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viernes, 15 de marzo de 2013

ESPERANDO AL PAPA FRANCISCO




La Oscura Hora de América Latina
Por. Victor Hugo

Como siempre lo ha hecho la iglesia, sus acciones son eminentemente políticas, a pesar de su falsa modestia, los muy conocidos actos de contrición y arrepentimiento, con que un pastor le miente al rebaños antes de someterlo a la boca del lobo, mientras repite sus oraciones y jaculatorias por el futuro del bienaventurado negocio de la fe.

Desde esta perspectiva, la elección del Cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio, no es casual, ante una iglesia decadente y pletórica de escándalos, que ni siquiera el muy rígido Benedito XVI, logró sortear; al contrario, se agravaron y dejaron al descubierto las endémicas enfermedades con la que se fundó la cristiandad.

El Ajedrecista

Después del asesinato en el Vaticano de Juan Pablo I, el hecho pudo volverse a repetir con Benedito XVI, dadas las presiones frente al apetitoso aquelarre de la prensa por los llamados Vatileaks, mientras crecía el descrédito de destacados Cardenales envueltos en las conspiraciones del poder, después de los resultados de la comisión de investigación que conformará Joseph Ratzingery dadas las impredecibles consecuencias de sus recomendaciones y hallazgos. Bajo estas circunstancias y en medio de una iglesia maleable no había otro camino distinto a renunciar, como efectivamente lo hizo argumentando su falta de fuerzas para llevar sus riendas.

El hecho era inocultable, su incapacidad ante la corrupción y las conspiraciones al interior de una de las organizaciones económicas, políticas y sociales más poderosas de occidente no se puede esconder fácilmente, aunque algunos medios de información se empeñen en hacerlo.

Lo que si se puede ocultar y no conocerá nunca la feligresía católica serán los resultados de la muy comentada Comisión, cuyas conclusiones sólo sabe Ratzinger y que llevará consigo como su seguro de vida. Aunque, tal vez el nuevo Papa Francisco, también lo hará.

Jaque Mate a Latinoamérica

Cuando el popular Karol Wojtyla llegó al trono de la Santa Sede, terminaría la hegemonía de los italianos en el poder, pero también la Guerra Fría, el Bloque de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, y, posteriormente, caería el muro de Berlín. Además, el lenguaje oficial de los espías en esos años sería el polaco.

Hoy en Latinoamérica, ocurre algo parecido. Por un lado, está el bloque de los países que ejercen su soberanía e intentan cambiar las relaciones geopolíticas asimétricas que durante los últimos 200 años impuso los Estado Unidos sobre las débiles democracias de la región.

Para completar el panorama, desde finales del siglo pasado, aparecieron una serie de presidentes de la izquierda democrática que han producido nuevos hechos políticos, económicos y sociales de relevancia internacional que hicieron eco entre los movimientos sociales e indignados europeos y en los diferentes países del mundo.

¿Y entonces por qué precisamente hoy, bajo este nuevo panorama geopolítico, nombrar un papa latinoamericano de origen italiano? Las respuestas salta por montones como mares e inunda la realidad, pero agrega otro ingrediente la disputa que mantienen los poderes hegemónicos de occidente (Estados Unidos, la Unión Europea y las Transnacionales) frente a algunos países que conforman el Mercosur, el ALBA y aquellos que desarrollan el concepto de nación soberana, mientras los acostumbrados ejes de poder se encuentran a la espera de abalanzarse como lobos sobre los ya disminuidos recursos naturales de los “sudacas subdesarrollados”.

La otra puede ser más pueril, pero no por ello menos significativa. Se trata de oponerle a las figuras latinoamericanas, como pueden ser la del extinto presidente venezolano Hugo Rafael Chávez Frías y del expresidente argentino Néstor Carlos Kirchner, que hoy se erigen como nuevos referentes históricos y movilizadores de la conciencia contemporánea, un fuerte aglutinador, otro discurso y, si se quiere, reordenar geopolíticamente los imaginarios colectivos de la mayor población de católicos del mundo, eso si antes que sea demasiado tarde para el establishment y se ponga en riesgo el statuo quo.

Aunque los cardenales manifiesten estar inspirados por el Espíritu Santo, ellos juegan y mueven su alfil más confiable sobre la región y en el tablero aparece con una historia como la que en su momento trajo consigo Juan Pablo II y un renovado “carisma” proyecta el Vaticano sobre el Papa Francisco, no la del cuestionado Obispo de Buenos Aires en tiempos de la genocida dictadura militar argentina acusada por delitos de lessa humanidad debido a sus violaciones de los derechos humanos.

No obstante, el prelado Jorge Mario Bergoglio, siempre mantuvo una actitud cómplice y de espaldas a una nación que afrontaba los actos de barbarie perpetrados por quienes asestaron el golpe de Estado entre 1976-1983. Por estos hechos, si recuerdan hoy al Papa Francisco muchos argentinos y por su llamado a responder ante los estrados judiciales por el robo de bebes y los casos de sacerdotes desaparecidos, torturados y asesinados.

Igualmente, surge otra pregunta: ¿Y por qué un Jesuita? Definitivamente la decisión no representa la mano siniestra de Dios, la izquierda, por el contrario, es la más diestra de todas las manos, la derecha; así tengan ese supuesto manto de humildad y su llamada “opción por los pobres de América Latina”, como hábilmente lo hace el ala de centro de la Compañía de Jesús. No obstante, es difícil olvidar que esta empresa religiosa es una de las fundadoras de la Trilateral Comisión, la instancia donde se encuentran las 200 multinacionales que gobiernan el mundo y nos mantienen postrados en la esclavitud. Como quien dice: “El que peca y reza empata”.

Ahora bien, alguien de seguro intervendrá en los dudosos manejos de las finanzas del Banco del Vaticano -Instituto per le Opere di Religione, IOR, o el Instituto para las Obras Religiosas- y para ello se necesita administradores ungidos con la experticia y la alcurnia de los Jesuitas; quienes siempre han demostrado eficiencia en la administración y ser pragmáticos en sus relaciones con el poder político.

El pasado miércoles 13, mientras los medios de información de occidente hacían su espectáculo e intentaban detener, la conciencia de creyentes, devotos y similares, el sentido y el significado de la iglesia como una comunidad, siguió oculto para algunos, como intentamos dar cuenta en nuestras imágenes sospechosamente cubiertas, debido al contundente gesto de los altos prelados católicos. En otras palabras, impusieron la negociación política para conspirar por enésima vez frente a la realidad y al mismo tiempo le señalaban al Cardenal Joseph Ratzinger quienes mandan.

Finalmente, la iglesia católica, apostólica y romana vive de la culpa, el miedo y la promesa de la inmortalidad,es decir, de la vida eterna; así mismo, de la administración de la estoica resignación asumida por su feligresía, esas son sus respuesta frente a la contemporaneidad y una humanidad inmersa entre la guerra, el hambre y la esclavitud. Entre tanto, la decimonónica estructura eclesiástica a demostrado que ni siquiera ellos mismo son capaces de cumplir con la ética heredada de la cristiandad, sino preguntémosle al nuevo Papa Francisco por su postura como obispo en tiempos de la dictadura militar argentina.

Fotografía: ©Hugsh, 2013. Esperando Al Papa.