domingo, 25 de octubre de 2009

ENTREVISTA: JAIME CERÓN SILVA


En distintos lugares
Por. Victor Hugo

El Maestro Jaime Cerón Silva, fue quien tuvo a su cargo la producción y el montaje del 41 Salón Nacional de Artistas, realizado en la ciudad de Cali en noviembre del 2008; además, ha sido Director de la Academia Superior de Artes y Gerente de Artes Plásticas del al Instituto Distrital de Cultura y Turismo de Bogotá, IDCT. Así mismo, fue miembro del Consejo Nacional de Cultura, jurado y curador de importantes eventos expositivos del país.

Cerón estuvo en Bucaramanga realizando un Taller sobre Producción, Montaje y Diseño Museográfico, dentro de la Cátedra Itinerante que adelanta el Ministerio de Cultura, con la participación de la Universidad de Los Andes, en el marco de los XIII Salones Regionales de Artistas.

Este taller, que se realizó en las instalaciones del Museo de Arte Moderno de Bucaramanga, tenía el propósito de explorar la complejidad de la puesta en escena, del arte visto como prácticas social, en el que se articulan diferentes saberes y disciplinas, desde donde se realiza un reflexión sobre los aspectos de todo lo que gira alrededor de de las labores logísticas y operativas; de tal manera, que se propone reflexionar sobre museografía, montaje y producción.

Sobre producción y montaje

Había que pensar las mismas orientaciones de las prácticas artísticas, digamos que básicamente el montaje o la producción son dimensiones internas del campo del arte que responden a esas demandas de la propia actividad artística.

Creo que si una tendencia de la producción sería mantener un rigor extremo que haga que es una pieza para un artista se pueda llevar a cabo en buen término en un proyecto expositivo, lo que sería vital es no traicionar al artista ni a la pieza cuando se lleva a cabo y por eso esa labor, como preciosista, de controlar hasta el último detalle, es fundamental para que esto sea efectivo.

Puntos de referencia

Me parece muy importante el 41 Salón Nacional de Artista del año pasado en Cali, porque logró motivar la discusión sobre el Salón Nacional y, por otro lado, se presentó una gran afluencia de público, es decir, fue más allá de las exhibiciones y estos hechos me parecen relevantes.

Otro evento, que me parece a tener en cuente, y puedo parecer que peco de inmodestia porque participe, fue el Encuentro Internacional Medellín de 2007, Prácticas Artísticas Contemporáneas; este proyecto revisó críticamente el formato de Bienal, de hecho se domesticó y se revisaron de forma analítica muchos componentes del trabajo artístico y, aparte de eso, las propuestas fueron bien logradas, en general, y fue en la ciudad misma un hito, más allá del arte del mismo ámbito del arte.

Por otra parte, están las ferias de arte, la de ArtBo y La Otra y sus exposiciones anexas que están finalizando el día de mañana. También, tengo que resaltar la de Andy Warhol, pero sobretodo la exhibición de Francis Alÿs, que para mí fue la más importante que se hizo este año en Colombia.

Sin embargo, si se piensa con mucho cuidado, son muchísimos los certámenes porque la actividad se ha ido complejizando y profesionalizando; además, es interesante, porque están sucediendo muchas hay cosas en Bogotá, Medellín y Cali, por lo menos, y la expectativa es que en el futuro podrían ser incluso más eventos en el país, por ejemplo, hay una gran expectativa con los Salones Regionales. En estos momentos parecería que los proyectos de los XIII SRA son cada vez más complejos y que están más atados a la mirada curatorial de forma más rigurosa y eso hace que las mismas situaciones museográficas y de producción sean ambiciosos y sigan el nivel óptimo para cada una de esas prácticas.

El debate de las políticas culturales

Lo más importante en lo que hemos avanzando, lamentablemente no es para todo el país, pero sí en Bogotá es la discusión sobre las políticas culturales, porque digamos que las actividades o acciones que llevan a cabo una institución pública no son significativas sino responden a una estructura más fundamental, digamos que las actividades y tareas son como las ramas de los árboles, pero si no hay troncos no tiene la posibilidad de general efectos significativos.

Entonces, esta discusión fue la que más fuertemente se transformó en una lógica de trabajo público mucho más rigurosa, es como se puede entender la importancia de prácticas como la curaduría, inicialmente; luego la museografía, que aún está en proceso de visibilizarse y, más recientemente, la producción, pero hay muchas más cosas que han ido pasando, como la importancia de la investigación y la crítica, se puede llegar a ver como resultado de una revisión rigurosa de que son políticas culturales y hacia donde debería moverse el campo artístico o el cultural, qué tipo de dimensiones y de prácticas se deben considerar para actividades de fomento, porque en Colombia durante muchos años la única acción de fomento que se realizó fue estimular la creación de obras de arte y, en ese sentido, el único autor reconocido era el artista y eso hizo que el arte estuviera atado a una especie de periodo larvario que no evolucionaba, que no se desarrollaba en ninguna dirección, porque en el medio artístico hay más actores sociales, como artistas, galeristas, curadores, críticos, investigadores, etc., y si no hay un fomento para cada uno de ellos, el trabajo no funciona.

En este aspecto, podemos ver, por ejemplo, que si un artista tiene la posibilidad de recibir una beca o hacer una obra y si no puede exhibir la obra, sigue teniendo una fuerte satisfacción; no obstante, hoy tiene que moverse, generar textos, apelar a los medios de información y a los periodistas y un sinnúmero más de acciones de acciones para ser visibilizado. De ahí que, si no están todas las condiciones el arte nunca va a funcionar. De tal manera, que esta consecuencia no es originada en el creador si no en un equipo trabajando frente al tema; por consiguiente, para lograr que una obra se vea, contemplen otras facetas. Por eso, mientras que haya premio para los artistas, también deben existir para los curadores, críticos, teóricos y estos tiene que implementarse, porque en la medida en que tengamos más estímulos, unificados entorno a esas diferentes investigaciones y las prácticas que el arte implica, es posible que veamos otra dimensión de trabajo profesional en el país.

Política cultural y región

La única diferencia que tiene Bogotá con el resto del país es que los gobernantes se dieron cuenta del efecto político que tiene la cultura, es decir, más que ser un benefactor, ellos saben que se benefician profundamente de un trabajo efectivamente llevado a cabo en ese campo, porque tal vez, la única oportunidad de tener una imagen positiva de un gobernante sea lo que produce como actividad cultural, porque la gente lo ve como algo provechoso, favorable y porque va más allá de lo normativo.

Creo que una enorme falencia en todas las regiones está en la poca importancia que se le da, desde el punto de vista político, a la actividad artística, que hace que se refleja en escasos presupuestos y, sobretodo que no hay una responsabilidad concreta de nombrar personas idóneas en esos cargos, de mantener a los profesionales en estos campos por su merito, por encima de cualquier otra consideración.

En Bogotá, el periodo más importante que tuvo la gestión cultural se dio a partir del estricto merito que llevaría a cada persona a la administración pública y que no existiera nadie para pagar favores políticos de ningún orden, si no gente que está ahí porque conoce el tema, por ejemplo: donde se maneja literatura es editor o escritor, el de artes plásticas es crítico de arte o es artistas, el de música es músico o compositor, etc., y toda la cadena de funcionarios están en la misma dimensión, esto hace que se complejice el discurso y demás.

Entonces la falencia de las políticas culturales radica en la poca importancia del tema para las agendas políticas de cada gobernante en el país y, también, obviamente necesita un sistema de organización, que de hecho se encuentra en la Ley de Cultura, pero no se está aplicando a fondo, pero es generar toda las redes de participación desde la base social hasta los entidades que toman las decisiones, en el que se pueda debatir una agenda concreta que dé cabida a unas políticas que se legitimen y que sean de largo plazo.

Este es el caso de Bogotá, que generó una política para 16 años, es decir, está por encima de cuatro (4) alcaldes; en este sentido si el alcalde llega a trabajar en el tema, no puede descubrir el agua tibia porque ya existe un lineamiento que esta antes y después de él, que le dice claramente hacia donde debe ir la ciudad en el tema por ese lapso de tiempo, y está construido por la sociedad civil, porque si no existiera un control social o un grupo de personas que están participando en la definición de esos lineamiento, simplemente el gobernante se cambiaría por Decreto el plan, pero no puede porque fue un acuerdo entre la sociedad civil y un gobierno que es lo que le da la capacidad de negociación al sector.

Por eso, en Bogotá existen Consejos de Áreas, que son elegidos por una amplia participación democrática y por personas idóneas, porque no debe ser cualquiera, es decir, si uno quiere ser elector del Consejo en Artes Plásticas, tiene que tener una hoja de vida en el campo artístico y si no la tiene no puede participar, porque esto no son elecciones en general son temas específicos de sectores profesionales y generalmente este grupo de personas cuando son representados en el Concejo de Cultura de la ciudad tiene incidencia en los presupuestos y deciden como se invierte el recurso; pero, no lo deciden de forma arbitraria porque tienen que responder a las políticas que se debaten, a los proceso que se desarrollan y en torno a sus resultados: ¿Qué pasaría si algo está teniendo un impacto eficaz y ha alcanzado niveles altos de desarrollo, se mantiene igual, se disminuye la atención o se incrementa? Y sí la política va en cualquiera de esas tres direcciones va tener efectos, porque la política tiene que ser la construcción de la sociedad civil sentada frente al Estado en igualdad de condiciones.

Es decir, la política no tiene que ver con actos concretos, si no hacia donde debe moverse un campo, es algo mucho más amplio. Digamos que la política tiene tres dimensiones. La primera es la política pública, que es singular, que es lo que el Estado por ser Estado hace en el campo de la cultura, lo que aún en Colombia no está construido, no existe.

El segundo nivel, es las políticas culturales en plural que son concertadas entre sociedad civil y gobierno, en los sectores específicos en que se maneja cada actividad, que son de mediano plazo y que implican unas orientaciones concretas que tratan de generar las transformaciones, por ejemplo: sí hacemos esto por 16 años y estamos esperando que pase algo específico y en ese momento seguimos haciendo eso o una cosa distinta.

Y, la tercera instancia, la política pública es el techo donde se cuelgan las políticas culturales y de ahí se generan las acciones de gobierno, es decir, si las acciones de gobierno no tiene que ver con esto son simplemente acciones de gobierno, en este aspecto el debate con el Ministerio de Cultura ha sido muy fuerte, sobre todo en Bogotá, porque el Consejo de Cultura de la ciudad argumento que el Gobierno Nacional no tiene políticas culturales y es porque no ha hecho el ejercicio de participación y concertación, que toma años.

Por ello, todo lo que se hace es la decisión del gobernante de turno, lo que deja entrever que en el país no se ha creado una política pública y lo que hay hoy ni siquiera, tampoco está concertado, porque no existe el nivel de participación que este ejercicio requiere y por los problemas logísticos que esto implica.

En este caso, es más fácil realizarlo en Bogotá, que es una ciudad muy grande pero que se puede organizar, en este sentido tenemos 20 consejos Locales de Cultura, un Consejo por Área (6) y un Consejo Distrital de Cultura, que tiene un representante de todos esos niveles, realmente en tenemos tres (3) instancias distintas, lo que lo hace muy operativo y manejable, y que se reúnen semanalmente desde el año 1997 y hacen permanentemente revisiones de la entidad que los convoca, como un consejo asesor constante y, finalmente, se determinan acciones de gobierno que si son congruente con las políticas; de ahí que, un ejercicio de políticas culturales rigurosamente efectuado no deja que se politice la cultura, en términos del gusto del gobernante de turno, porque ya no deja las decisiones al gobernante si no que las decisiones se tornan mucho más profesionales y hace que las acciones de gobierno tengan que estar inscritas en las políticas.

El arte en el país, que sucede

En el país están pasado muchísimas cosas, sobre todo en las ciudades más grandes, hay muchísima gente que me interesa, veo casi imposible hacer un trabajo de acompañamiento con todos los artistas que me interesan, son demasiados, mucho más que mi capacidad para trabajar con ellos y veo que al fin están apareciendo curadores, que absolutamente fundamentales para que las cosas funcionen, porque son los que mueven la máquina, los que hacen que las cosas pasen; si no hay curadores usted puede tener ideas fantásticas debajo de la cama, porque la labor del artista no consiste en buscar esas plataformas de proyección, que además, implican una fuerte sustentación teórica y si comienzan hacer la labor de curadores, puede suceder que no van hacer un trabajo artístico bien hecho ni tampoco la labor de curadores; en este sentido, estoy viendo que aparecen más voces, nuevas generaciones y eso parece que se está multiplicando como algo más geométrica que aritméticamente, lo que hace pensar en poco años exista un grupo profesional más articulado, que obviamente va tener drásticos efectos en el terreno creativo, porque van a mover a muchísima gente y eso está bien. En estos momentos la poca gente que hay está moviéndose hacia fuera o así dentro del país, de forma simultánea; entonces, las oportunidades se multiplican realmente para los artistas.

Foto: Jaime Cerón Silva. Hugsh, 2009©.

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