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viernes, 15 de febrero de 2013
ARTE, CULTURA CIUDADANA Y FUTURO
La realidad en vivo y en directo
Por. Victor Hugo
Primero fueron simples palabras sueltas, encendidas y agresivas, acompañadas por la arrogancia del lenguaje que invita a la muerte. Minutos más tarde, no fueron suficiente y el cuerpo entró en la disputa. En ese momento apareció el gesto envenenado, amalgamado con la sed de venganza y sangre.
Así, en cuestión de segundos, dos vendedores ambulantes se persiguieron por todo el Parque García Rovira de Bucaramanga, con navaja en mano. Aunque, minutos antes ya había intervenido la policía tratando de controlar la situación.
Disfuncionalidad, psicopatologías sociales o lumpenización del espacio público, llaman los expertos a estos abruptos comportamientos ciudadanos. Lo cierto es que fenómenos como estos pululan en nuestras ciudades, mientras la inseguridad no da tregua y las políticas públicas de formación ciudadana y construcción de ciudadanía tampoco dan abasto.
La realidad en vivo y en directo parece un juego lejano, tal vez una simple referencia de otras latitudes o un truco alucinante y abyecto protagonizados por otros, producto de odios acumulados y de esta mezquina incertidumbre que nos acobarda o aflora nuestros más primarios instintos.
Todo ello refleja el grado de civilización alcanzado por nuestras sociedades, fruto de una educación que nos lanza al vació sin oportunidades, pero eso si muy cerca de los cementerios donde descasa la conciencia y nos niega la posibilidad de reinventarnos, de salir de nuestras minorías de edad para propiciar espacios de creación, hoy enajenados por este extraño neopragmatismo utilitarista enquistado en los Estados.
Así, deambulamos, con el acostumbrado credo sadomasoquista sobre nuestro cuerpo, ahora hecho reality por los medios comerciales de información y la industria del entretenimiento; la paciente fe usurera, las puertas traseras para huir del sentimiento de culpa y sus pecados; la corrupción de las altas esferas, la ética puesta en la sala de espera, los prolijos pero agotados discurso de superación personal y su industria editorial; la superstición a cuenta gotas en busca de su propio éxito o lotería de esquina y este cansancio ignoto de siglos a nuestras espaldas.
Quizás, la única salida sea la estrategia esbozada en la vieja consigna de mayo del 68: “Más poesía, menos policía”, dicho de otra forma, menos trasnochada como dirían los editorialistas, columnistas, los tecnócratas y la academia: Ojala el Estado y quienes diseñan las política públicas, entiendan de una vez por todas que el arte y los artistas no son solo sus saltimbanquis contemporáneos (1), porque la cultura debería ser la pieza fundamental del desarrollo de sociedades como la nuestra.
Fotografías: ©Hugsh, 2013. La disputa del paisa.
Nota:
1. “Ministerio de Cultura y los Planes de Desarrollo”, 14 de abril del 2012: “Quizás, esta postura aparentemente aséptica no es sino una estrategia que intenta la despolitización del concepto, con el propósito de impedir que los creadores y gestores repiensen su actividad en el contexto de su realidad, con el fin de instaurar la apropiación y el uso de lo cultural como un simple acto decorativo para el poder y de festivalización de la realidad, utilizando a los artistas como saltimbanquis contemporáneos”.
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