


En tres momentos
Esta tarde, tenía los ingredientes de la ausencia y la conjunción otoñal del desespero de quienes corrían aparatosamente para resguardarse de la lluvia y de estas calles espesamente inundadas, con las que se paraliza completamente la capital del Magdalena. La misma ciudad que en sus últimos años brilló en el país por sus escándalos de corrupción en la administración pública y esa macabra alianza que sostuvo su clase política con el narcoparamilitarismo,
Las fotografías: monotonía
A pesar de ello, Santa Marta vibra como toda ciudad portuaria; así sea al caer su tarde, se enciende la inconmensurable noción de lo infinito que parece no agotarse en el entramado de la sintaxis visual de sus significaciones culturales, ni de la propia morfología pictórica del puerto construido, ni en la evolución histórica de la representación de su bahía. Quizás como en estas fotografías que desestiman la semántica de sus propios colores atrapados por la tormenta que parece avecinarse, en medio de lo monotonal que le imprime cierto carácter neutro como insolubilidad de la infinitud.
En la noche: cotidianidad monotonal
Esta ciudad que no se estaciona como su puerto encallado, sino que se inmoviliza en la noche con "Chepe Fortuna", y no es porque RCN, después de sus estudios de rating, se diera cuenta de que había que mantener su audiencia en el Caribe colombiano y decidiera finalmente producir una telenovela a la altura de sus propias necesidades. Lo cierto es que la graba en Santa Marta.
El dramatizado es lo que habría de esperarse: el patetismo de siempre, que no usa otra cosa que el invariable arquetipo con precario argumento, que se transpira en la pobreza de su guion y un humor prestado de cualquier serie de escasa imaginación de un proxeneta visual, que refleja el esotismo de un pésimo calco que pretende imitar una fracasada postura kitsch y crear en el imaginario del interior del país las asimetrías que refuerzan los mass media al ridiculizar el Caribe, presentándolo con el escandaloso ruido que se estrella con el contemplativo, plácido y glamuroso paisaje andino, que siempre parece estar aletargadamente silencioso y obediente.
Que lástima que con tan poco se enajene a los colombianos, porque es en el mar de la televisión donde naufragan los sueños: unos pocos ganan, mientras que la mayoría seguirá sintiéndose orgullosa de ser los esclavos que somos, absortos por el hoyo negro de nuestro espíritu monotonal.
Fotografía: ©ArtistasZona, 2010. Monotonales
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