Ya eran las 5:30 de la tarde y comenzaban a bajar los pescadores, buscando la noche para comenzar la faena que los traerá de vuelta a tierra firme con los primeros vientos de la madrugada. De camino a las ruinas de lo que fuera el puerto, se detuvo don Jesús frente a nosotros, mientras seguíamos con Gabriel sentados frente al árbol. Él sonrió y, con la misma mirada de desconcierto que teníamos, se acercó a nosotros y nos dijo: —Procuren no molestarlo, solo quiere volar, o es que acaso no sabían que todas las noches, cuando hay luna llena, dicen que sacude las hojas tan fuerte que alcanza a volar.
Todos los que vivimos en la Campana lo sabemos, pero nunca lo hemos visto, aunque sí escuchamos que sobre las tres de la mañana, con la fuerza de la brisa del Magdalena, comienza a elevarse, pero nunca lo hace delante de nadie; además, a esa hora ninguno sale porque hace mucho frío y porque nos puede caer la maldición del olvido y jamás podríamos volver a casa, nos decía mientras se hacia la señal de la cruz afanosamente en latín y en voz baja, in nomine patris, et filii, et spiritus sancti. Amen.
Don Jesús es un hombre solo que lleva en la piel negra las marcas del sol y la dulzura del agua; hoy, a sus 71 años, sigue pescando de madrugada. Todos lo conocemos en la carrera tercera y lo respetamos, no por sus años, sino por la luz de camino que mantiene en su mirada. Cuando pasa por la calle, hay quienes le ofrecen el primer tinto de la mañana, mientras su vecina María José le frita el bocachico que él mismo arrastró con su atarraya. Luego, se sienta en un viejo taburete en la puerta de su rancho de tabla, uno de los primeros que se construyeron en el caserío donde arrancó Barrancabermeja por allá en 1900.
Y con la certeza del sempiterno tiempo, comienzan a llegar sus amigos a jugar siglo y a tomarse el pocillo de café que les sirve; dicen que es el único que recuerda a todos los que vivían cerca de la San Luis Beltrán, donde fue acólito; por eso, llega mucha gente a preguntarle cosas, secretos y a escuchar sus historias.
Mientras nos hablaba don Jesús, comenzó a correr la brisa fresca del atardecer y sorpresivamente escuchamos el fuerte movimiento de las hojas del árbol, que siempre parece aferrarse a la pared como si estuviera escalando la historia ignorada por los hombres.
Recuerden lo que les dije, sentenció don Jesús con su mirada puesta en Gabriel, al tiempo que le decía: —Ahora le tocará ir a contar esta leyenda, que no son las mentiras del político de la vuelta que vino de otro lado de la montaña, compró la tierra de enfrente porque nos iba a traer prosperidad y se quedó con todo, como queriéndonos despojar hasta de la memoria. Recuerden que aquí hasta los árboles vuelan.
Fotografía: ©ArtistasZona. Febrero, 2025. (Foto No. 1: 11 de noviembre 2024; No. 2: 14 de febrero de 2025). Capilla San Luis Beltrán, ubicada en la calle 48 con carrera tercera, fue la primera iglesia construida en Barrancabermeja (1904).
1 comentario:
A tardecer de barranca Bermeja..Nunca se le olvido siendo un buen barranqueño
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