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martes, 17 de diciembre de 2024

CUANDO EL RÍO SUENA, LAS CANTAORAS DE BARRANCABERMEJA II

Rosa Angélica Noguera Siderol, desde sus nueve (9) años, está dedicada a la música. Su familia llegó a Barrancabermeja huyendo de la violencia que, a mediados de los años ochenta, bajo la consigna del enemigo interno y tierra arrasada, fracturó el tejido social del país. Hoy, esta Trabajadora Social, junto con su agrupación Son del Río, lanzará su próximo trabajo discográfico.


A Barrancabermeja llegué con tres años y medio de edad luego de que a mi familia le tocara huir de Sitio Nuevo(Santander), pero nunca dejé mis raíces. Cuando tenía 9 años, mi profesor se dio cuenta de mi gusto por la música y empezó a impulsarme a participar en los eventos culturales de la escuela. Comencé a cantar en mi casa porque mi abuela cantaba, recuerda Rosa Angélica Noguera Siderol. 

Por esos días, cuando mi mamá trabajaba, mi abuela siempre estaba con nosotros y mientras realizaba los quehaceres domésticos cantaba música tradicional. Así fue como aprendí. Ella también influyó en mi papá, que es compositor. 

Gracias a esto, mi hermano y mis hermanas tenemos ese gusto por la música porque mi papá, mis abuelos y toda la familia son muy musicales. Además, cuando tenía nueve (9) años, empecé con el plan piloto el programa Batuta. Luego, cuando tenía 18 años, ya me fui a casa y formé mi hogar; por fortuna, mi compañero sentimental tocaba la guitarra y cantaba en la iglesia católica, y con él empecé a cantar en las iglesias y aprender todas esas cosas. 

Los orígenes 

Siempre que me preguntan de dónde soy, respondo que soy ribereña, porque nací en Vijagual, que pertenece a Puerto Wilches. Pero mi abuelo paterno, Escolástico Noguera, y mis tíos vienen del Cañito (Bolívar), y la mamá de mi papá, Elia Agustina Rada Gómez, es de Boca del Rosario. Por otra parte, los padres de mi mamá: mi abuela Zoila Rosa Torres es de Canaletal (Bolívar), y mi abuelo (QDEP) se llamaba Manuel Salvador Gil y era de Vijagual. 

Otra influencia muy importante desde muy niña fue la de mi tío José Domingo Noguera Pinto, quien falleció en mayo de este año. Él era un artesano que tenía la pensión del Ministerio de Cultura por contribuir al rescate de las tradiciones y fue quien nos regaló la primera tambora; además, hacía instrumentos musicales como maracas y tamboras, por lo que era muy conocido en la región y le hicieron varios homenajes en Puerto Wilches por su labor. 

Ha sido gracias a que mis padres y mi familia, desde niños, nos enseñaron el amor por nuestro territorio del que salimos por la violencia y que gracias a Dios pudimos retornar, no a vivir, puesto que las condiciones ya no son las mismas, pero sí poder ir a visitar a la familia. En ese sentido, no me victimizo frente al conflicto armado interno que vivió la región, porque a pesar de las difíciles condiciones que vivimos en algunos momentos, pude educarme, ser profesional y crecer musicalmente, no solamente yo sino también mis hermanos y mis hijos, independientemente de la guerra que sí fue muy triste y dolorosa, porque también perdimos familiares. 

Son del Río 

Con mi hermano formamos Son del Río, que es nuestra agrupación de tambora y con la que buscamos salvaguardar las tradiciones orales de nuestro territorio. 

Antes solo me limitaba a cantar las composiciones de mi papá Arcelio Noguera, que desde niña cantaba, y de otros compositores de Barrancabermeja. En este 2024, nuestra agrupación ya cumplió 9 años y nunca se había grabado ningún tema hasta que junto con mi hermano Felipe Noguera y con Son del Río grabamos su primera canción. Ahora, tenemos un nuevo proyecto musical que acabamos de grabar y aún no hemos lanzado. De esta forma, estamos trabajando en la construcción de la memoria musical de la bioregión. 

En cuanto a los temas que nosotros cantamos, tienen que ver con temas ecológicos sobre la fauna y flora de nuestro territorio, sus fuentes hídricas, la crítica social y sobre nuestra cotidianidad. Esos son los temas sobre los que se canta y se componen para la tambora, porque recordemos que la tambora no son canciones o música sofisticada, sino canciones del pueblo y para el pueblo. Son canciones hechas y creadas por campesinos que hacían llevaderas sus jornadas de trabajo. 

Luego entonces, las composiciones son sobre lo que los campesinos veían o ven en nuestro entorno: sí, toda la magnificencia de la naturaleza, el poder del río, de eso es de lo que hablan nuestras canciones, como la de "El Tigre está parado", que habla del jaguar porque los campesinos a todo felino le llamaban tigre y que narra los trabajos que pasaban los campesinos cuando el jaguar se les comía el ganado. Hay otra canción que se llama "El Bagre engafao", una cumbia compuesta por mi papá, que fue la primera canción que grabamos o las que hablan de la ciénaga San Silvestre ciudad. También, tenemos otros temas de tambora compuestos al río Magdalena, como "No me dejen morir". 

Para mí, la tambora es libertad. Es la música que nos hace libres y expresa nuestra dignidad y sentimientos. Es una música que emociona en todos los momentos de mi vida, es vida misma. Es historia porque con las tamboras aprendí aquello que me define como ser en el mundo, que no es otra cosa que nuestra cultura. Además de las cosas que hacían mis antepasados y de cómo se relacionaban con el mundo, gracias a las tamboras aprendí sobre el significado de las costumbres, cómo se vestían y qué comían. También era una forma de educar a los niños. 

Política cultural y patrimonio 

Lo primero que debemos entender es que Barrancabermeja es una ciudad multicultural porque aquí hay gente de todos lados. Entonces sería egoísta de mi parte pretender que todos la sintieran la tambora de la misma forma en la que yo la siento, pero si hace falta procesos de formación de públicos para que más gente conozca y aprecie el significado y todo lo que entraña la música tradicional del río y que hasta el momento no lo hay. 

Por eso, con Son del Río tenemos una iniciativa que se llama "Armemos la rueda", que realizamos cada dos meses en la Pollera Colorá y en la que ya hemos realizado seis (6) eventos. Esta actividad la hacemos sin ningún tipo de apoyo, pero con la fraterna colaboración de amigos y para todo aquel que se quiera vincular. La propuesta pretende ser una herramienta pedagógica para que la ciudadanía aprenda sobre nuestros ritmos, la música del río, como qué es un chandé o una guachera, pero sobretodo compartir con los demás músicos y ofrecerle a la comunidad barranqueña un momento de encuentro con su cultura. 

Entonces, la idea es poder compartir sin afanes y por fuera de la competencia nuestra música; de eso es que se trata "Armemos la rueda", donde hacemos una invitación abierta para que los músicos bailadores y barranqueños participen y aprendan un poco más sobre la tambora en el paseo de la cultura, para hablar sobre la tambora tradicional y a la que los estamos invitando para que el primer sábado de febrero del 2025 nos acompañen desde las 6 de la tarde y hasta las 11 de la noche. 

De esta forma, buscamos que la tambora sea más visibilizada, más apreciada y divulgada, y que no solamente lo hagamos nosotros, sino también en todas las instituciones educativas de la ciudad y la bioregión. Una vez al mes, se debería hablarles a nuestras niñas, niños y jóvenes sobre los bailes cantados, ya que el 70% de la gente no conoce o dice "mi abuela es de tal pueblo", pero no tuvo esa incidencia en su desarrollo como ser cultural que implica esta cultura anfibia en la que nos encontramos inmersos. No obstante, hay otro sector de la población que se define y reconoce como sujeto cultural del río, escucha, le gusta y entiende su música. 

Para muchos de nosotros, la tambora es la memoria misma de la región, entonces sería muy importante ir a las instituciones educativas para visibilizar la tambora; además, seguir haciendo eventos de tambora tradicional; también, que los directores de los grupos pudieran viajar a los pueblos donde se hacen festivales para aprender y replicar esos conocimientos en la ciudad, como lo ha venido haciendo mi hermano junto con otros músicos; en este sentido, podemos decir que gracias a "Armemos la rueda", estamos contribuyendo a visibilizarla. 

Con esta misma metodología, otras agrupaciones en diferentes municipios como Tamalameque, Río Viejo, Atillo de Lobo y Arenal (Bolívar), y en la Depresión Momposina, han llevado a cabo este mismo proyecto "Armemos la rueda". Esta actividad solía realizarse al finalizar los festivales y se llevaba a cabo mucho antes que nosotros la promoviéramos, este es el origen de esta metodología. 

Sin embargo, gracias a Son del Río, ha ganado popularidad y puedo decir esto porque desde que empecé a tocar la tambora, no se realizaban actividades como estas. A raíz de que nosotros comenzamos a hacer "Armemos la rueda", otros pueblos también han comenzado a hacerlo y están invitando a otras agrupaciones. Ahora, cuentan con el apoyo del Ministerio y algunas alcaldías. Aunque nosotros aún no hemos recibido ese apoyo, seguimos llevando a cabo la actividad. 

Cultura, mujer y ciudad 

Desafortunadamente, vivimos en una ciudad donde se ha normalizado la corrupción en todos los niveles de nuestra cotidianidad y, por supuesto, donde todo se materializa con el tráfico de influencias, el favoritismo político y el nepotismo. 

Hoy, en medio de esta realidad, es fundamental que se visibilice el rol que tenemos las cantadoras de música tradicional. La mayoría de nosotras somos relegadas y muchas no tenemos una formación académica, sino que nos hemos formado empíricamente. Sin embargo, muchas sentimos que es importante formarnos como una estrategia de salvaguarda del patrimonio inmaterial e invitar al mundo a disfrutar y relacionarse con el mundo desde esta singularidad que nos define como cultura anfibia y no desde el exotismo. 

Yo sé que no voy a cambiar el mundo, pero sí puedo contribuir con mi pequeño pedazo de mundo en el que estoy. En un futuro cercano, me visualizo con mi corporación junto a mi hermano y mis hermanas, enseñando tambora tradicional. De hecho, ya lo estamos haciendo, pero necesitamos una infraestructura para ello. Ya tenemos tambores, un tablero, sillas y un video beam, es decir, contamos con las herramientas necesarias para enseñar. Lo que necesitamos ahora es un espacio propio, ya que actualmente estoy trabajando con la comunidad en la casa de mis padres y en el parque con los niños y niñas los fines de semana. 

Actualmente, me siento muy feliz porque soy profesional en Trabajo Social y cantadora tradicional y combino estos dos campos del saber perfectamente. Lo he venido haciendo hace años con los niños y niñas que llegan aquí todos los días, muchos de ellos sin conocimientos musicales y con dificultades familiares y emocionales. Nosotros trabajamos esas falencias con el arte y la música. De esta manera, los niños y niñas tienen otras posibilidades para expresar sus sentimientos y poner límites a lo que aprenden en el proceso con nosotros. Esta experiencia promueve la apropiación del territorio a partir de lo cultural. 

Otro aspecto es darle valor y relevancia a los saberes ancestrales. Por ejemplo, la señora Evangelina Gómez es una cantadora tradicional de la que aprendí al verla sus presentaciones en los festivales. Además, escucharla es vital para la circulación de los saberes y la protección del patrimonio inmaterial, ya que aprendemos de las experiencias de estos mayores. 

Por otro lado, como aún no existe una política pública para salvaguardar el patrimonio inmaterial en los bailes cantados, muchas de nosotras, que vivimos en función de la música y la cultura, todavía nos vemos obligadas a desempeñar otras actividades alternativas para sobrevivir. Por ejemplo, junto con mis hermanas trabajamos en un emprendimiento llamado "Trenzas y Extensiones Morena Mía", el cual está ubicado en el barrio San Silvestre. Sin embargo, deberíamos estar promoviendo la cultura en la región, aunque las trenzas también forman parte de nuestras expresiones culturales.


¿Música de moda? 

Ahora parece ser que la tambora está de moda y para algunos la decisión sería: –Hagamos todos tambora… No, no se trata de hacer por hacer porque muchas personas cantan y bailan y hacen cosas por hacer, no porque son parte de ellos sino por moda, por tendencia o ganar likes en redes sociales y ser popular. No, se trata de saber cuál es el sentido social de eso que hacemos, su valor histórico y la reflexión que me provoca, lo que le aporta no solo a la comunidad sino en la construcción de esa sociedad que soñamos o que entre todos quisiéramos construir para ser mejores como seres humanos.

Por ejemplo, poder ir al territorio a Sitio Nuevo y hablarles sobre la tambora tradicional que cantaban y bailaban nuestros abuelos en las noches decembrinas porque hoy no lo saben debido al desplazamiento forzado que se dio producto de la violencia y que fracturó el tejido social, lo que ocasionó la pérdida del patrimonio inmaterial, es decir, de la tradición, que no es otra cosa que la apropiación social de los saberes populares que mantienen unida a una sociedad. 


Que aquí tambora no había escuché yo murmurar 
y que ya estaba perdida nuestra herencia musical 
las Palmas que no se oían de nuevo escuche nada 
y aquel canto de mi abuela yo quise tributo brindar, 
hay baila tambora y baila chande ahí baila Guacherna 
y derrocha también y armemos la rueda hasta amanecer 
 y que vengan de todos los pueblos a goza también… 

Rosa Angelica Noguera Siderol. "Yo rescataré" (Canción inédita).

Armemos la Rueda 

El peligro de que desaparezca nuestro patrimonio inmaterial es latente porque no ha habido un relevo generacional por culpa del conflicto armado interno. Cientos de familias y comunidades enteras fueron desplazados del territorio y con ellos sus saberes. Por esta razón, algunas agrupaciones junto con nosotros estamos trabajando para que cuando se le pregunte a alguien o a un niño, por ejemplo: "¿Cuáles son los aires de la tambora tradicional, responda: la Tambora-Tambora, el Chandé, la Guacherna y berroche?", y no solo responda sino que los identificarlos, porque si no es así, la memoria se puede perder. 

Y no es que a todo los barranqueños o él que vive aquí le tiene que gustar nuestros ritmos, aunque la mayoría debería saber qué significan, así como la mayoría se aprende un vallenato, debería cantar y conocer una de nuestras canciones tradicionales. Hoy en día, mucha gente canta música solo por cantar, hay canciones como "La perra" y "La candela viva" que son vallenatos que originalmente se compusieron para tamboras, al igual que otras que fueron popularizadas por este ritmo. 

La idea es que la mayoría de la gente pudiera comprender lo que podríamos llamar la epistemología de la tambora, porque, como ya lo dije, no se trata de cantar ni bailar por hacerlo, porque todo tiene un sentido y una simbología de donde se expresa toda nuestra cultura, desde sus ritmos musicales y canciones que antes solo cantaban los hombres y muchas generaciones después se lo apropiaron las mujeres.


Fotografía: ©ArtistasZona, diciembre, 2024.