lunes, 16 de mayo de 2011
EN BARRANCABERMEJA, PATRIMONIO Y LITERATURA
Identidad Barranqueña o Barrameja
Por. Luis Guillermo Romero García(*)
Si un pensamiento se materializa en un libro, es porque el universo de sus contenidos ha entrado en una ley inefable y divina que lo proyecta, en una conjunción de fuerzas internas y externas, hacia una dimensión en la que el propio pensamiento no tiene la posibilidad de hacer ningún tipo predicción válida; pero tampoco importa dicha predicción, porque la obra concluida y socializada, se sabe, entrará de manera perentoria a la historia.
Ahora bien, otra cosa es la aceptación que dicha obra tenga en su propio entorno; la validez conceptual, epistemológica, literaria o histórica que le atribuyan la cultura y la sociedad que la recibe. Porque una obra, a la larga, se convierte en un producto de valoración social. Es la gente, el público lector, quien da su veredicto final y definitivo sobre la misma.
¿Pero desde dónde se toma una obra para su análisis, para su valoración o para su deguste? ¿Desde el inventario de los rasgos culturales inmersos en la misma y que hacen que ésta se circunscriba a una determinada sociedad o cultura? ¿Desde el manejo de la palabra y el trazo de un universo de ensoñación particular que la llevan a medirla desde la creación literaria? ¿Desde la validez de sus datos cronológicos que la acercan el hecho histórico y muy posiblemente la conviertan en un texto que siente las bases o por lo menos coadyuve a un proceso identitario? Las respuestas a estos interrogantes solo las da el tiempo, ese juez inflexible, incorruptible y definitivo cuyos fallos son inobjetables.
La obra “Pipatón el cacique de los talones alados” llenará muchos ámbitos, y abrirá muchos espacios de análisis y discusión, porque no está pensada de manera unívoca y la fórmula de su construcción no podemos buscarla en un lugar diferente al universo del sentimiento. Es el amor, esa expresión sublime, decisiva y humana que mueve al mundo, la que mueve los hilos de esta singular metáfora. Amor por la Historia, amor por la Literatura, amor por el espacio físico delimitado por el nombre de Barrancabermeja, amor por la creación de mundos posibles, amor por la fabulación, amor por lo inmaterial y por lo humano, amor en fin, por la vida.
Y es que para ver “Pipatón el cacique de los talones alados” se necesitan múltiples ojos; se necesita ser uno y muchos hombres o mujeres a la vez, como podría plantearlo o proponerlo Herman Hesse; se necesita haber buceado y saboreado en las propias raíces de significación de lo barramejo o barranqueño; porque esta obra no solo es un homenaje a un mito, el único mito con que cuenta Barrancabermeja, sino el homenaje definitivo a ésta, que se ha constituido en uno de los mitos más singulares de este pequeño universo llamado Colombia. Si, se necesita la lógica y la intuición del investigador; la mística del asceta, el amor por la verdad que identifica al historiador, la sensibilidad del poeta, para abordar este obra rica en matices, en datos, en propuestas, pero especialmente rica en amor. Se necesita amar a Barrancabermeja para entender esta propuesta que habla de lo local.
Hasta hace muy poco, el hombre y la mujer barranqueña se destacaban por su carácter aguerrido, indómito, cuestionador. La historia de Pipatón podría ser una explicación válida de los orígenes de este talante y si se suma a ello la propia condición extraordinaria del héroe, estaríamos entonces entrando de plano en el terreno del mito y en este sentido, la obra de Elmer Pinilla Gálvis adquiriría la máxima dimensión y se convertiría en un texto laudatorio que rendiría homenaje no solo al héroe, sino a toda una colectividad llamada Barrancabermeja.
Esta condición de homenaje se ratifica a lo largo de todas las páginas del texto que están impregnadas de aromas, colores, sabores e historia e identidad de la ciudad del chapapote colombiano; de la ciudad “laboratorio”; de la ciudad de las luchas sociales y de la protesta ancestral por el invasor y por todo lo que signifique pérdida de identidad. Si, “Pipatón el cacique de los talones alados” es el mejor homenaje que se le haya podido tributar a Barrancabermeja en los últimos veinte años porque por sus páginas desfila una bella y lírica descripción de la flora, la fauna, la historia primigenia de una forma particular de ser y de actuar que no se distancia en nada de las condiciones actuales. En definitiva, esta obra antes de pertenecer a la humanidad, le pertenece, por derecho propio a Barrancabermeja en toda su dimensión.
En una sola voz, en un solo abrazo cálido, recibamos esta imagen que nos trae uno de los hijos de la ciudad y degustémosla como lo que es: Un homenaje a la cultura local.
(*)Lic. en Lingüística y Literatura de la Universidad de La Sabana. Docente de Lengua Castellana del Instituto Técnico Superior Industrial de Barrancabermeja.
Lanzamiento Editorial: PINILLA Galvis, Elmer. “Pipatón. El Cacique de los talones alados”. Primera Edición. Corporación Memoria & Patrimonio. Barrancabermeja, abril de 2011. Págs. 206. ISBN 978-958-99278-1-6.
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