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jueves, 15 de enero de 2009

EN CALI, LA CUESTIÓN DE LA IMAGEN: 41 SALÓN “NACIONAL” DE ARTISTAS

Entre el melodrama y la memoria
Por. Victor Hugo
“La memoria es un proceso abierto de reinterpretación del pasado, que deshace y rehace sus nudos para que se ensayen de nuevo sucesos y comprensiones. Es la laboriosidad de una memoria insatisfecha la que no se da nunca por vencida, la que perturba la voluntad de sepultar oficialmente el recuerdo como depósito fijo de significaciones inactivas: una memoria tironeada entre la petrificación nostálgica del ayer en la repetición de lo mismo y la coreografía publicitaria de lo nuevo que se agota en las variaciones fútiles de la serie-mercado”. Nelly Richard
La obra “Compasión histérica” [1] nos muestra una serie de rostros en primer plano de actrices reconocidas de melodramas (Telenovelas), con un apasionado entusiasmo por la fervorosa histeria o la impostura ficticia que arde en el anhelo por pretender una demostración de su codicia histriónica, como seguramente se lo demanda el libreto y la caracterización que el personaje hace en ese momento preciso de la escena.

Por su parte, “Retrato Colectivo Presidentes”, también nos acerca a los rostros en primer plano de quienes han sido los últimos huéspedes de la Casa de Nariño y caníbales del poder en nuestro país, quienes nunca posaron colectivamente para su retrato, porque mantienen un enconado odio y las más irreconciliables disputas ideológicas, aunque siempre sirvieron y servirán a los mismos intereses, no importa que se llamen: Gaviria, Samper, Pastrana o Uribe.

Melodrama y política

Estas obras, también, nos recuerdan un capítulo más de la novela política nacional: el Proceso 8000, que sólo dejó algunas canciones que le hiciera el compositor Jairo Valera a los señores del narcotráfico; además, de dudas y un manto de impunidad que encubrió a sus verdaderos responsables.

Mientras los único que conocen la verdad, los Rodríguez Orejuela, guardan silencio porque al parecer negociaron sus condenas en las Cortes norteamericanas con la información de los políticos colombianos involucrados con el Cartel de Cali.

En este melodrama uno de sus protagonistas fue Fernando Botero Zea, hoy refugiado en el Distrito Federal de Ciudad de México y prófugo de la justicia colombiana por ser, según él, perseguido político. Al tiempo, que su padre, el Maestro Fernando Botero, esta empeñado que el país olvide, mientras realiza uno de sus mejores negocios: las donaciones.

Por un lado, hace un ejercicio de asepsia sobre el apellido de su grupo familiar y, por otro, recibe por partida doble jugosas ganancias económicas, con las exenciones de impuestos por sus donaciones y vuelve a ser titular de primera plana en la prensa especializada.

Todos estos hechos, que parecen los típicos de una campaña de marketing, sin duda volverán a cotizar su obra en los mercados internacionales, a raíz del más afanado acto de “altruismo” artístico que en los últimos años haya protagonizado artista alguno en nuestro país. Buen negocio.

Así tal vez logremos olvidar y ser indulgentes con los actos de su hijo, Fernando Botero Zea, hoy prófugo, y con la lavandería de dólares que instalaron en la Campaña de Samper Presidente, durante 1994.

Colombia olvidará pronto la cajas forradas en papel regalo repletas de millones de pesos que entregaban en la Campaña, para comprar votos y aceitar la maquinaria electoral del Partido Liberal, con los dineros del Cartel de Cali; por esos días el compositor caleño Jairo Valera y su Grupo Niche cantaban al país de las fiestas, el olvido y la doble moral; al tiempo que escuchábamos la defensa del entonces Ministro del Interior Horacio Serpa Uribe ante la amenaza de destitución cargo del Presidente y su exaltado show retórico, que terminó con la cómplice absolución de Ernesto Samper Pizano por parte del Congreso de la República, cuando la evidencia era contundente.

Histerias en primer plano

Son dos obras diferentes, que se encontraban una al lado de la otra, planteándose sus propio dialogo y esquivándose la mirada. Al tiempo, el público se preguntaba que tenía que ver una actriz con los presidentes.

Tal vez no falto la señora que pensó, que la obra desenmascaraba un idilio amoroso entre alguno de estos personajes públicos o que seguramente nos mostraba una historia idílica no contada al país ni registrada por la sección ligth de algún noticiero o revistas de farándula. Quizás, una de esas damas evocaba algún capítulo de la telenovela que vio la noche anterior.

No obstante alguien pudo asomarse a la reciente y desastrosa historia en la que nos encontramos sumergidos, en medio de las trampas del poder, la más absoluta impunidad y el encubrimiento de los medios de información.

Eso sería mucho pedir, pero es posible que hayan aflorado de la memoria la provocación a la que nos expusieron las dos obras; mientras, que para algunos todo sigue igual y nada pasa en el país de la Seguridad Democrática, mientras los medios trasmiten la guerra y cuentan diariamente palestinos asesinados, el presidente Álvaro Uribe Vélez recibe en Washington, de las manos de Bush, su condecoración a la obediencia infame y al encubrimiento homicida.

A la vez, la iglesia colombiana sigue el juego cómplice, porque sobre ella también recae la responsabilidad histórica de la violencia, pero sigue empeñada en esconderlo elaborando discursos sobre la paz y reparte bendiciones a los dueños del país, los mismos que siempre han negado la subsistencia digna de los trabajadores colombianos y los esclavizan con salarios de hambre.

Pero no importa, que todo siga igual y más bien cállese antes que vengan por usted y se configure otra ejecución extrajudicial (falso positivo), porque aquí se premian las canciones de Jairo Varela como antídoto contra el dolor de la muerte que promueven el consumo ligero; además, de las masacres, los asesinatos selectivos, las andanzas políticas con los narcoparamilitares, bajo el abrazo encubridor del Estado paisa, obstinado indefinidamente a la pirámide que en la actualidad se encuentra en el poder. ¡Qué vergüenza!

41 Salón Nacional de Artistas: Carolina Zuluaga. Obra: Compasión histérica(Izquierda). Video instalación, 2007 (Colegio la Sagrada Familia, calle 3 oeste No. 3-21, Cali). Intervención: Victor Hugo Pablo Tamayo. Obra: Retrato Colectivo Presidentes (Derecha). Video instalación, 2007 (Colegio la Sagrada Familia, calle 3 oeste No. 3-21, Cali).

Fotografía: ©Hugsh, 2009. En primer plano.

Nota

[1] La obra “Composición histérica” hacen parte de la investigación curatorial de la zona centro, realizada por los curadores Claudia Salamanca y Andrés Gaitán: “El espejo ni sí ni no sino todo lo contrario” y se encuentra dentro del eje de la “Imagen En Cuestión” del 41 Salón “Nacional” de Artista, Urgente Cali.