promesa de una civilización que nunca se cumplió. 

De ello no quedó absolutamente nada. Un buen día, la peligrosa clase política del puerto petrolero decidió cerrarla y parte de los libros, al parecer, se perdieron, en el 2014. Este espacio estuvo clausurado por mucho tiempo, olvidado por la inquisición reunida en el Concejo Municipal y los pasillos de la alcaldía, que decidió maldecir la sala y perseguir a la imaginación, tal como en la actualidad lo hacen, porque muy posiblemente era ese lugar donde la creatividad conspiraba contra el poder. 

Después paso hacer un punto del fracasado programa Vive Digital, ese que con la complicidad de Iván Duque, Cambio Radical y el Clan Char, Karen Abudinen presuntamente robó 70 mil millones de pesos del internet rural a los niños colombianos, pero la Procuradora Margarita Cabello nunca investigó como no lo hace con los 12 billones perdidos por las EPS. 

Hoy, se supone que es un Centro de Desarrollo Juvenil, quizás también satanizado, porque solo hay unas cuantas sillas y una escasa mesa porque nada más peligroso que la juventud, asnillos lo demostró durante el estallido social; pero en la pared encontré un ejemplo más de lo que no es un mural, afortunadamente tapado por una pieza publicitaria del CMJ. 

Por eso, decidimos aprovechar para realizar una crítica a la estrategia de normalización institucional del arte que se propone desde los espacios del poder y cuestionarlos a partir de la sospecha de la no mirada (1) que no dice nada y tu mirada me acaricia los dedos (2) con esos ojos pétreos que se niegan ver la realidad. Esa es nuestra respuesta, con la decidida participación colaborativa de la comunidad afrodescendiente de la ciudad.

Fotografías: ©ArtistasZona, abril de 2024.

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