martes, 16 de junio de 2009
POLITICAS CULTURALES I
Intención ó Realidad
Por. Walter Gómez, Miguel Ángel Gelvez y Victor Hugo
Blog Artistas Zona Oriente
Las políticas culturales deberían ser el resultado de un proceso de concertación y articulación entre todos los sectores sociales e instituciones permeadas por lo cultural.
Desde esta perspectiva, las políticas serían el producto de un conjunto dinámico, que a partir de un marco general, direccionen las acciones y la administración, la planeación, el control y la evaluación de los procesos que se desprenden de los ejes sobre los que se cimienta el Plan Nacional de Cultura y las transformaciones que genera en los diversos contextos en que se expresa y dialoga el país.
Así mismo, la política cultural debería ser un ejercicio permanente de reflexión sobre su desarrollo, alcances e impactos, que parten de una mirada introspectiva de un sector(es); igualmente, serviría para conocer la capacidad de gestión de los diversos actores que intervienen en su puesta en escena; además, de generar el carácter y la operatividad de las instituciones regionales en las que recae la responsabilidad de viabilizarlas.
(Sin embargo, es imprescindible diseñar y activar la política no sólo desde el ente diagnosticador, el Ministerio de Cultura, porque a partir de 1991 nos reconocemos como una nación diversa, multicultural y de bioregiones)
De ahí que, es imprescindible que las políticas obedezcan a una verdadera descentralización y una estrategia de democratización, es decir, de inclusión que responda al diálogo permanente de legitimación y apropiación social que las regiones tenga con el centro, de lo contrario se corre el riesgo de sesgar la visión y empoderar el centralismo, que en muchas ocasiones considera al margen como objeto depositario y no como sujeto protagonista en la conformación de la nación.
Cabe señalar, que en la actualidad, en la mayoría de las regiones que componen el espectro de la nacionalidad, no existe el reconocimiento de una política nacional que lea en la cultura un factor esencial del desarrollo; al tiempo, que el Estado no ha construido un verdadero discurso alrededor del arte y la cultura ni la contempla como eje trasversal del país. Esto se evidencia en las falencias que presenta las precariedades de su discurso y el manejo de las prioridades presupuestales cuando se trata de las prelaciones frente a sus decisiones de gobierno.
La falta de interés (lo económico), articulación y de acción impide visibilizar la política desde el encuentro, el diálogo y la concertación, como resultado de un reconocimiento que subyace a la participación como objetivación de las intenciones. De tal forma, que es imprescindible instaurar una voluntad y la madurez política que incluya a la cultura como parte esencial e fundamental de los planes de desarrollo local, regional y nacional.
Por otro lado, al indagar sobre las políticas culturales se evidencia que un componente importante para dinamizar y apropiarlas, es necesario partir y entender el sincretismos de lo que significa ser país (traslape de territorialidades, plural de acentos, sabores imbricados, colores delirantes, sonidos híbridos, cosmovisiones apiladas, etc., que rebasan los imaginarios locales en la búsqueda de su capacidad de representación desde su singularidad), con el propósito de legitimar lo social como un ejercicio de apropiación, legitimación e inclusión, donde surgen los más diversos y serios problemas, porque no todo obedece a una determinación centralista, institucional o autoritaria, ni esto es lo que activa la política, para el caso tenemos la Ley General (397 de agosto 1997) que parece resolver los problemas del sector, pero que en el fondo, sólo se ha quedado en las intenciones que allanan la realidad, sobre este inamovible social: la cultura.
Salón Regional
Hasta el X Salón Regional de Artistas, Zona Oriente, pese a que es el evento más importante de las artes plásticas y visuales de la subregión, la Gobernación y entes municipales nunca participaron activamente ni asumieron responsabilidad alguna de carácter presupuestal, no obstantes la institucionalidad es responsables del recaudo y manejo del único recurso propio, como lo es la estampilla Procultura.
Sin embargo, hay que manifestar que desde la institucionalidad, prima el derecho a la discrecionalidad frente a la inversión de estos recursos, incluido el Salón Regional de Artistas, aunque hay que advertir que termina en manos de los Alcaldes para sus Ferias y Fiestas.
Esta realidad denota que la continuidad de cualquier proceso por significativo que sea, siempre es sometido al filtro de la conveniencia política, lo que nunca permite su desarrollo, porque sencillamente los Directores o Secretarios son funcionarios públicos que no conocen el sector ni tienen una planeación, plan de desempeño, ni la información(?) que les de claridad sobre la importancia de la permanencia de las políticas.
Por otro lado, sabemos que existen reuniones periódicas convocadas por el Ministerio de Cultura, donde se estudian y concertan las políticas a nivel gubernamental, que es donde se supone se toman las decisiones; pero pese a esta instancia de socialización, aún no encontramos muy lejos, que desde las regiones se asuman el verdadero compromiso de hacer posible la política cultural.
Igualmente, sí aceptemos que la autonomía de las regiones prima por encima de los intereses del centro; de ahí que, la institucionalidad regional siempre se juega, sospechosamente, a la ausencia de recursos(?); en esta instancia de la inercia de las instituciones, la inversión se prioriza en el cumplimiento de los pactos que aseguran cierto clima de gobernabilidad y garantizan en sostenimiento burocrático de la coalición mayoritaria en las diferentes Corporaciones Públicas, esta es la política cultural, hasta ahí alcanza su máximo desarrollo. Al mismo tiempo, que hace algunos años contamos con un aporte propio para el desarrollo cultural: la Estampilla Pro Cultura, que desde la ley 397, artículo 38 es un instrumento diseñado y dirigido hacia: “el fomento y estímulo a cultura, con proyectos acordes con los planes nacionales y locales de cultura”.
No obstante, en lo que respecta al XIII Salón Regional (en el caso de Santander) no representa ni siquiera, tanto en el orden municipal como del departamento, el 1% del recaudo de la Estampilla Procultura; desde esta consideración, ante el escenario de una eventual negativa de la administración departamental frente al apoyo del más importante evento de las artes plásticas y visuales, no contamos regionalmente con un política alterna activada y apoyada desde la institucionalidad; por eso, reiteramos en este punto, que la inversión de la Gobernación de Santander no alcanzarían ni al 1% de lo recaudado la pregunta es: ¿En que se invierten los recursos?
(La negación de los procesos de expresión cultural y representación de la realidad, de la polisemia de sentidos, imaginarios y la capacidad de metamorfosear símbolos, vulnera también un derecho fundamental y otras formas de ejercer ciudadanía)
Tampoco, es suficiente que una política cultural sectorial como el Salón Regional de Artistas se realice dentro de una región, es más no debería de ser el único evento de fomento, creación, investigación y circulación de la producción artística, para un sector tan amplio como son las artes plásticas, como sucede por ejemplo en nuestra región, donde podrían suceder procesos autónomos de estímulo y promoción.
Foto: Walter Gómez, 2009©. Pintura sobre el cuerpo del creador Rainier Céspedes.
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