viernes, 6 de abril de 2012

EN BUCARAMANGA, CIUDAD Y MUERTE








Desde Adentro  
Por. Victor Hugo

Gabriel Enrique Restrepo, Samir Hoyos, Mauricio Moreno, Jhon García Mendoza, Luder Ferney Díaz, Pedro Emilio Bonilla, Albeiro Núñez y Mauricio Restrepo, son nombres que hoy no le dicen nada a la mayoría de los bumangueses, porque no resultan ser figuras prominentes de la escena local, ni están envueltos en los últimos escándalos de corrupción ni parapolíticia.

Tampoco hacen parte de los ministros ni altos funcionario de gobierno del ex-presidente Álvaro Uribe Vélez, llamados hoy a responder por sus dudosas actuaciones ante los estrados judiciales; ni son los nombres de los escasos miembros del ejército colombiano condenados por las más de 2.000 ejecuciones extrajudiciales(falsos positivos) que se perpetraron por cuenta de la política de la “seguridad democrática” de esos fatídicos ocho años del anterior mandato presidencial.

Mucho menos, fueron las personas detenidas en la marcha por la defensa del agua y el páramo de Santurbán, del pasado 25 de marzo cuando la policía atacó a quienes participaban pacíficamente del acto cívico; ni hacen parte de la farándula criolla o de quienes ofician como saltimbanquis de la realidad nacional en los programas de la televisión colombiana.

Sin embargo, estos anónimos ciudadanos resultaron muertos el pasado 16 de marzo del 2012, por la presunta irresponsabilidad y la avaricia de la empresa constructora que adelanta las obras del edificio San Lucas en el centro de Bucaramanga.

Este hecho que rápidamente fue olvidado sin que ninguno de los sectores de opinión, la administración pública, los gremios económicos, la academia, los medios comerciales de información o la clase política, abordará la discusión sobre lo que significa la pérdida de esta vidas, en una ciudad que se está construyendo sobre la muerte.

Además, el llamado proyecto de remodelación urbana con el que densifica el centro de Bucaramanga, acabó con el patrimonio arquitectónico de la capital de Santander. Mientras, sus autoridades no se dan por enteradas y prefieren presentar un Proyecto de Acuerdo Municipal al Concejo, para reacomodar el Plan de Ordenamiento Territorial para favorecer sólo los intereses de los gremios económicos y las empresas constructoras, con lo que terminaran de crear el peor adefesio urbanístico, con los más graves problemas sociales del país.

Sobre la ciudad

Bucaramanga es una ciudad sin cultura ciudadana, en la que no existe el más mínimo respeto por la vida, así lo demuestra la muerte de los ocho obreros de la construcción. Pero, también, es la que un día se creyó culta porque su anterior y destituido Alcalde, Fernando Vargas Mendoza, se le ocurrió invertir $3.000 millones de pesos del erario público en una obra escultórica de Botero, sin importarle la crisis social por la que atravesaban sus habitantes debido al fuerte periodo invernal del 2010, gesto que se convierte en una señal inequívoca de su patético arribismo.

Un ejemplo de convivencia ciudadana lo constituyen los habitantes del edificio Juan Diego, en la Calle 19 con 21, donde por lo general los fines de semana, sus vecinos llaman a la policía del sector dado que un grupo de sus copropietarios se dedica a embriagarse y escuchar música frente a la entrada del inmueble a altas horas de la noche, como consta en la bitácora del CAI de San Francisco. Este es un vivido y significativo hecho de lo que pasa en términos de cultura, tolerancia y respeto. Mientras, su gente cree estar en “el mejor vividero del mundo”.

Por otro lado, la llamada “ciudad bonita”, como se le conoce en el país y de la que se sienten orgullosos sus ciudadanos, atraviesa por una burbuja económica que en los últimos 10 años ha encarecido la vivienda en un 500%, por el acelerado ritmo de construcción que la rediseñó urbanísticamente, sin estar preparada ni contar con una infraestructura adecuada para las nuevas realidades que enfrentan sus habitantes.

A pesar de ello, de sus graves problemas, Bucaramanga crece a un ritmo exponencial, dejando al margen la crisis social que viven gran parte de sus comunidades pobres y desarraigadas, para las que no existe viabilidad alguna ni política de Estado que no sea un placebo, como ocurre en gran parte del país.

Para acabar de completar el panorama, se gravan los niveles de convivencia ciudadana, en una población cada vez más intolerante y violenta para resolver sus diferencias, como lo arroja la percepción de seguridad ciudadana en las calles de la ciudad; aunque las estadísticas oficiales insistan en maquillar la realidad, como lo hacen los Estados en la muy usada estrategia de manejo del riesgo y control social.

Siendo las cosas así, resulta claro que ante una administración pública altamente politizada, como la del actual alcalde, Luis Francisco Bohórquez, y en el marco de las políticas sociales diseñadas por del gobierno nacional, la tendencia que se espera en los próximos tres años es el incremento de indicadores sociales negativos, como lo demuestran los resultados y las acciones de Juan Manuel Santos.

Por consiguiente, se deteriora ostensiblemente la calidad de vida, de una ciudad donde los gremios económicos y su clase política sólo les interesa atesorar e incrementar su poder, a contrapelo de una realidad que nos destruye y un supuesto desarrollo impulsado por la práctica de lavado de activos fruto de actividades ilícitas, que es en lo que se ha convertido Bucaramanga: la mejor lavandería del país, un secreto a sotto voce que todos saben, pero del que nadie hablar, porque se está lucrando, por miedo o vergüenza.  

Fotografía: ©Hugsh, 2012. “Las torres de la muerte”, Homenaje a los obreros muertos el 16 de marzo en la construcción del Edificio San Lucas de Bucaramanga.

2 comentarios:

Mauricio García Ortíz dijo...

¿Sabéis lo que mata tres veces más que una guerra? El trabajo. El trabajo también mata más que el alcohol y las drogas.

Tal vez sea necesario que invirtamos más tiempo en tirar de las orejas a los responsables de la seguridad en nuestros puestos de trabajo. Porque 2 millones de personas mueren cada año en accidentes o por enfermedades relacionados con el trabajo.

A nivel mundial, los trabajos más peligrosos son la agricultura, la minería y la construcción.

Para calcular el riesgo de muerte se emplea lo que se llama la escala de Duckworth, creada por el doctor Frank Duckworth, editor de la revista Royal Statistical Society. La escala mide la posibilidad de morir como resultado de una determinada actividad. La tarea más segura puntúa 0. La que puntúa 8 equivale a una muerte segura.

En base a ella, el juego de la ruleta rusa(suicidio) implica un riesgo de 7,2.

20 años practicando alpinismo conlleva una puntuación de 6,3.

La probabilidad de morir asesinado puntúa 4,6. Un trayecto de 160 kilómetros en coche, en condiciones normales, puntúa 1,9.

Mauricio García Ortíz dijo...

¿Sabéis lo que mata tres veces más que una guerra tipo? El trabajo. El trabajo también mata más que el alcohol y las drogas.
Porque 2 millones de personas mueren cada año en accidentes o por enfermedades relacionados con el trabajo.
Para calcular el riesgo de muerte se emplea lo que se llama la escala de Duckworth, creada por el doctor Frank Duckworth, editor de la revista Royal Statistical Society.