martes, 28 de abril de 2009

12 SALÓN REGIONAL DE ARTISTAS-2 PARTE




Territorios Ignorados y Territorios Visibles, Región Surcolombiana
Por. Ovidio Figueroa Benavides, Curador

ARTE POPULAR, ARTE DE TODOS

La obra: “Montonera Desgualangada” (*) del colectivo “Los Relles Magos”, desarrolla su proyecto a partir de las estéticas vivas del carnaval, estéticas populares, estéticas rituales, estéticas de transformación y cambio. El Carnaval de Blancos y Negros tiene dos caras de una misma moneda, por un lado está el 6 de Enero, día principal del carnaval, día en el cual se realiza el magno desfile por las principales calles y avenidas de la ciudad de Pasto, que la atraviesan de sur a norte, Las carrozas y su monumental escultura flamean en este día y sus cultores los artistas del carnaval, muestran con orgullo sus motivos, ayudándose de la música, el color, la fantasía y la ebriedad que transitan en las sonrisas, en la mirada, en los cuerpos, en el espacio arquitectónico. Todo un día de concurso y alegría.

El otro lado de la moneda en el carnaval, es el 31 de diciembre, día en el que cada casa, cada familia de los diversos barrios de la ciudad realizan los años viejos, esculturas a tamaño natural hechas con prendas usadas de los diferentes integrantes de la familia, los pantalones del papá, la camisa de la mamá, los zapatos del hijo mayor... Construcción colectiva de cuerpos rellenos de tamo, trapos o viruta de madera.

Anteriormente todo era hecho en casa, por ejemplo, las manos se hacían de cartón, la cabeza con las medias veladas rellenas de aserrín o viruta, el rostro se recortaba de algunos empaques en los cuales venía pintada una máscara. El año viejo se lo iniciaba el 30 de diciembre y se terminaba el 31, día en el cual se lo sacaba al umbral de la casa, sentado en la puerta, amarrado en una silla; los niños pedían monedas para comprar pólvora o dulces. Con el paso del tiempo, ciertas partes de los años viejos se empezaron a vender en el comercio, en particular las caretas, graciosamente confeccionadas. En los últimos años, se observa en Pasto la venta de los años viejos, se consiguen de todo tamaño, de todo precio, en especial en las principales avenidas en donde se aprecia un rimero, una montonera de ellos con sus formas jocosas. Poco a poco la tradición del año viejo ha ido modificándose, desde hacerlo todo en casa, con las prendas de la familia, hasta adquirirlo como cualquier mercancía en la calle. La economía informal, el rebusque que de acuerdo a la temporada vende lo que sea, ha hecho que la tradición popular de hacer el año viejo vaya cambiando, mudando, afectado por la situación laboral actual.

Lo que no ha cambiado es la tradición de quemar esta particular escultura, ritual que se lleva a cabo a las 12 de la noche del 31 de diciembre, donde toda la familia reunida sale a la calle y el año viejo una vez relleno de pólvora es roseado con gasolina, algunos tienen la costumbre de escribirle y llenar dentro del muñeco esos secretos personales, textos que el fuego de media noche trasmuta y el estallido de la pólvora desbarata, desarticula, descompone esa vieja esencia, llevándose consigo todos los actos, gestos, palabras y sentimientos fuertes, atravesados de energías pesadas que durante el año han causado algún malestar. Mi madre solía decir “que se queme todo, que no quede nada, que se vaya ese viejo”, posteriormente el ritual continua con la llegada del año nuevo, con el abrazo sentido con toda la familia y los allegados, darse el feliz año es la otra parte del ritual, del otro tiempo, del otro año que se encuentra con el pasado, año nuevo, año por llenarse de nuevas cosas, de nuevas esperanzas y anhelos. Procesos estéticos al interior de las familias, al margen de los concursos de carnaval. Estéticas del recato.

El colectivo “Los Relles Magos”, analiza las diversas fases por las cuales han pasado los años viejos y plantean una obra que involucra actividades plásticas y comunitarias. Lo primero que ellos hacen es diseñar una tarjeta postal en la cual se encuentra toda la información visual y textual del proyecto; postal que posteriormente se intercambia con las prendas que se recolectan en los diversos barrios de la ciudad. Previa selección, las ropas se unen, se cosen, se rellenan, se vuelven un solo cuerpo. Cuerpo - minga, cuerpo carnavalizado. Obra que en su primera etapa se expuso en el umbral, a la entrada de los museos en Ibagué y Neiva.

El Proyecto que recorre la región lleva consigo una segunda obra, el año viejo buzón, experiencia comunitaria que se fue llenando de todo tipo de textos: ruegos, peticiones y sueños que los visitantes a la exposición escribieron en Ibagué y Neiva. Año viejo buzón, depositario de los cambios, aquellas cosas que ya no se quiere continuar haciendo y realmente se anhela expulsar de cada ser mediante el ritual de la quema, acto performático que se realizó en Pasto, último sitio de itinerancia. Ritual que expulsa de los corazones y mentes esos secretos que el fuego difumina. Acción estética participativa, bienestar colectivo que cada año se realiza en Nariño y que los Relles Magos convidan a través del 12 Salón Regional de Artistas, a toda la región Surcolombiana. Estéticas que actúan en la salud de la sociedad, respiran y se mueven a través de los tiempos.

2. EL ARTE CONTEMPORANEO Y LAS DIVERSAS MIRADAS DE LA VIOLENCIA EN LA REGIÓN SURCOLOMBIANA

El tema de la violencia es recurrente y tiene diversos acentos como por ejemplo, la violencia sobre la naturaleza, el devastamiento de los bosques, del agua, de la selva; violencia sobre lo humano, los enfrentamientos armados de la guerrilla, el paramilitarismo, el narcotráfico, el secuestro, las masacres, violencia intrafamiliar y otros tantos matices. Los artistas de la región surcolombiana en más del 50% trabajan esta temática en sus propuestas. Seguidamente haré alusión a algunas de ellas.

En la obra “Historia del desarraigo vs Graffitis mentales” de la artista tolimense Olga Martínez se observa que mientras la historia de Colombia y el museo Nacional muestran con gran orgullo los diversos periodos de las antiguas civilizaciones prehispánicas, en donde las piezas esculpidas en plata, oro, tumbaga, piedra, cerámica y tejidos son objeto de muchos estudios antropológicos e históricos; hoy los herederos de estas culturas antiguas se encuentran en situación de desplazamiento en las ciudades colombianas, y mientras se valora el pasado ancestral en los museos, se descuida el presente heredero de esa tradición, y se convierten en mendigos, en desarraigados cultural y geográficamente.

La violencia y su relación con el narcotráfico es el tema de reflexión de Maryen Karina Perdomo, en “Topografía monetaria”, en la cual el acto de taparse la cara lleva implícito la vergüenza que se siente al ser descubierto, al verse sorprendido por la ley.

Daniel Ramírez y Pilar Garzón, artistas del Tolima en la obra “com-pulsión”, reflexionan acerca de la salud mental en la que se manifiestan los estados obsesivo-compulsivos de algunas personas que usualmente se envían a los hospitales psiquiátricos o se las recluye en sus casas, escondiéndolas, aislándolas de la sociedad que precisamente es en alguna medida la causante de la enfermedad.

En la obra de Ana Lucia Tumal “Una vez también fui un conejo”, se critica la imagen de domesticación de animales sacados de su hábitat, enjaulados, forzados a vivir bajo un ritmo diferente a su naturaleza.

Martha Pachón, es una de muchos colombianos que salen de este país por diversas razones, ya sea porque son obligados, forzados o porque no hay trabajo y toca buscarlo en otras latitudes. En su obra “recorta, colorea y pega”, viste con diferentes trajes a sus seres cercanos, salidos de su álbum familiar, fotografías en blanco y negro en las cuales la artista siente esa necesidad de conexión desde su actual residencia en Italia, recordando su vivencia infantil, los olores y sabores de su patria chica, la Región Surcolombiana.

En la obra de Raphael Gavilar “Los vientos aún huelen a sangre”, se siente el desplazamiento y abandono de unos seres muy solitarios. Afectado en carne propia, pinta la angustia que se percibe en la obra a flor de piel.

En la obra de Mario Ayerbe “Puntos de fuga, y pienso luego escapo”, se observa la espina como tortura, el peligro, la soledad en un fondo oscuro de angustia y tristeza.

Félix Hernández en “Elementos de fuga”, hace alusión a la confusión y caos ambiental, natura-cultura que ayer fue verde y hoy desafortunadamente se tiñe de gris.

Jader Rivera, en la obra “Expansión del dolor”, construye una ‘atmósfera de calma’ en los cuerpos, los amarres, los cuchillos, los textos, que aluden a las fases de la muerte-sueño.

Rocío García en “Perturbación”, plantea el problema del aborto, instalación con fotografías que hacen que la mayoría de los espectadores se acerquen a observarlas y al mismo tiempo la obra los repulsa.

También hay violencia de otro orden en la obra de Julián Hernández en “Imágenes Latentes”, en la cual el artista hace alusión a lo sucedido en la etnia de los Pastos, referente a la destrucción de la arquitectura del pasado en el presente. Las casas vernáculas hoy en día son paulatinamente reemplazadas por otro tipo de arquitectura influenciada desde otras latitudes, implicaciones que generan desacomodo sociocultural en las comunidades tradicionales. Es una reflexión sobre la influencia del progreso que en alguna medida, obliga a cambiar las viviendas antiguas por las de ladrillo y cemento, porque se supone que al cambiar la tulpa, la paja, o el piso en tierra se mejora el estatus; nos han hecho creer falsamente que al estar anclados en el pasado es síntoma de atraso. Esta es la visión de un progreso al que únicamente le interesa el “otro” en la medida en que éste sea un consumidor de materiales de construcción que reemplaza la tradición ancestral afectando las maneras de ser y estar de los pueblos indígenas; la tulpa, por ejemplo, no es solo un lugar donde el fuego cocina los alimentos, sino una minga familiar, alrededor de la cual se cocinan las ideas, los problemas y las soluciones, es un lugar de encuentro.

Evelio Gómez en su obra “Sentido de pertenencia”, alude a la resistencia cultural, entre lo tradicional y lo contemporáneo, la tradición poco a poco se va perdiendo y la modernidad y/o contemporaneidad “va ganando espacio”. En Evelio se siente la invasión del progreso que tapa o que intenta borrar la fuerza ancestral indígena. Situaciones que han generado la paulatina desarticulación de la cultura, y el desvanecimiento de la relación armónica natura - cultura. Los saberes de las culturas andinas han sido poco a poco aniquilados. Esta escultura muestra cómo nosotros somos el resultado de los dos lados, tanto de la máscara como del lado tradicional, lo interesante no es estar a favor de una y en contra de la otra, sino conocer los dos lados, o tal vez indagar los otros rostros y sus máscaras.

En el proyecto “Cabeza de ruido, espécimen endémico”, de Miguel Kuan, se observa un hombre sujetado a una pared con unos alfileres, que le impiden moverse. Espécimen que está en contra de su voluntad, enfrentado a una realidad. En Neiva, al sacarlo del guacal, se sintió que estaba animado por el espíritu del artista, no parecía un ser inerte, sino un ser vivo con aura, con hálito, con personalidad. El sonido en su cabeza es algo que libera el pensamiento y por ahí su cuerpo.

La imagen deviene sonido, el sonido deviene imagen a través de la cinta del destino, personaje cibernético en el éxtasis profano de lo humano museificado, momificado, quizá sea cierto aquello de que lo humano es una invención reciente, el hombre se muestra como aeronauta clonado y clavado como insecto en un espacio-tiempo de memoria que no es propiamente la suya. Las imágenes y los ruidos en el fondo de su cabeza remiten a un momento en el que todavía los humanos existían, en el que su esencia se hacía oír en sí mismo y se hacía proyectar en los otros a la manera de una pregunta por el sentido de su existencia.

Al observar la “Montonera Desgualangada” del colectivo Los Relles Magos al lado del “Cabeza de Ruido, espécimen endémico” de Miguel Kuan, se genera un sabor extraño, sin que eso quiera decir que no se tiene la posibilidad de construir un nuevo gusto en las papilas, con esos sabores disímiles juntos, conviviendo en un mismo espacio que alberga lo que es la región y entender aquello del principio constitucional, un país construido por expresiones, sentires y estéticas distintas, que merecen igual respeto y validez. Se debe poseer hoy más que nunca la capacidad de aceptar y de reconocer al otro, pero no al otro allá lejos, distante, sino al vecino, al ser próximo con capacidad creativa que recrea y problematiza el mundo desde el arte, que invita a quererse y aceptarse tal como se es.

Alexander Calderón en “Canto de Esperanza”, muestra la exhuberancia de la naturaleza, color respirable, pero en medio de esa fantástica vegetación caqueteña, aparecen unos seres mimetizados, desolados, tristes, abandonados…

Claudia Ortiz en “Ojos negros”, muestra una serie de fotografías de mujeres a tamaño natural que han sido víctimas de la violencia intrafamiliar, las cuales miran frontalmente al observador, como diciendo: esta es la última vez que ocurre, no va a pasar más y quiero que a usted no le pase, es como si se miraran en un espejo y se hicieran un llamado de atención para decir: “no más”, “es la última vez que me faltan al respeto”. Actitud desafiante ante la violencia causada por el otro, enfrentamiento tenaz.

Javier Gómez en su obra “Autoamputación”, aborda una violencia que no se percibe a primera vista, es imperceptible y microscópica. El problema biopolítico, la colonización del mundo de la vida (bios) por medio de estrategias que rayan en lo absurdo de las nuevas posibilidades genéticas. Hay necesidad de un nuevo lenguaje, el arte y la vida no pueden pensarse por separado, muchas veces el arte al entrar al museo se separa de la vida, de esa vida que queda fuera del territorio institucional.

“Post-homosapiens” de Juan Carlos España invita a reflexionar sobre la sociedad contemporánea, la cual se encuentra en el limbo, en un tósigo existencial, atragantada y desbordada, en el límite de su propio narcisismo, en el engullimiento constante de la alteridad que ahoga la diferencia.

La historia del arte ha sido el resultado de fuertes dispositivos ideológicos que han reducido lo nuevo, lo periférico, lo marginal a la categoría de lo no válido, no canónico. La particularidad de un sujeto enfrentado a la globalidad por un sistema que lo engulle, que lo atrapa y lo secuestra en sus modos de actuar y de decir. Sin embargo, la esperanza radica en el gesto de salir a la calle a perfumar la desolación y la caída en un mundo retorcido hasta los goznes por la injusticia.

Hay otras obras con otras sutilezas a la hora de entender el fenómeno de la violencia como la de Jennifer Cortés, para quien lo peor en Colombia aún no ha llegado, esta niña afrodescendiente de décimo grado, piensa que la violencia desencadenará en la ausencia de sonrisa, en la desesperanza y la desilusión de todo. Ella muestra un grupo de seres humanos que habitan esta región, quienes ya no ríen; una realidad reflejo en la que estamos metidos todos. ¿Será que estamos haciendo algo por cambiar o solo pasamos de largo?.

Esta obra apunta a la conjuración de la enfermedad del siglo XXI, la depresión, aunque el aborto, el secuestro y el desmembramiento de un cuerpo antes y después de nacer, y la cuna de la desposesión en Espacios en Blanco y Negro de Alfredo Palacios llevan también a reflexionar sobre la construcción de otras nuevas realidades. El vaciamiento de los símbolos en la juventud contemporánea, un excedente de violencia que la historia y la política no han sabido conjurar, Todo esto lleva a pensar que no hay más remedio que estar con el otro en amistad, que no hay más remedio para la oscuridad y el vacío del desencuentro que enfrentarlo.

Existen en el 12 salón regional otras propuestas artísticas que toman distintos caminos frente a la realidad Surcolombiana, es el caso de Oscar Salazar en “Los Deslizadores”, obra que lleva al encuentro con lo otro del tiempo, con situaciones impensadas, navíos que se deslizan hacia una hiperbórea andina de locos soñadores, atrapados en el encanto espiralado del estar suspendidos en la existencia. Esta es una experiencia capaz de modificar y cuestionar el estatuto objetivante de la verdad institucional. La obra actúa como catapulta de la memoria en la capacidad de asumir la piedra del destino en vaivén, en danza evanescente que flexibiliza la noción inmanente del mito, mejor, lo suspende, lo abre a otros puertos de la imaginación, del sueño, de la utopía, más allá de la teluria y el cansancio de la producción material, un cierre a los fundamentos y a los fines, en la palabra esquiva de lo imposible que resiste las adversidades de la carne, significante flotante que escapa a la arena ideológica del sentido de la obra de arte abordada en simplicidad.

El Colectivo Ciudad a pata, en su obra “Ensamble poligráfico plaza-s de Nariño. Cartografías-s del imaginario” recuerda que recorrer la ciudad implica volverla a pensar, nudo-plaza, centro mítico contemporáneo para la propia creación de nación y mundo. Incita a extrañarse con aquellos lugares aparentemente comunes, a volverse extranjeros en el propio territorio para ver lo invisible cotidiano y recuperar el aporte discontinuo de la confluencia entre lo local y lo global (glocal). ¿Cómo es que se piensa y/o se actúa? Hay que desatar este nudo o anudar otro viaje a pata entre el arte y la filosofía, entre la tecnología y la manufactura, porque andando y desandando se logra inventarse a sí mismo a cada instante.

Finalmente, la constitución política de Colombia de 1991, en su artículo 7, manifiesta que nuestro país se encuentra conformado por regiones, las cuales son multiétnicas y pluriculturales, manifestaciones que deben ser reconocidas por el Estado en igualdad y dignidad, debido a que ellas son el fundamento de la nacionalidad. Por lo tanto, se puede afirmar que la nacionalidad se construye también a partir de experiencias artísticas y prácticas culturales que hacen posible la comprensión y asunción de los propios imaginarios sociales. Con la instalación del 12 Salón Regional de Artistas, Zona Sur, se descubrió una discrepancia entre las leyes constitucionales y la vida real. Hay diferencia entre lo que se escribe y lo que se practica, entre lo que queda visible y explícito y aquello que se mantiene dentro de un ámbito velado que no cabe en la sistematización legal o construcción escrita de la ley.

La aplicación constitucional de las leyes a la vida social debería estar sometida a una práctica pedagógica, más allá de la simple repetición de un concepto jurídico, a través de un proceso de simbolización y prácticas estéticas que hagan posible la construcción de un renovado sentido de la riqueza cultural. Sería interesante adelantar estudios que conecten la búsqueda de construcción de nación desde la región, y en el caso de las artes visuales, re-visar la historia particular de los salones regionales y el nacional en tanto sumatoria de la diversidad cultural de las regiones, no únicamente desde la mirada del triángulo metropolitano, que perfila procesos hegemónicos de las estéticas del centro, y que en alguna medida desconoce la provincia, sino también en el sentido de comprender que la nación resulta de la suma de las regiones.

El estado manifiesta mediante la constitución la dignidad e igualdad de todos los que conforman la nación, sin embargo, no siempre se ha reconocido que las regiones periféricas están en capacidad de aportar elementos importantes para el desarrollo de un proyecto de nación. Si este es un país pluricultural, se debe reconocer de manera explícita que todas las regiones tienen la posibilidad de aportar. Al relacionar la constitución del 91 (artículo 7) y los salones nacionales de arte en Colombia, se recomienda la creación de una posible línea de investigación en estudios históricos desde las regiones que asuman de manera directa lo pluricultural y lo multiétnico. Por lo tanto, no sólo se deberían abrir convocatorias de investigación curatorial para cada versión de los salones regionales, sino que además se propongan convocatorias para estudiar la historia de los salones regionales y nacionales en Colombia, investigar no sólo las versiones oficiales del arte, sino las otras historias. Estudios que sentarán las bases de las estéticas regionales cimentadas en tres hilos por tejer entre lo tradicional, lo popular y lo contemporáneo e iniciar nuevas tramas y urdimbres que den cuenta que desde lo local y regional el concepto de nación se nutrirá y será posible hablar de un arte colombiano.

“Territorios Ignorados y Territorios Visibles en la Región Surcolombiana”, invita a continuar el viaje, caminando sus lugares llenos de mixturas, secretos y conocimientos, recorriendo el pasado, habitando el presente y recreando su geo.

*Desgualangado: en lenguas nativas del sur occidente colombiano, es sinónimo de Descachalandrado, que quiere decir: desarreglado, desordenado.

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