"El Cháak (dios de la lluvia) y el P'úul (vasija) nos dan la vida.
El agua no cae, sube de la tierra al cielo y vuelve."
Fragmento de rituales Mayas de petición de lluvia (Ch'a' Cháak).
Documentado por Diego de Landa (*)
Este icono es un manifiesto visual que traza una línea ininterrumpida entre la cosmogonía Muisca de Bacatá y las vanguardias del arte contemporáneo que se resisten a la amnesia histórica. Este puente conceptual se cimenta explícitamente en la obra del artista y diseñador santandereano Antonio Grass, cuya investigación sobre la geometría ancestral se convierte en el cimiento teórico de la pieza.
La Raíz: Antonio Grass y la Vasija Ancestral
El punto de partida conceptual del ícono es una investigación anclada en la obra del diseñador gráfico santandereano Antonio Grass (autor de "La marca mágica: diseño precolombino colombiano"). Grass decodificó los patrones Muiscas, Taironas y Quimbayas, demostrando que eran códigos semánticos sofisticados y estructurados.
El ícono toma como centro la vasija, un objeto que trasciende su función utilitaria para convertirse en un "continente". Esta forma de naranja terracota (que evoca la arcilla y la creatividad) simboliza: El Territorio y la Nacionalidad en su sentido más originario; la Comunidad y la Tradición Oral (el objeto que se pasa de mano en mano) y un acto de resistencia visual que afirma la dignidad del legado de las naciones originarias frente al neocolonialismo cultural.
La Geometría: De la Maloka Sagrada al Horizonte de Sucesos
Los patrones geométricos que envuelven la vasija son el motor cinético y conceptual del diseño, revelando no solo movimiento y geometría, sino proponiéndose como un salto cuántico en el pensamiento.
Desde el Movimiento y Fluidez, sus líneas simbolizan la vibración perpetua, el cambio incesante y la movilidad social. Esta fluidez se ancla en la cosmogonía Muisca: la cita, "las lagunas son casas de los dioses, donde el hombre debe entrar y transformarse. Son el sexo de la tierra," propone el agua como un espacio sagrado donde los rituales (como "Correr la Tierra") buscaban el equilibrio cósmico y la purificación.
Por su parte, el Círculo y la Maloka son la geometría que personifica la unidad y representa la perfecta unión entre el ser humano y el cosmos. Así mismo, el salto cuántico es la interpretación más radical que, desde el lenguaje de la física, la concibe como un "horizonte de sucesos de conexión indivisible entre pensamiento y materialización". De esta manera, el ícono transforma la sabiduría ancestral en una estructura para moldear la realidad.
La Sombra: Un Dispositivo para el Redescubrimiento
Un elemento crucial es la técnica de la sombra proyectada, que genera la ilusión de capas superpuestas. Esta no es una decisión estética, sino una metáfora de la memoria social donde las capas encarnan el acumulado histórico de cada territorio, entendido no solo como lugar de intercambio económico, sino del material simbólico-afectivo que lo habita y configura la realidad social.
Esta es una exhortación al acto de develar como un proceso de "levantar" estas capas visuales. De esta forma, se invita a redescubrir lo que se ha perdido o se ha olvidado, conectando con la memoria y la narración de nuevas historias.
Todo esto nos obliga a enfrentar la sombra. El ícono actúa como un dispositivo para promover nuevas mentalidades y ciudadanías conscientes de su pasado y su multidimensionalidad.
El Territorio Sagrado: La Laguna de Teusacá
El nombre mismo de la localidad, Teusacá (originalmente "cercado prestado" en chibcha), se conecta directamente con el territorio ceremonial Muisca. La Ruta de Purificación llevaba a la Laguna de Teusacá (identificada con la Laguna del Verjón, donde nace el río Arzobispo), que se encontraba en el cuarto punto de devoción en la peregrinación del ritual del "Correr la Tierra".
Este ritual de movimiento no solo era una ofrenda de oro y esmeraldas al agua (lo femenino y dador de vida), sino un acto de transformación espiritual, donde los participantes podían ascender a un estado de liderazgo (jeques).
La memoria de la laguna y el movimiento ritual del agua son la base histórica que dota de profundidad al concepto. El ícono es una declaración de principios anclada en el pasado sagrado y proyectada hacia un futuro de consciencia y creación.
En última instancia, el ícono de Teusacá es una propuesta de la identidad visual contemporánea. No es solo un objeto de diseño que hace parte de una colección de cinco piezas más que serán materializadas por los ceramistas artesanales de Raquira, sino un espejo que, a través de la herencia de Antonio Grass y la sabiduría Muisca, nos recuerda que el arte más relevante es aquel capaz de nombrar el territorio, sanar la memoria y atreverse a observar el futuro. Es una invitación urgente a dejar de ser meros observadores para convertirnos en los creadores conscientes de un nuevo ciclo vital para Bogotá.
(*) Ciclo Cósmico y Petición: Los Mayas entendían el agua como parte de un ciclo cósmico dinámico, no lineal. El ritual Ch'a' Cháak se realiza para honrar al dios de la lluvia, reconociendo que la vida depende de la correcta interacción entre el inframundo y el cielo.
Proyecto: ©ArtistasZona, Laboratorio de Creación, noviembre de 2025.
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