martes, 9 de abril de 2024

HANNAH VILLIGER SOBRE EL AQUÍ Y EL AHORA


Con una mirada que se detiene a observar las tensiones de su cuerpo reflejado, sin intervenirlo ni agredirlo, pero tampoco sin poetizarlo, simplemente en una actitud contemplativa de quien intenta indagarse así misma por el aquí y el ahora, la artista helvética Hannah Villiger nos cuestiona sobre qué tan consientes somos sobre nosotros mismos. 

Estas y otras imágenes, así como documentos, son parte de la retrospectiva que le rinde homenaje a una práctica artística que oscila entre la escultura y la fotografía, desde principios de los años setenta hasta mediados de los noventa del siglo pasado; evento que abrió el Centro Pompidou - Museo Nacional de Arte Moderno, con la colaboración de la Fundación Estate Hannah Villiger y bajo la curaduría de Julie Jones, estará abierta en París hasta el próximo 22 de julio del presente año. 

La artista, Licenciada en Escultura por la Escuela de Artes Aplicadas de Lucerna (Suiza) en 1974, rápidamente irrumpió en la escena internacional con sus trabajos inspirados en la tendencia del arte povera y el conceptual, donde presentó objetos sencillos e incorporó diferentes materiales orgánicos.



Por otro lado, con una cámara de réflex de 35 mm produjo distintas series de fotografías en blanco y negro, cuyo protagonistas son elementos naturales en movimiento, como plumas, pájaros y agua, entre otros; mientras que su serie del cuerpo fragmentado, trabajo que denominó “Skulptural”, lo realizó con una cámara Polaroid; instantáneas que son presentadas en gran formato. 

Cabe señalar que la obra de Hannah Villiger revela ciertas influencias de las artistas contemporáneas como Valie Export, Cindy Sherman, Martha Wilson o incluso ORLAN; sin embargo, ella deja a un lado las reivindicaciones feministas o identitarias, muy populares en esos momentos y que están muy presentes a todas las artistas. 

Por esos días, llamaba la atención la grandilocuencia de las publicitadas y destacadas creaciones de las artistas del momento, quienes se batían entre la abyección y la puesta en escena de la muerte del cuerpo como objeto; fue una prolija época donde las creadoras también apelaron a lo extremo como lo hicieron las neovanguardias de la segunda mitad del siglo XX; a la publicidad, las intervenciones sobre su propio cuerpo al estilo de la francesa Mireille Suzanne Francette Porte, más conocida como Orlan, o la argentina Nicola Constantino, con el propósito de presentar las complejidades conceptuales de una posmodernidad que hacía tránsito y era devorada por las tesis que imponía la democracia liberal burguesa a través de sus medios corporativos de información y la reafirmación de valores de la tan anhelada libertad pregonadas por el neoliberalismo, mientras se acomodaba plácidamente en el relativismo moral en su defensa, pero que se constituyó mérito indiscutible del fracaso de la “civilización” de un supuesto mundo basado en reglas promovidas por los países desarrollados del G7 y la ONU

Hecho que quedó abiertamente demostrado frente a sus pretensiones neocoloniales, el suprematismo de la excepcionalidad anglosajona y el eurocentrismo; además, de la innegable participación de estos Estados en el genocidio del pueblo palestino en Gaza.

Sin embargo, Villiger desde la simplicidad desarrolló una obra que reflexionaba sobre lo básico; ese es su incontrovertible valor, él de una artista que se atrevió a exponerse en una época en que se teatralizaba el arte, en medio de un mundo cada vez más circense.

A partir de 1986, Villiger desarrollo su actividad artística en Paris, desde donde participó en numerosas exposiciones internacionales en los años 1990, en el que se destaca la Bienal de São Paulo de 1994; así mismo, sobre su trayectoria su 2001, Kunsthalle Basel montó una retrospectiva. Por otro lado, a principios de 1980, Villiger utilizó la fotografía para producir imágenes a partir de sus esculturas y así recontextualizó a Raising of Dust (1920), de Man Ray y Marcel Duchamp. 

Finalmente, en sus fotografías sobre el cuerpo fragmentado, ella sostiene un espejo mientras realiza sus autorretratos y lo envuelve con un tejido, con esta acción reemplaza la piel y la duplica, y al revestirla adquieren cierta dimensión escultórica.


Fotografía: 

1. Hannah Villiger, Skulptural [Sculptural], 1988/89 
Epreuve C-print (à partir d’un Polaroid), monté sur aluminium, 
125 x 123 cm. 
©Foundation The Estate Of Hannah Villiger. 

2. Hannah Villiger, Skuptural [Sculptural], 1998-1989 
Épreuve chromogène (à partir d’un Polaroid) montée sur aluminium, 
125 x 123 cm Centre Pompidou
Musée National d’art Moderne Achat, 2012 
©Foundation The Estate of Hannah Villiger © Centre Pompidou,Mnam-Cci/Georges Méguerditchian/Dist. Rmn-Gp

3. Hannah Villiger, Skulptural, [Sculptural] 1988-1989
Épreuve chromogène (à partir d’un Polaroid) montée sur aluminium 
125 x 123 cm 
Centre Pompidou, Musée national d’art moderne Achat, 2012 
©Foundation The Estate of Hannah Villiger ©Centre Pompidou,Mnam-Cci/Georges Méguerditchian/Dist. Rmn-Gp

4. Hannah Villiger, Skulptural [Sculptural], 1995/96 
Epreuve C-print (à partir d’un Polaroid), montée sur aluminium, 
125 x 121 cm 
©Foundation The Estate of Hannah Villiger

5. Hannah Villiger, Skulptural [Sculptural], 1995/96 
Epreuve C-print (à partir d’un Polaroid), montée sur aluminium, 
125 x 121 cm 
©Foundation The Estate of Hannah Villiger

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