domingo, 28 de septiembre de 2025

ESPEJISMOS BIOLÓGICOS: EL DARWINISMO 'FEMINISTA' EN LA OBRA DE MARÍA FERNANDA CARDOZO



La obra 'Arañas del Paraíso' de María Fernanda Cardozo, presentada en la Bienal BOG25, es una propuesta visualmente deslumbrante que, bajo la óptica microscópica de las arañas Maratus, presenta una tesis que intenta reescribir la historia del arte y la sociedad. La artista postula una doble conjetura: que el arte posee raíces biológicas y que la evolución de la complejidad social y estética fue impulsada por la selección sexual femenina (la hembra elige al macho "artista"). 

Las arañas Maratus volans, conocidas como pavoreal, son endémicas del estado de Queensland, Nueva Gales del Sur y Tasmania en Australia, y forman parte de las 3.600 especies de arácnidos que habitan ese país; aunque también se encuentran en Nueva Guinea Occidental. Su tamaño oscila de 3 a 5 mm y se distingue por la exuberante coloración de los machos y los patrones que aparecen en su abdomen durante el periodo de cortejo para el apareamiento, quienes además realizan danzas elaboradas para impresionar a sus hembras durante el proceso. 

Si bien la capacidad de Cardozo para fusionar la biología, la ciencia y el arte es innegable —convirtiendo lo imperceptible en majestuoso—, su ambiciosa analogía cae en un peligroso reduccionismo discursivo que merece una profunda crítica, especialmente en el contexto de una muestra de arte contemporáneo que se pretende crítica. 

La Simplificación de la Complejidad Social y Estética 

La artista utiliza el comportamiento de las arañas Maratus —donde el macho debe "bailar, cantar y hacer pinturas de colores" para la elección de la hembra— como una metáfora para argumentar que solo las mujeres fueron el motor de la evolución social y artística, al obligar a los machos a "lucirse" y desarrollar virtuosismos. 

Este argumento, bajo la etiqueta de un "proyecto feminista", no es más que una visión reduccionista y segregacionista de la sociedad. 

La historia de la humanidad, el arte y la civilización no se ha desarrollado por la simple dinámica de cortejo y selección de una sola parte. Somos, por definición, seres gregarios. Nuestro progreso es producto de la tensión, la contradicción y la colaboración que deriva de esta naturaleza de lo colectivo. Por lo que reducir la complejidad de la historia del arte y de la sociedad a un mero mecanismo de selección sexual, por muy empoderador que pretenda sonar para un discurso feminista, obvia la vasta red de factores culturales, políticos, económicos y, sobre todo, de la cooperación grupal que ha permitido el desarrollo de las civilizaciones. 

La analogía de las arañas Maratus simplifica un fenómeno histórico complejo en una linealidad biológica que vacía de contenido la agencia social y la lucha colectiva. 

El Lado Oscuro de la Biología como Sustento Teórico 

El problema más grave de la propuesta de Cardozo reside en su decisión de sustentar su tesis en el darwinismo selectivo y el comportamiento animal. Al hacer esto, la artista ignora un capítulo oscuro y brutal de la historia moderna y contemporánea: el uso del determinismo biológico para justificar la opresión y el racismo. 

El racismo en la actualidad es inocultable. No hay más que observar la persecución a los inmigrantes latinos por parte de los neoconservadores en el Estados Unidos de Donald Trump; el hostigamiento de Occidente contra musulmanes y árabes, cuya raíz histórica se extiende hasta las Cruzadas y pasa por el control del petróleo; la limpieza étnica y el genocidio de Israel contra el pueblo palestino; o la rusofobia en medio de una guerra de poder que amenaza la integridad territorial de la Federación Rusa. Más recientemente, esta estrategia se ha volcado contra China, a la que los llamados países del "primer mundo" han determinado considerar como enemigo, mientras el mundo unipolar agoniza y el imperio colapsa.

Por otro lado, la misma postura teórica—el Darwinismo social, el Neo-Darwinismo, el Maltusianismo y la Eugenesia—ha sido históricamente el fundamento intelectual de los supremacistas blancos para sustentar teorías de apartheid, xenofobia y la noción de una "raza superior". Ellos también utilizaron la "selección natural" y la "supervivencia del más apto" para argumentar su dominación. 

Al plantear que el arte y la sociedad se desarrollaron por un imperativo biológico de selección, Cardozo corre el riesgo de legitimar, o al menos no criticar, el marco teórico que históricamente ha sido la excusa perfecta para la tiranía racial. 

El Arte al Servicio de la Segregación

¿Acaso la artista olvida cómo el arte fue puesto al servicio de esas ideas racistas? La estética del Tercer Reich, por ejemplo, glorificó la "pureza aria" y denigró como "degenerado" cualquier arte que no se alineara con su ideal biológico de superioridad. Otras sociedades también han instrumentalizado la expresión artística para justificar la exclusión. La crítica no es a la fascinación de Cardozo por el mundo natural, sino a la ingenuidad intelectual de aplicar un lente biológico para explicar la complejidad humana sin abordar sus implicaciones históricas y éticas más destructivas.  

Una Estética Fascinante con una Tesis Deficiente 

'Arañas del Paraíso' es, sin duda, una obra de gran mérito técnico y una poderosa invitación a contemplar lo invisible. Sin embargo, como tesis de arte contemporáneo en la Bienal BOG25, su discurso se queda corto. 

Al proponer una lectura tan unilateral y biologista de la historia a través del lente de las Maratus, la obra de María Fernanda Cardozo ofrece una perspectiva limitada que cae en los mismos vicios reduccionistas y segregacionistas que históricamente han plagado los discursos de supremacía. 

La artista logra capturar la belleza del micromundo, pero olvida la complejidad del macro-cosmos humano. El arte no es solo una extensión del ritual animal; es un campo de batalla de ideas, de contradicciones y, sobre todo, de conciencia histórica. Al ignorar el lado oscuro de la teoría darwiniana social que ella misma utiliza, Cardoso entrega una obra estéticamente rica, pero profundamente ingenua y argumentativamente irresponsable para los desafíos que plantea la Bienal BOG25. 

“Desde Hobbes, las características competitivas y lucrativas del hombre occidental han sido confundidas con la naturaleza, y la naturaleza, forjada de este modo a imagen del hombre, ha sido a su vez reaplicada a la explicación del hombre occidental. El efecto de esta dialéctica ha sido afianzar las propiedades de la acción social humana, tal y como las concebimos, en la naturaleza, y las leyes de la naturaleza en nuestras concepciones de la acción social humana. La sociedad humana es natural, y las sociedades son curiosamente humanas. Adam Smith proporcionó una versión social de Thomas Hobbes; Charles Darwin una versión naturalizada de Adam Smith; William Graham Sumner [darwinista social] reinventa acto seguido a Darwin como sociedad y Edward O. Wilson reinventa a Sumner como naturaleza”.
 "Uso y abuso de la biología: Una crítica antropológica de la sociobiología".
Sahlins Marshall, 1982. 

María Fernanda Cardozo (Bogotá, 1963) es una artista visual y escultora colombiana con reconocimiento internacional, por su fusión de arte, ciencia y tecnología. Su obra se caracteriza por el uso de materiales no convencionales, a menudo de origen biológico, para crear instalaciones, esculturas, performance y videoarte. Desde 1997 reside y trabaja en Sídney, Australia, y posee un PhD de la Universidad de Sídney (2012). 


Entrevista

 
Fotografías: ©ArtistasZona. Bienal Internacional de Arte y Ciudad BOG25. 'Arañas del Paraíso', María Fernanda Cardozo. Septiembre, 2025.

viernes, 26 de septiembre de 2025

EL PEDESTAL VACÍO Y LA CULTURA DEL TRÁNSITO EN BOGOTÁ


BOG25: El Vértigo de la Exposición

La imagen que nos ocupa, capturada en un espacio peatonal y arquitectónicamente significativo como la Plaza San Francisco en pleno centro de Bogotá, se revela como un encuentro fortuito y cargado de tensión entre lo permanente, lo efímero y lo ausente. Esta fotografía no es solo un registro, sino un comentario incisivo sobre la permeabilidad del espacio público y la naturaleza de la "exposición" en la sociedad contemporánea y configura una colisión silenciosa: Estructura, Consumo y el Pedestal Vacío.

El Contrapunto del Pedestal y la Cartelera

El elemento más potente y, paradójicamente, menos activado es el bloque de hormigón en primer plano. Este objeto, tosco, pesado y anclado al suelo por su propia masa, con una corona de pernos oxidados que sobresalen, funciona como un pedestal interrumpido o un cimiento fallido. Su propósito anterior o futuro es irrelevante; en la imagen, es un símbolo de lo olvidado, lo inerte y lo funcionalmente obsoleto. Es la memoria cruda del urbanismo, el esqueleto desnudo que se opone a la pulcritud del entorno. Su posición central y baja lo convierte en un obstáculo estético y físico, una herida en la alfombra de ladrillos. 

Justo detrás, en una posición más elevada y con una escala que intenta dominar la vista, se alza el cartel de la Bienal Internacional, un estandarte pulcro y patrocinado que promociona un evento cultural. Este cartel, con su sofisticado diseño gráfico y su contenido que sugiere "arte y ciudad", representa la cultura oficial, mercantilizada y efímera. Es el polo opuesto al hormigón: ligero, móvil, temporal, enfocado al consumo visual rápido. La fotografía enmarca estos dos elementos —el fundamento brutal (el pedestal de hormigón) y la propaganda cultural (el cartel BOG25)— en una colisión silenciosa que resume la dinámica de la ciudad moderna: la cultura como producto que se superpone a una realidad urbana subyacente y a menudo ignorada. 

La Multitud como Espectáculo y Consumidora 

En el plano medio, el movimiento de un grupo de jóvenes mujeres introduce la dimensión humana y social. Estas figuras no interactúan con los elementos centrales de la composición (ni el pedestal ni el cartel), sino que transitan por el espacio, absortas en sus propias dinámicas: el uso del móvil, la conversación, el simple caminar. Son las consumidoras de la ciudad, el público al que van dirigidos tanto la arquitectura histórica (el fondo) como los eventos culturales (el cartel), pero que en este momento están distraídas o enfocadas en la micro-cultura de lo personal (el smartphone). La figura en el extremo derecho, un anuncio en alto, se distingue como productor de su propio contenido. El fotógrafo ausente con la necesidad de documentar, de transformar la vivencia en una imagen para ser compartida, creando una espiral de "ser visto" y "registrar lo que es digno de ser visto". 

Reflexión de Crítica Social 

Esta fotografía critica la falta de anclaje real de la cultura patrocinada. El arte se anuncia en un cartel, pero el pedestal de la ciudad está vacío o, peor aún, ocupado por un vestigio industrial sin gracia. El arte se ha convertido en una superficie lisa y brillante (el cartel), fácilmente transportable y reemplazable, que flota sobre un suelo rugoso e inamovible (el pedestal). 

La crítica social reside en la indiferencia que cruza la escena. Los transeúntes pasan sin reparar en la incongruencia del pedestal mutilado, lo que sugiere una ceguera selectiva ante las cicatrices de la ciudad. Vemos una sociedad que se mueve rápidamente, cuyo foco está dirigido hacia lo nuevo (el evento promocionado) o lo personal (el móvil), mientras que los cimientos de su propia historia material permanecen como escombros monumentales en su camino. 

La imagen es, en última instancia, una metáfora de la atención dispersa y la superficialidad del compromiso cívico. El verdadero "arte" —la reflexión sobre el espacio, la historia y la comunidad— está precisamente en el rústico bloque de hormigón que todos evitan, en el silencio de lo que una vez sostuvo algo y que ahora solo sostiene la pregunta sobre qué valoramos realmente colocar en nuestros pedestales. 

Fotografía: ©ArtistasZona. Bienal Internacional Arte y Ciudad BOG25, Septiembre, 2025.

domingo, 21 de septiembre de 2025

EL ARTE DE LA FELICIDAD EN LA BIENAL INTERNACIONAL DE ARTE Y CIUDAD BOG25

 

De la Bienal de Arte y Ciudad de Bogotá 2025, hay dos cosas que no podré olvidar: la primera, que me robaron el celular mientras tomaba fotos para este artículo; y la segunda, el encuentro con doña Teresa, una bogotana de 76 años que me contó parte de su vida. 

La conocí mientras hacía la fila para la acreditación de prensa. En medio de la multitud, me preguntó para qué era la cola. Le expliqué que era para entrar a la Bienal y sus ojos se iluminaron cuando le dije que ella también podía entrar. Le ofrecí un espacio delante de mí y entramos abriéndonos paso entre la gente que se agolpaba en el Palacio de San Francisco. 

Esta primera Bienal Internacional de la capital, que se extenderá hasta el 9 de noviembre, es una iniciativa de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte de la Alcaldía, y tiene como tema 'Bogotá, ensayos sobre la felicidad'. Su intención es explorar el vínculo entre la ciudad y la búsqueda del bienestar, y está dirigida por Diego Garzón y Juan Ricardo Rincón, con la asesoría curatorial de José Manuel Roca y la participación de los reconocidos curadores María Wills, Jaime Cerón y Elkin Rubiano. 




Mapa de la Bienal 

Para entender la Bienal, basta con sumergirse en su proyecto curatorial. Cada uno de sus ejes explora múltiples posibilidades: el 'Ocio Radical' se centra en la acción colectiva, el carnaval y el juego; el 'Esoterismo Ambiental' es una aproximación a los paraísos artificiales, los estados alterados y los procesos de sanación; y las 'Estratigrafías' abordan la segregación en una ciudad que divide a su población en estratos. 

También se aborda la 'Tierra Fría', porque Bogotá es una de las pocas ciudades de clima frío en un país tropical, y se examina su ecosistema. Mientras que el eje 'La Promesa' profundiza en la idea de una metrópolis en expansión y un lugar de acogida para quienes aspiran a una vida mejor. Al anterior se conecta con la industria del 'Optimismo Tóxico', que se consume en la literatura de autoayuda. Por último, la 'Infancia' explora la tensión entre su idealización como una etapa de felicidad y su realidad como un periodo de profunda vulnerabilidad. 




La tejedora 

Mientras esperábamos para entrar, doña Teresa me contó que también era artista. "Aprendí de mi abuela", me dijo, "ella me enseñó a tejer 'telarañas de lana que terminaban en todo tipo de prendas de vestir', que se usaban mucho cuando Bogotá era fría, porque según ella, ahora hace más calor"

Con voz pausada, me explicó que el telar le sirvió para ayudar a su familia. “Hoy, tener uno es un lujo que solo tienen los artistas. A decir verdad, las manos se me cansan, pero es muy lindo ver los hilos de colores trenzados que se vuelven como una piel”, me dijo con la devoción de quien le prende una vela cuando invoca la memoria para no perder el camino de regreso, pero que le sirve para alumbrar su presente. Cuando por fin alcanzamos a entrar, me dio las gracias y se despidió diciéndome que quería conocer otros artistas. 

La inauguración 

La inauguración fue un festín para los sentidos. Cientos de bogotanos, gestores y productores culturales de diferentes partes del continente de La Mancha que participaron en el Encuentro Ciudades y Cultura en Iberoamérica, paseaban por las diferentes salas donde se encontraba la crítica social de Alfredo Jaar y las propuestas de Alejandro Tobón o Linda Sánchez, hasta las instalaciones de Jhon Gerrard y Bárbara Wagner y el Consejo Ancestral Willka Yaku; en esta cita cultural convergen 200 artistas nacionales e internacionales de 12 países, con México como invitado de honor. 

La jornada concluyó con la puesta en escena de la obra “La casa común”, con esculturas de ocho metros de altura de la artista mexicana Amaranta Almaraz. La obra contó con la intervención musical de la DJ Ali Gua Gua, la Orquesta Filarmónica de Mujeres, la intervención del escritor Juan Gabriel Vásquez, las compañías de artes escénicas Mapa Teatro y La Ventana Producciones, y las agrupaciones musicales Savan, Ghetto Soundsystem y Nación Ekeko. 

Al salir, la anécdota del celular robado se desvaneció frente a la experiencia vivida. El verdadero tesoro de la bienal no solo estuvo en las obras expuestas, sino en el encuentro con doña Teresa, una artista que encarna la búsqueda de felicidad, el arte y la vida misma, confirmando que la riqueza cultural de una ciudad reside tanto en sus museos o espacios culturales como en la sabiduría de su gente. 

Fotografías: Bienal Internacional de Arte y Ciudad de Bogotá, BOG25. Septiembre de 2025.

jueves, 18 de septiembre de 2025

BOGOTÁ, ANFITRIONA DEL ENCUENTRO "CIUDADES Y CULTURA EN IBEROAMÉRICA": DIÁLOGOS PARA TRANSFORMAR EL ECOSISTEMA CULTURAL


Cerca de 2.000 actores del ecosistema cultural y 300 invitados de 82 ciudades de Iberoamérica se dieron cita en el Encuentro Ciudades y Cultura en Iberoamérica, celebrado este 18 de septiembre en Bogotá. El evento, diseñado para fomentar la reflexión sobre la profunda relación entre la cultura y las urbes del continente, se desarrolló a través de diversas metodologías de conversación. 

Su acto inaugural tuvo lugar en el emblemático Teatro Jorge Eliécer Gaitán, donde gestores, productores y creadores culturales se reunieron para cuestionar el presente y el futuro del quehacer en el campo cultural. 

A continuación, te presentamos algunos fragmentos de la intervención del secretario de Cultura, Recreación y Deporte de Bogotá, Santiago Trujillo

“Somos muchos quienes hemos pensado en que la crisis que atraviesa nuestras democracias no son solamente políticas, económicas o institucionales. Son ante todo crisis que tienen profundas raíces en la cultura. Durante décadas hemos abrazado la idea de que la cultura tiene el poder de transformarlo todo. Esta idea, repetida una y otra vez como lema inspirador, ha servido para justificar políticas, programas e incentivos”. 

“Sin embargo, esa fe casi ciega en su potencial, es la que nos impide darnos cuenta de que la cultura no es una fuerza omnisciente y todopoderosa y que a veces se encuentra detractores que la niegan, la combaten o la manipulan. Creer que la cultura es infalible no solo puede resultar ingenuo, sino contraproducente, porque la cultura no está al margen del conflicto, del poder o la exclusión, idealizarla es desconocer su complejidad y sus límites”. 

“Quizás Todo eso ocurre porque en el fondo no hemos sido capaces de hacernos preguntas, más preguntas, nuevas preguntas, preguntas que nos fijen nuevos rumbos. ¿Y qué significa entonces la pregunta? Eso que aquí reclamaban nuestras anteriores expositoras”. 

“Tal vez significa incomodar, incomodar al poder, quizás cuestionar nuestras propias certezas, quizás desmontar los discursos establecidos, poner en duda lo que damos por hecho. Preguntar es, en esencia, un acto de profunda y poderosa libertad. Quizás la cultura no pueda transformarlo todo, pero sí puede ser el espacio donde se gesta la incomodidad necesaria para imaginar lo que aún no existe”. 

“Quizás el futuro no dependa tanto de las respuestas, sino de nuestra capacidad incesante de seguir preguntando. Vivimos, como lo advirtió el filósofo Schneider, tiempos peligrosos, donde la política de la eternidad reemplaza la política de la responsabilidad y donde el que se atreve a pensar diferente es rápidamente clasificado como traidor, hereje o enemigo interno. Hoy vemos como el extremismo se alimenta del miedo y el miedo a su vez silencia la diferencia”. 

“Por eso es tan transformador hablar del poder que hay en cada uno de los liderazgos, visiones, pensamientos y sentires que están aquí sentados y déjenme decirles, por favor, otra vez, muchas gracias por estar aquí compartiendo su historia, compartiendo su traza, compartiendo su liderazgo. No hay estrategia más retadora frente al poder de los relatos únicos que la potencia de la diversidad, de las muchas historias posibles. Un encuentro cultural siempre será esa bella polifonía, donde el contrapunto de distintas voces compone la obra maestra que da cuenta de un momento de nuestra realidad común”.

“Cuando hablamos de la cultura como bien público, estamos diciendo que no debe depender de los vaivenes del mercado, ni mucho menos de los caprichos del poder. Pero seamos francos, que tan pública es la cultura hoy, que tanto hemos cerrado las puertas aún sin querer a quienes no dominan el lenguaje de los festivales, las bienales y las curadurías, que tanto hemos contribuido incluso desde las instituciones a una cultura elitista, desconectada, encerrada en sí misma o peor aún a una cultura administrada como si fuera una cadena de favores clientelares donde los recursos se reparten cual contentillo y sin visión de largo plazo más para entender que para atender urgencias que para construir procesos sostenibles”. 

Fotografía: Secretario de Cultura, Recreación y Deporte de Bogotá, Santiago Trujillo. Teatro Jorge Eliécer Gaitán de Bogotá, septiembre, 2025.