viernes, 27 de junio de 2025

EN BARRANCABERMERJA, DEL SEMÁFORO A LA CARPA Y OTRAS ESTÉTICAS


In memoria a Deison Andrés Guio Pabón 
Que brille su luz.
 
“Panem et circenses” (pan y circo) fue la lapidaria conclusión a la que llegó el poeta romano Juvenal en su Sátira X, luego de hacer una lectura política sobre la realidad de un imperio que empezaba a colapsar, mientras su pueblo le sonreía plácidamente a su emperador cuando recibía gratuitamente harina de trigo y se entretenía con los ríos de sangre y piel que corrían en la arena de sus circos. 

Hoy no vamos al circo, sino que hacemos fila en las oficinas públicas o le cumplimos la cita a la inauguración de cualquier obra del alcalde de turno, donde el político atiende a su clientela y reparte subsidios o contratos, en medio de parlantes, cumbias, hip hop, muchas cámaras y alguno que otro saltimbanqui contemporáneo que busca sobrevivir. Prácticas por las que se caracteriza la alcaldía distrital de Barrancabermeja, pero no es la única, porque el hecho se repite a lo largo y ancho del país. 

Así, la clase política tradicional establece su gobernanza con el fin de mantener cierto equilibrio entre las fuerzas que se suponen comparten el poder y, a su vez, generan un amplio margen de negociación con sus alianzas, mientras los opíparos negocios y las mafias entran por la puerta trasera de las oficinas públicas, como ocurrió en Medellín con su actual alcalde, Federico Gutiérrez. 

Pero lo que sucedió con la Donbernalidad en el Valle de Aburrá no es el único caso; al parecer, el país olvidó, cuando el 23 de abril de 2008, entró a la Presidencia de la República, sin ser registrada oficialmente la visita, el paramilitar Pedro Antonio López Jiménez, alias Job, mano derecha de Diego Fernando Murillo, alias Don Berna, quien era el capo de la Oficina de Envigado antes de ser extraditado. 

Cabe recordar que este peligroso delincuente, alias Job, tuvo a su cargo el complot contra la Corte Suprema de Justicia en momentos en que se investigaba la parapolítica y que fue asesinado solo cuatro (4) meses, a finales de julio de 2008, después de ser uno de los más excelsos invitados a la Casa de Nariño durante la presidencia de Álvaro Uribe Vélez. 

Que coincidencia, ¿no? Los dos connotados políticos son paisas(1), están envueltos en escándalos de corrupción. Aunque el hoy acusado Uribe Vélez fue presidente, el otro alcanzó a ser su candidato a la primera magistratura del país y juntos pertenecen al mismo partido. 

Lo cierto es que, aunque no fueron los romanos quienes crearon el circo, sí lograron perpetuar esta práctica clientelar de pan y circo, que hoy los teóricos o opinócratas llaman populismo. Pero quienes más le han sacado fruto son los ambidiestros ideológicos, muchos de los que hoy se disfrazan de progresistas naranja, y quienes hicieron de la política su circo personal, para redistribuir la pobreza, como lo hacen los clanes políticos del país: el Char en Barranquilla, Gnneco en Valledupar, los Valencia en el Cauca, los Aguilar en Santander y hasta los Caicedo Omar y su secta en Santa Marta, quienes se disputan la samaria con los Pinedo, solo por nombrar algunos. 


De Roma a Londres 

Aunque algunos historiadores y antropólogos coinciden en que el circo no nació en Roma y que tal vez su origen sea hace 3.000 años a. de C. en la China milenaria o en la Mesopotamia, dado que en la tumba egipcia de Beni Hassan del 2040 a. de C. se encontró un mural con una escena donde aparecen los acróbatas; pero fue en el Londres de 1768 que un experto jinete, Philip Astley, inauguró por primera vez un espectáculo con lo que hoy se conoce como el circo moderno y que consolidó como negocio en 1770, cuando construyó un escenario circular con graderías de madera, que se convertiría en el Astley’s Royal Amphitheatre. 

Ahora bien, en los 80 y luego, el teatro callejero volvió a reinstalarse para el consumo y se tomará un nuevo impulso, dejando de ser solo una herramienta irreverente y contestataria que se paraba desafiante frente al poder de los neoconservadores y colonialistas blancos que terminaron por tomarse el mundo entre 1979 y 1990, de la mano de la primera ministra inglesa Margaret Thatcher junto a sus sombríos amigos, quienes, a pesar de los esfuerzos de los movimientos sociales, impusieron su agenda globalista, la misma que hoy galopa en el viejo continente, los Estados Unidos y algunos países latinoamericanos.

Sin embargo, no había ninguna inauguración de los grandes festivales en Europa en la que el teatro callejero no fuera su acto central; por lo que se comenzaron a producir imponentes espectáculos, que eran la lección inaugural que levantaba el telón de estos evento. Algunos de ellos tuvimos oportunidad de verlos durante el Festival Iberoamericano de Bogotá. (Mientras que en Bucaramanga, en 1985, en el Parque Santander, los fines de semana actuábamos con el teatro "La Culona", dirigido por el inolvidable Juan Torres, quien, junto a sus amigos, se recogían recursos para participar en el último Festival Mundial de la Juventud que se realizó en la Moscú soviética de esa época). 

Así se popularizó en las plazas del mundo lo que finalmente terminó siendo el actor circense o payaso clown, que luego se romantizaba en una película anticipatoria de 1928, como lo fue “El hombre que ríe” (Ver), basada en el libro del poeta del romanticismo francés Víctor Hugo, “L'Homme qui rit”, o al mejor estilo hollywoodense, con la gran actuación de Robin Williams en 1998 en “Patch Adams”: además, de los populares videoclips que se producían para la industria fonográfica y que quizás vimos en MTV. 

En la actualidad, los volvemos a ver en los semáforos, de donde jamás se fueron, una especie de héroes contemporáneos que muestran su destreza, desafían a los transeúntes y a ellos mismos, en cada una de sus intervenciones, muchas de ellas abiertamente arriesgadas, no solo para su escaso público, sino para ellos mismos. 


La carpa ambulante 

Mientras en los barrios populares de los municipios más perdidos del país aún deambulan una que otra carpa, deteriorada hasta no decir más, y que logran remendar antes de extender en algún lote vacío, lo que algunos vecinos llaman el teatro pobre. 

No obstante, lo disfrutan los fines de semana por igual, y es ahí donde las comunidades agrarias tienen la oportunidad de ver por primera vez en sus vidas y, tal vez, sonreír con el acto de algún payaso que, a su vez, es malabarista, contorsionista, trapecista o domador de un grupo de tres perros con la piel pegada a sus costillas y que siempre aparece en escena para el deleite de todos y, además, es el presentador central de todo el espectáculo. 

Pese a ello, alcanzan a ser dos familias las que se mueven en viejos carros a punto de vararse y que andan no por la gasolina sino por puro milagro. Pero eso sí, están adaptados para navegar por las trochas que conducen a nuestros pueblos y corregimientos, en los que año tras año los esperan ver, tal como lo hacía Melquíades en “Cien años de soledad”

Generalmente estos actores trazan un itinerario que los lleva cada 365 días a presentarse al mismo público, y quienes son recibidos con aprecio y los ayuda con una que otra vianda, quizás por solidaridad de clase. Con ellos estuvimos soñando un proyecto de fotografía documental, la realización de varios reportajes y la publicación de un diario de viaje, pero se nos quedó en el tintero por falta de recursos. 


Sobre la Estética 

De qué tipo de representación, estéticas o narrativas, estamos hablando con la puesta en escena de los actores circenses en el país. Hasta donde sus intervenciones de semáforo nos plantean alguna reflexión, nos dejan preguntas o su performance refleja o hace parte de un planteamiento o visión del mundo, o simplemente se trata de presentar un cuerpo hiperrealista y diestro que desafía su centro de gravedad, algún síndrome disociativo o fobia, como cualquier héroe, sin efectos digitales y al estilo Marvel. No lo sabemos, ni queremos señalar qué está bien o qué no, sino especular con todo observador de la realidad.

Por lo pronto seguiremos leyendo en colectivo el libro de “Opiniones de un payaso” de Henry Böll, que refleja muy bien la actual Alemania nazi en manos del canciller globalistas Fiedrich Merz, quien justificaba el pasado 17 de junio la guerra que inició Netanyahu, cuando decidió bombardear al pueblo persa de Irán y quien abogaba por un cambio de gobierno: “Este es el trabajo sucio que Israel está haciendo por todos nosotros. También somos víctimas de este régimen”, aseguraba Merz. 

Finalmente, quizás algún día veamos a los actores circenses del semáforo con sus carpas de pueblo en pueblo, con nuevas propuestas de estéticas liberadoras del pasado, promoviendo la paz y la expansión de la conciencia. Aunque hoy algunos sigan empeñados en buscar por fuera lo que llevamos puesto, eso que podemos construir como nación. 

(1) Cuando hablamos de “paisa” no referimos a los nini o pasotas que representan la cultura traqueta que se extendió por todo el país impuesta por los narcoparamilitarismo y los medios de información, que reflejan en su precaria estética que va desde la arquitectura neorococo a la colombiana, la música (Vallenato, los corridos y el hip hop) y pasa por las narconovelas que los narran, no a los nobles y dignos campesinos montañero, que hoy defiende los valores de la antioqueñidad. 

Fotografía: ©ArtistasZona, Febrero de 2025.

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