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miércoles, 6 de junio de 2012
EN BARRANCABERMEJA, LANZAMIENTO DEL LIBRO: “LOS YAREGUÍES: RESISTENCIA Y EXTERMINIO”
Nuevos aportes a la Historia Colombiana
Por. Victor Hugo
La Corporación Memoria y Patrimonio de Barrancabermeja, realizará el lanzamiento del libro “Los Yareguíes: Resistencia y Exterminio”, investigación adelantada por los historiadores Rafael Antonio Velásquez Rodríguez y Víctor Julio Castillo León.
El evento se llevará a cabo mañana 7 de junio en las instalaciones del Hotel Pipatón a partir de las 7:00 de la noche.
La presentación del libro, estará a cargo del historiador y profesor de la Universidad Pedagógica Nacional, Dr. Renán Vega Cantor, del que presentamos un extracto de su intervención.
Yariguíes: Historia De Un Pueblo Rebelde Y Digno
Muchos son los meritos que tiene este libro, entre los cuales, de manera esquemática, quiero mencionar algunos. En primer término, la labor de búsqueda y de recolección de fuentes sobre los yareguíes, que hacen de este esfuerzo bibliográfico un ejemplo de rigor documental, que ha llevado a los autores a revisar meticulosamente libros, revistas, tesis de grado, investigaciones antropológicas y arqueológicas, crónicas de viajeros, testimonios de aventureros y saqueadores de recursos naturales. Esto les ha permitido presentar una panorámica amplia y diversa, apoyada en datos concretos sobre la historia de los yareguíes, a lo largo de su milenaria historia. Con este trabajo apoyado en tan amplio bagaje documental, sus autores han hecho una notable contribución a la investigación histórica en Colombia.
En segundo término, los autores muestran una indispensable empatia con los yareguíes, lo que les ha permitido hacer una reconstrucción detallada de los diversos momentos de su historia, incluso antes de la llegada de los conquistadores españoles, hasta concluir con el exterminio de esa sociedad en las primeras décadas del siglo XX. En este sentido, considero que los autores han escrito una obra que se puede inscribir en el ámbito de la historia desde abajo, o de los sectores populares, o de los vencidos, con lo cual se quiere dar a entender que se amplia el espectro de los protagonistas de la historia, incluyendo en este caso a unas comunidades indígenas que aparte de haber sido destruidas por la “civilización”, el “progreso” y la “evangelización”, es decir, de haber sido vencidas, también han sido borradas de la historiografía oficial de este país. En su investigación cuestionan las versiones convencionales sobre los yareguíes, que son aplicables a todas las sociedades indígenas que han sido aniquiladas y perseguidas en los últimos cinco siglos en el territorio de la actual Colombia y a lo largo y ancho de América, que los pintan como “salvajes” y “bárbaros” que debieron ser sometidos por la fuerza, para poder desarrollar los proyectos de modernización que han impulsado primero las huestes conquistadoras de origen europeo y luego sus descendientes republicanos durante los siglos XIX y XX. En otras palabras, los autores van contra la corriente dominante que pretende justificar la aniquilación de los indígenas como un costo necesario del progreso, una postura que todavía hoy se sigue exaltando cuando se habla de la explotación de recursos naturales, como el petróleo, en los territorios habitados por comunidades indígenas.
En tercer término, a lo largo de la obra se alude a las razones que impulsaron los procesos de sometimiento de la etnia de los yareguíes desde el siglo XVI, resaltando lo específico de cada momento, pero destacando las continuidades y similitudes que caracterizaron la avanzada colonizadora en el territorio ancestral de los cacicazgos indígenas del nororiente de lo que hoy se llama Colombia. Entre esas continuidades sobresale la permanente alianza entre la “espada y la cruz”, como expresión de los intereses compartidos de los colonizadores materiales y de los evangelizadores espirituales, que tenían el mismo objetivo de apropiarse de los territorios y recursos que allí se encontraban y convertir a la religión católica a las “almas paganas”, tanto para justificar la colonización como para evitar la resistencia y rebelión de los indígenas. Queda claro después de leer este libro que las mismas razones que en la actualidad se esgrimen para apropiarse de territorios y reservas indígenas, son las mismas que se esgrimieron y se llevaron a la práctica durante varios siglos para apropiarse de los bienes comunes, convertidos en materias primas y en recursos naturales por el capitalismo. Tanto ayer como hoy se han saqueado la tagua, el caucho, la quina, el oro, el petróleo, la biodiversidad, la fauna y la flora de nuestros territorios y para facilitar su apropiación se han exterminado a los pueblos indígenas, como le sucedió a los yareguíes.
En cuarto término, se destaca dentro de este estudio, y como complemento del punto anterior, la denuncia documentada sobre los responsables del etnocidio, entre los que aparecen los conquistadores españoles, los sacerdotes católicos, los políticos regionales y nacionales del bipartidismo, los aventureros que andaban en la búsqueda desenfrenada de riquezas naturales para vincular al país, ya en el siglo XIX, al capitalismo mundial mediante la consolidación de un modelo agroexportador, lo que suponía la apropiación de todo lo que pudiera convertirse en materia prima a ser consumida en el mercado capitalista europeo o estadounidense. Cuando se considera este aspecto, quedan claros los motivos del exterminio de los yariguíes y se revela en toda su magnitud la catadura de prohombres de la historia oficial, que en la práctica eran unos simples delincuentes, pero que han explicado sus acciones genocidas como una necesidad para servir a la “patria” y permitir la inversión de capital extranjero, lo cual sólo es posible con el aniquilamiento de los habitantes originarios de estas tierras. Palabras como “reducción de salvajes”, “evangelización”, “pacificación”, adquieren su verdadero sentido criminal cuando se constata, como lo hacen los autores de este libro, todas las atrocidades que se justificaron con esas rimbombantes denominaciones, pletóricas de violencia y dolor.
En quinto término, dado que es una historia de los vencidos, se estudian la resistencia y rebelión de los yareguíes, quienes durante varios siglos enfrentaron la colonización y evangelización y defendieron con dignidad y altivez sus territorios y su cultura, con el objetivo de preservar su libertad. En el libro se recrea la acción de Pipaton, Itupeque, Cachui, Laicurapa y otros caciques indígenas que se enfrentaron de manera organizada para mantener la independencia de su pueblo. Esa resistencia se prolongaría hasta finales del siglo XIX, cuando los yariguíes fueron perseguidos y arrinconados por los “empresarios” nacionales y extranjeros que buscaban apropiarse de recursos negociables en el mercado mundial. Para poder hacerle era indispensable “limpiar” el terreno de los incómodos salvajes. Por este hecho, como los autores lo demuestran con lujo de detalles, desde mediados del siglo XIX florece toda una justificación escrita por parte de esos empresarios y aventureros de Santander y de otros lugares del país, e incluso de cronistas extranjeros, en la que pintan al territorio de los yareguíes como un desierto incivilizado que es necesario incorporar a la lógica del progreso, para lo cual era imprescindible exterminar a esos indígenas, lo que efectivamente se hizo y se consumo plenamente con el descubrimiento del petróleo. Con esto se marcó el fin de este bravío pueblo, cuyos últimos sobrevivientes perecieron a manos de los petroleros yanquis, entre las décadas de 1920 y 1940.
Mayores Informes: Lanzamiento del Libro “Los Yareguíes: Resistencia y Exterminio”. Corporación Memoria y Patrimonio. Evento: 7 de Junio a las 7:00 de la noche en el Hotel Pipatón, Av. del Río No. 47-16, Barrancabermeja. ©Texto suministrado por sus organizadores. Yariguíes: Historia De Un Pueblo Rebelde Y Digno del Dr. Renán Vega Cantor.
miércoles, 13 de mayo de 2009
BARRANCABERMEJA Y SU PATRIMONIO III
En defensa del Antiguo Hospital San Rafael
Por. Victor Hugo
Destruido quedó el Antiguo Hospital de Barrancabermeja, donde hasta hace poco funcionó la Universidad de La Paz, Unipaz, luego de ser vendido a unos empresarios antioqueños que pretendieron derribarlo completamente.
El increíble negocio se llevó a cabo durante la administración del Gobernador Hugo Heliodoro Aguilar Naranjo, quien decidió entregar este bien de carácter público y patrimonio cultural de los barranqueños, a manos de los intereses privados, que ni siquiera son de la región.
De tal manera, que se ha realizado una intensa labor, por parte de algunos sectores sociales, estudiantes y la Corporación Memoria y Patrimonio de Barrancabermeja, con el propósito de que la Alcaldía y los organismos competentes se pronuncien y tomen las acciones pertinente para la restitución, reparación, devolución y conservación de este bien de interés cultural de la ciudad.
Al tiempo, que el puerto petrolero permanece a la expectativa frente al destino final de su edificio, ubicado en el sector comercial, por donde transitan diariamente más del 70% de sus habitantes y los altos funcionarios de la administración municipal, que parecen haberse olvidado y han sido indiferentes frente al clamor ciudadano.
Aunque, la Alcaldía de Barrancabermeja, permanecía impasible frente a la destrucción de su patrimonio, la Personería Municipal intervino y detuvo los trabajos que se hacían al interior del edificio durante los primeros días del 2009.
Concepto del Ministerio de Cultura
En respuesta dirigida a Arnulfo Bastos Álvarez, miembro de la Corporación Memoria y Patrimonio, el día 23 de abril del presente año, con radicado No. 51367, y con copia al Alcalde de Barrancabermeja, el Director(E) de Patrimonio del Ministerio de Cultura, Enzo Rafael Ariza Ayala, puntualizó: Considerando que dicho inmueble (Antiguo Hospital San Rafael) fue identificado como patrimonio histórico del Municipio por el Acuerdo 018 Plan de Ordenamiento Territorial, en artículo 69, lo cual le profiere el reconocimiento como bien de interés cultural del ámbito municipal y en consecuencia queda sometido al régimen de dichos bienes regulados por las leyes 397 de 1997 – Ley de Cultura- y Ley 1185 de 2008. (SIC).
Ahora, frente a estas acciones de la Corporación Memoria y Patrimonio, de la ciudadanía barranqueña, el Alcalde, Ing. Carlos Alberto Contreras López, tiene la responsabilidad insoslayable de ejecutar las acciones que le corresponden y le confiere la ley.
No obstante, frente a la actual indiferencia de la Alcaldía, la comunidad de barranqueña sólo quiere proteger, conservar, preservar y restaurar el patrimonio cultural de la ciudad, que los empresarios antioqueños destruyeron sin que el Alcalde se pronunciara ni tomara las acciones legales correspondientes para salvaguardar el bien.
Por eso, es preciso recordarle al Ing. Carlos Alberto Contreras López: la puesta en escena de una mirada comienza con la apropiación de la territorialidad. Esto no es otra cosa que la valoración del espacio, la producción simbólica que en él se expresa, el entramado de relaciones y formas de concebir los imaginarios colectivos, a la hora de asumir ideales y utopías,.este conjunto de hecho son los que generan la dinámica social de la identidad cultural.
Por eso, la comunidad de barrancqueña, espera Donde el amor es la Clave, como reza el Plan de Desarrollo de Barrancabermeja, un verdadero acto de amor por la ciudad, porque el amor no sólo es una expresión desde lo espiritual sino que se materializa en la realidad. Por eso, Ing. Carlos Alberto Contreras López, Alcalde de Barrancebermeja, ahora usted tiene la palabra.
Fotografías: ©Hugsh, 2009. Detalles de la fachada del Antiguo Hospital de Barrancabermeja.
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