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jueves, 4 de diciembre de 2025

GUBAIDULINA Y LA MISA DEL ANTROPOCENO: CÓMO UN CONCIERTO EN BOGOTÁ TRANSFORMÓ EL HORROR DE HIROSHIMA EN RITO DE SANACIÓN


El pasado domingo 23 de noviembre de 2025, en el Auditorio León de Greiff de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), se realizó uno de los eventos culturales más profundos y significativos del 2025: la Conmemoración de los 80 años del lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima, cuando Japón estaba prácticamente rendido; sin embargo, el presidente Harry S. Truman y los Estados Unidos decidieron mostrarle al planeta hasta dónde podía llegar la barbarie del imperio y esta modernidad de la muerte que nos impusieron durante todo el siglo XX. 

El hecho adquiere relevancia en momentos en que estamos inmersos en las tensiones geopolítica y reaparece el fantasma nuclear en la escena global amenazando la supervivencia humana; al tiempo, que la estabilidad del Caribe sigue amenazada por cuenta de la invasión del ejército norteamericano a Venezuela y, posteriormente, a Colombia, quienes buscan afanosamente quedarse no solo con el petróleo venezolano sino con sus recursos minerales. 

Por eso, más que un concierto, fue una ceremonia de memoria viva y sanación la propuesta del programa Presencias-Sonidos & Ecos, que adelanta la Dirección de Patrimonio Cultural de la UNAL, bajo la batuta del Director de la Filarmónica de la Universidad Nacional, Guerassim Voronkov. 

El Horizonte Ético de la Vanguardia: Sofiya Gubaidulina

En el centro de esta ofrenda sonora, se erigió la figura de la recientemente fallecida (marzo de 2025) compositora ruso-tártara Sofiya Gubaidulina. La ejecución de su Proprium – Misa Instrumental fue la columna vertebral del evento, presentando por primera vez en Colombia el tríptico tal como fue concebido: una ceremonia sagrada sin palabras que trasciende la función de mero concierto. 

La obra, compuesta por tres piezas concertantes –el Introitus (1978) para piano, el Offertorium (1980) para violín y el Detto II (1972) para violonchelo–, invitó al público a un viaje místico donde, como ella misma afirmó, "la música conecta lo finito con lo infinito". La vanguardia de Gubaidulina, con su uso radical del silencio, las microtonalidades y la percusión, se reveló como el "único horizonte ético posible" para enfrentar las urgencias del presente. En un mundo que, según el programa, se inició geológicamente con la bomba (el Antropoceno), la música de Gubaidulina no solo recordó la catástrofe, sino que buscó la "resurrección" a través de la transfiguración sonora y la luz que emerge de la disonancia y el silencio. 

Un Encuentro de Fuerzas Vivas: Maestría y Compromiso 

La calidad interpretativa estuvo a la altura de la magnitud simbólica de la obra. En primer lugar, cabe destacar el Ensamble: Las Cuerdas de la Orquesta Filarmónica Juvenil y la Orquesta Filarmónica de Mujeres, bajo la batuta del maestro ruso Guerassim Voronkov, demostraron una solidez que le dio cuerpo a la compleja textura orquestal de Gubaidulina. 

Por otro lado están los solistas. El colombiano Mauricio Arias-Esguerra (piano), la ucraniana Ala Voronkova (violín) y el venezolano José David Márquez (violonchelo) unieron tres naciones y tres instrumentos en un diálogo de maestría. Voronkova ofreció un vibrante y lírico Offertorium, mientras que Arias-Esguerra y Márquez entregaron interpretaciones poderosas que navegaron con destreza entre el virtuosismo técnico y la profundidad mística que exige la compositora. Su presencia en el escenario es testimonio del carácter latinoamericano e internacional del proyecto PRESENCIAS. 


Cuerpo y Memoria: Teatro Danza Pies del Sol 

Un elemento distintivo y profundamente integrador fue la participación del colectivo Teatro Danza Pies del Sol, dirigido por Gerardo Rosero. Su intervención, integrando el lenguaje corporal y la danza al rito musical, reforzó la idea central del programa: que "la memoria no se archiva: vibra, interpela y se transforma en sonido, en gesto, en cuerpo colectivo". El movimiento se convirtió en una forma de reparación simbólica, haciendo del arte no solo un recuerdo sino una acción, transformando el dolor en luz. 

El clímax del sincretismo del concierto-ceremonia concluyó con la intervención de una sabedora ancestral del pueblo originario del Vichada, quien en un acto de sanación con sus voz elevó una oración por la vida. 

Un Acto Político y Cultural 

El programa PRESENCIAS-Sonidos & Ecos es, en esencia, un acto político y cultural. Al levantar su programación sobre hitos de memoria (que incluyen desde Hiroshima hasta el Genocidio palestino, pasando por la Masacre del Palacio de Justicia y el Magnicidio de Guillermo Cano Isaza), la UNAL y sus aliados (como la Orquesta Filarmónica de Bogotá) consolidan un espacio donde la diversidad cultural. 

Quizás, el concierto de Hiroshima fue una pausa ante lo irreparable y una poderosa declaración: la música, en su capacidad de sanar y unir, nos obliga a "no repetir"; finalmente, este concierto-ceremonia se erigió como un recordatorio indispensable del poder de la destrucción total, pero sobre todo, del poder de la resistencia y la esperanza que reside en la expresión artística.
 


Fotografía: ©ArtistasZona, noviembre 2025. Concierto Conmemoración de los 80 años del lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima, Auditorio León de Greiff de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL).