sábado, 10 de julio de 2010

BARRANCABERMEJA: HABEAS CORPUS




No traigo cuerpo [para exponer]
Por. Victor Hugo

Cualquiera pudiera decir que la naturaleza [el árbol] en sus formas aeróbicas se fagocita así misma, anticipándose a los paradigmas conceptuales, que se escribe sobre su panoplia, en estos tiempos de invernadero, huellas ecológicas y de tanta propaganda de responsabilidad social al amanecer de los impuestos, donde ellos ganan.

Quizás nuestra naturaleza, a partir de su visible consonante y de su animismo, evidencian en sus manifestaciones formales y objetivas, las mismas preguntas fundamentales en las que deambulaba la filosofía presocrática del siglo IV (antes de la era vulgar) o cualquier mesías: la de los canones, del eurocentrismo, las taxonomías, estos 200 años y alguna otra cosa más.

El eclecticismo formal e inesperado de la naturaleza en su cuerpo expuesto [el árbol] puede ser objeto de las interpretaciones sobre la representación, donde divagan los estetas en sus mazmorras teóricas y algún estudiosos que merodea, entre los manifiestos, tratados, arengas y proclamas, intentando escudriñar los principios universales que objetivizan las miradas con sus artificios discursivos; ientras nos hablan en su característico lenguaje metatextual e intertextual, es de donde saldrían despavoridos hasta el mismísimo Freud, Adorno o Lacan, por tanta erudición y doctoritis neurótica.

Además, dándole cabida a la extrapolación de tan significativos descubrimientos de mercado y del merchandising de los curadores y galeristas, con el que describen y exploran en su discursividad editorial el campo de la esfera publica del arte, sería probable la certidumbre.

Por otro lado, cualquier crítico pudiera atreverse advertir en la teoría del conjunto fractal de la presencia univoca de la superposición inalterable del caos que avizora el desmantelamiento impertérrito de la amalgama visual que permanece impávida ante el ojo sumiso o liberador de un curador avezado y audaz que se atreva a considerar la necesaria relación entre la naturaleza, lo natural y el señalamiento de una figuración o dispositivo preconcebido y puesto en escena: este brazo es de reina y mi borde es de verdad, porque es parte de mi cuerpo expuesto, deleitablemente desnudo frente a la mórbida mirada desde donde me catalogas, porque no soy la religión inventada de sus antepasados.

A esta altura tengo que confesarme y hacer un acto de contrición: no soy afecto ni pertenezco a la academia ni al “templo del saber” donde el sumo sacerdote se empeña en hacernos diestros de la concepción de la técnica y quizás, en el concepto.

Sólo soy un simple lungo del arte, como dicen en mi tierra bermeja; es más sólo me declaro diletante absorto y abyecto, para no entrar en controversia con la escuela y sus más distinguidos maestros y doctores, donde reina la bibliografía y la corte suprema que nos enseña desde occidente las verdades de la representación, la forma que vibra, la paleta de color que define, el ritmo decimonónico que se disputa su lugar entre el museo y la flecha, el silencio a la deriva y la métrica singular que nos asalta entre la onceava cuerda.

De ahí que, sólo soy esto y menos que una fabulación, como la de un “tigre de papel” o de los mismos que se presentaron con cajas de embolar y sus rollos de higiénico, intentando democratizar y erigiéndose en la quintaesencia inspirada de la humanidad, para declarar que la nada era algo que valía la pena considerar.

Sin embargo, de nada valió, porque terminaron como buenos arrieros, escribiendo los discursos del poder y siendo sobrevivientes del coletazo de su eclipsado cometa, el que aun hoy nos fabulan; además, insisten en la mérito de su transacción, así sean desde las latitudes donde suena el silencio mortífero de su mercado cuando el plu de caja se cierra.

Ahora, podríamos decir que todo comenzó con un rollo de papel blanco, blando y de buen olor, pero que terminó en el mismo cesto, donde se hace síntesis los restos que somos, estos mismo que inalterablemente depredamos en medio de esta escasa existencia.

Me refiero a la vida por fuera de los almidonados recovecos de las postulaciones escolásticas y de esta contemporaneidad; me refiro al cuerpo de nuestro árbol, ubicado en medio del Paseo de la Cultura de Barrancabermeja, expuesto sin las fabricaciones que las curadurías erigen sin la otredad ni los mutilados de los últimos 200 años.

Tal vez, no este a la sombra, porque este el y ella se hacen presente en este árbol sin los rencores del olvido;  aunque, es testigo de una historia que nos señala hasta donde están presente los excluidos, sin las grandilocuencias de los medios comerciales de información, los que termina por desdibujar y descomponer hasta el olor de los muertos que hoy siguen bajando por nuestro río Magdalena, mientras lo demás hacen silencio.

Fotografía: No traigo cuerpo [para exponer]. Barrancabermeja. Hugsh, 2010©.

2 comentarios:

EL PACIENTE BIPOLAR dijo...

HOLA Q TAL??? ME GUSTA EL CONCEPTO DE TU BLOG. ES MUY DIFERENTE A LO QUE SIEMPRE SE HAYA... LO SEGUIRÉ!!! ESPERO QUE VISITES EL MIO Y ME DES TUS IMPRESIONES TAMBIÉN...ESTAMOS EN CONTACTO

Artistas Zona Oriente dijo...

Mr. Mc...
Muchas gracias por su amabilidad...

Un Abrazo... Victor Hugo