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lunes, 20 de julio de 2009

20 DE JULIO: LLORAN A LORENTE










Independencia: Crisis De Un Concepto
Por. Victor Hugo

Mucho más que la revisión de los aportes que los santandereanos le hicimos al proceso de la independencia, del carácter insurgente que plaga el espíritu rebelde que esta modelado por la agrete geomorfología y la impar biofísica de nuestros recursos naturales, esa la capacidad de endemismos que nos particularizan; por eso, ese inaplazable de reivindicar a Los Comuneros, a partir de un nombre propio, José Antonio Galán, que nunca lo contiene, pero el sacrificio de su cuerpo desmembrado, es un significante recurrente de nuestra nación.

Sin embargo, estas tierras lo han re-valorizado con la creación del Estado Soberano de Santander, las reivindicaciones que en el Siglo XIX en la voz de los artesanos de “La culebra pico de oro”, y que en el XX hicieron los obreros petroleros de Barrancabermeja por la defensa de los recursos naturales, que concluyó con la nacionalización y creación de la Empresa Colombiana de petróleos, Ecopetrol; así mismo, de las marchas campesinas del Magdalena Medio y el movimiento Comuneros 2000 de los años 80, que levantó a las comunidades del sur del departamento.

Por eso, más allá de la epopeya, tenemos que advertir que esta genética de la libertad radical es un gesto de lealtad a su propia historia, de la que se siguen escuchando en el eco del alma la voz del charaleño José Acevedo y Gómez, tribuno del pueblo, figura indiscutible del 20 de julio de 1810, quien con la vehemencia del santandereano manifestó:

"… Si perdéis estos momentos de efervescencia y calor, si dejáis escapar esta ocasión única y feliz, antes de doce horas seréis tratados como insurgentes: ved los calabozos, los grillos y las cadenas que os esperan."

De tal manera, que varios eventos de carácter histórico enmarcan la presencia de Santander dentro del contexto nacional. Así lo demuestran los eventos que atraviesan el proceso de consolidación social y el enraizado espíritu humanista que se gestó desde antes que los españoles hicieran presencia en estas tierras y destruyeran gran parte de la cultura de nuestros ancestros, dueños de su territorio, conocedores del arte de hacer producir el tejido de sus sueños. Además, la mejor riqueza que poseían, generosos, valles y montañas, bañadas por ríos y quebradas que fertilizaron bajo la luz de sus Dioses.

Quizás fueron los Agataes, Guanes, Opones, Carares, Laches, Chitareros y Yariguíes, los que fertilizaron el espíritu valiente y noble de la historia de Santander. Ese es el mismo ascendiente histórico que recorre América Latina mucho antes que la larga noche de horror que sembraron bajo el Dios Sol y la Madre Luna, los extraños de a caballo, espadas y cruces, que por el arte del azar fueron encontrados por estas tierras, donde se copulaba por la noche bajo el manto de las estrellas y se parían los hijos para que caminaran libres sobre la hierba.

Tal vez por esa misma esencia de libertad, por esa genética cultural, que llevan incrustada en el corazón y en la sangre la raza de los hombres santandereanos, la propuesta valerosa de Los Comuneros encontró resonancia en la región a mediados de 1.781. Posteriormente, el 13 de mayo de 1.857 se proclama el Estado Soberano de Santander y aparecen las constituciones provinciales. Es importante señalar que la imprenta del Socorro jugó un papel fundamental. Este hecho repercutiría significativamente en los librepensadores de la época que soñaban con la libertad.

Esta es la genética de la libertad que hace parte de los santandereanos, que recorre calles y senderos bajo la mirada noble de los hombres que siguen siendo protagonistas de su historia. Y es que a los Comuneros, les recorría por su sangre la genética de la libertad, en ellos como a muchos de los hombres y mujeres anónimos de su época, estaba el acumulado histórico. Y este no es más que la esencia de la dignidad del hombre y desde luego, como la mayoría de los que poblaron al país en el siglo XVIII, respondió al reto de la libertad.

Finalmente, mirándolo desde el punto de vista histórico, Santander podrá decir que también es la cuna de la libertad, si es capaz de seguirle aportando al país procesos sociales que permitan generar espacios para construirla. Y, es que la libertad nace del reconocimiento del otro, del respeto y el ejercicio de un pacto civilista que imponga reglas claras para la convivencia y la cimentación de un Estado democrático.

Sólo así la libertad dejaría de ser una palabra para soñar. Sólo así sería una ética que haría posible la vida. Porque la ley se hace libertad cuando nace de un pacto desde la civilidad. De ahí que, el valor de lo que significa la independencia hace crisis en este territorio, donde sus palabras no sueñan, sino que propician realidades que nunca se construyeron, hoy que lloran a Llorente, desde la misma latitud que hipoteca la in-dependencia, en su nueva táctica de la neocolonización que nos cobra por lo que aun no sigue siendo nuestro: los recursos naturales estratégicos y que se llega con la factura de las empresas de servicios públicos, en manos de los españoles, así como los medios de información; al tiempo, que se nos continúan sobrefacturando los días por cuenta de la Cooperación Internacional, las cinco bases militares norteamericanas en el país, la financiación de las campañas políticas que hacen las multinacionales, la deuda externa y por el nuevo Reso, la llamada Responsabilidad Social Empresarial, con el que se compran nuevas parcelas en el “cielo”, a punta de la caridad pública, para que los grandes grupos económicos se adjudiquen el 40% de la exención de impuesto aquí en la tierra y sobre la desesperanza de una nación.

Por eso:
Erase una vez un florero, una fiesta y usted
Erase una vez un país que no celebra sin usted

Dadle Señor el descanso eterno…
Brilla para Colombia la luz incierta


Propuesta y Fotografía: ©Hugsh, 2009, “Lloran a Llrente, 20 de Julio”.