martes, 1 de julio de 2025

EN BARRANCABERMEJA, ENTRE LOS FANTASMAS DEL PUERTO


Como un contrasentido a la lógica racionalista de la realidad, surgieron esas señales de la única noche silenciosa que atravesó el universo y terminó por esconderse detrás del fogón de las entrañas, donde las palabras no las cocina la memoria, sino que se espesan con los primeros rayos del sereno, mientras esperan la hora de su muerte por más bellas que sean, al final, la belleza que no es honesta hace ruido y el ruido siempre se desvanece en la conciencia. 

Por eso, esa noche de luna creciente lo inundó todo y, sin que nadie lo advirtiera, comenzó a hacer esas preguntas difíciles que ninguno se atreve a responder, pero terminan por estrellarse en esa falsa pared que nadie cruza por miedo o por vergüenza al pasado; quizás eso mismo le ocurra a la ciudad. 

Cuentan los del puerto, como dijo Don Jesús, que solo sucede cada 250 años, como lo escribieron los fundadores en esos textos hechos con la fibra del lirio acuático secado durante nueve soles y protegidos con hojas de plátano, donde se hallaron los símbolos hechos con tinta de chapapote; estos manuscritos se encontraron a tres metros de profundidad en la séptima baldosa a la izquierda del sagrario de la que fue la primera capilla de la ciudad, dice la historia. 

Algunos afirman que ese era el secreto guardado por su último acólito, quien sostenía: “durante la bruma de la luna creciente del último día del sexto mes del año 25 del vigésimo primer milenio, y después de las 3:00 de la mañana, comenzará a reinar la confusión y nadie sabrá qué camino tomar sino regresa a su esencia”. 

“Ya no es tiempo de la espera… Es tiempo de posesión”, dijo con la férrea fe del pescador que todas las noches se atreve a navegar hacia el vacío de la noche. “Recuerden que nadie quita lo que el cielo selló”, fue la sentencia de Don Jesús antes de salir con su canoa río abajo. 

Quizás ellos sabían que la gente podía venir de madrugada al puerto para esperar ese amanecer y que resultarían muy incómodas las revelaciones de quienes se atrevieran a observar el infinito; tal vez podrían entender su presente y sería muy peligroso que no retornaran a las iglesias ni decidieran no volver a ser los últimos de la fila. 

Por eso, decidieron cerrar el puerto con dos años de anticipación, como se los recomendó el pastor y se los confirmará la astróloga después de leer sus velas. Pesa a ello, era mejor anticiparse a cualquier hecho o ruido de quien corriera el riesgo de contar la historia, aunque dejaron abiertas las cantinas para que este pueblo, una vez más, se sentara a contemplarse anegado por sus tragedias, mientras gritan los goles producidos por esas heridas que infectan hasta el alma. 

Así se volvieron a repetir incesantemente hasta encontrar su propio olvido y ni siquiera fue necesaria la acostumbrada dosis de miedo. Aunque no lo lograron del todo, porque un fantasma se les coló en la fiesta.
Fotografía: ©ArtistasZona, Junio de 2025.

1 comentario:

Anónimo dijo...

VÍctor, es muy lamentable lo que está pasando en Barrancabermeja, observo retrocesos: paseó del río abandonado; hotel Pipatón cerrado, edificio donde funcionaba la Normal de Señoritas abandonado; el cañón del 9 de abril que estaba en la entrada del Batallón, quitado y hurtado; los dos monumentos de Pipatón y Yarima sin placas; el Cristo Petrolero sin el atractivo de luz y sin placas; los monumentos de animales en la Avenida del Ferrocarril sin mantenimiento y el Museo del Petróleo cerrado hace años, etc. Un abrazo cálido y que tenga un grato día.