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jueves, 7 de marzo de 2024

“APRENDER A MIRAR”, EL OFICIO DE LA ARTESANÍA

“Veo en cada objeto algo más allá que una materia que expresa una forma 
con textura y color”



Por. Víctor Hugo 

Infinidad de semillas, fibras, objetos encontrados y distintos tipos de pigmentos, se transforman en piezas artesanales con la destreza de unas manos sabedoras y bajo la escrutadora mirada de Nancy Isabel Payares Pérez, una barranqueña que a sus 70 años está empeñada en materializar lo que para ella significa identidad. 

Nancy desde muy niña deambulaba con su grupo de amigos del barrio El Parnaso entre los exuberantes bosques que rodeaban lo que apenas comenzaba a ser una ciudad devorada por el cemento y olvidó sus ecosistemas estratégicos. 

Así modeló la única visión reduccionista del desarrollo, esta clase política que traicionó el ser mismo de esta territorialidad y quienes solo se dedicaron a sepultar su riqueza fundamental: la biodiversidad, la misma que terminó siendo exterminada por cuenta de la actividad extractiva de la industria petroquímica. 

Fue durante esas inmersiones entre caminos ciegos de espesos matorrales que bordeaban los caños, ciénagas que rodean a Barrancabermeja, que tal vez comenzó a desarrollar su sensibilidad con lo matérico y empezó a tener contacto con todo tipo de semillas y fibras vegetales y a dejarse impregnar de los olores y colores de las barrancas bermejas, con las que hoy se atreve a moldear muchos después, pero con el mismo entusiasmo y asombro de una novel exploradora. 

“Veo en cada objeto algo más allá que una materia que expresa una forma con textura y color”, afirma Nancy y agrega: “Es su energía misma la que me enseña sus particularidades intrínsecas” y es esto mismo lo que hicieron infinidad de creadores en el siglo pasado y que se convirtió en una recurrente forma de expresarse de algunos artistas plásticos en esa parte de la historia que conocemos como arte moderno, quienes fueron seducidos por las formas y estructuras fractalizadas del mundo que nos gritan no solo lo que son ni lo que pueden llegar hacer sino de sus historias. 

“Cuando tenía 12 años pasé por las oficinas de Cavipetrol y me detuve a observar un grupo de señoras que se encontraban haciendo un taller de macramé; en ese momento, me pareció increíble todo lo que se podía hacer con unos simples nudos ordenados y solo con las manos”

Recuerda Nancy que: “Simplemente, me quede parada en la reja a ver como lo hacían las encopetadas señoras a las que no se les veía ningún interés, pero a mí me gusto. Minutos más tarde y luego de estar ahí afuera pegada a la reja, la instructora, que era una mujer joven, salió y me preguntó si quería aprender y sin pensar dos veces le conteste afirmativamente, pero que no pertenecía a Ecopetrol. Sin embargo, me dejó entrar, con una condición: no decirle nada a nadie. Así fue como aprendí el macramé”

También, una de las más poderosas influencias fue su padre, Julio Payares, porque de cierta forma él es responsable de ese querer hacer: “Mi padre fue contratistas de Ecopetrol, por lo que en muchas ocasiones no contaba con los recursos para comprar muchos de los juguetes que le pedíamos; a pesar de ello, el mismo los hacía, desde patinetas hasta las cosas más raras que se nos ocurría cuando éramos niños, porque tuvimos una infancia feliz, era otro el tiempo en la ciudad que era de todos”



Del oficio

A la artesanía Nancy llegó luego ser una consagrada trabajadora de la salud, tras haberse graduado como Higienista Oral en la Universidad Tecnológica de Bolívar en Cartagena, labor a la que le dedicó 30 años de su vida, por lo que es muy conocida en la ciudad tras su paso por el Hospital San Rafael, el Seguro Social y la Secretaría de Salud de la Alcaldía de Barrancabermeja. 

“Fue cuando se presentó una crisis en el servicio urbano de recolección domiciliaria de residuos y desechos en el 2015, cuando una tarde recorrí la ciudad y comencé a recoger infinidad de objetos y materiales que traje a mi casa y con ellos comencé a crear y hoy nueve años después tengo mi taller y me dedico de lleno a la noble labor de la artesanía”

En Barrancabermeja muchos de los artesanos han llegado solos al apasionante mundo de materializar lo que significa la identidad, porque eso sería el deber ser y lo se supone debería expresar cada una de las piezas artesanales. 

No obstante, muchos es estos hacedores no tienen ningún tipo de formación sobre su oficio; sin embargo, luego de hablar con Nancy y algunos otros, dentro de ellos se produce una especie de éxtasis y simbiosis con su territorio cuando planean, diseñan sus primeros y rudimentarios bocetos, realizan la búsqueda y selección de materiales y finalmente se dedican a producir cada una de las piezas con las que hoy reflexiona sobre lo que significa la identidad de una ciudad que poco ha reconocido su labor, pero que tiene que ver con lo que les dicen los procesos de hibridación cultural y esta realidad que se vive fruto de la última migración impuesta por y anclada a las expresiones fascista que se tomaron a Barrancabermeja y de lo que nadie quiere hablar, porque son ellos los que la sombra la manejan. 

En la actualidad, Nancy Isabel cuenta con su taller que a la vez funciona como local ubicado en lo que era el tradicional barrio Torcoroma en la carrera 19 No. 53-70, donde expone su producción artesanal, desde sus bellas máscaras hechas en papel maché, escenas de la cotidianidad regional en cuadros u objetos escultóricos con elementos reciclados y encontrados; vendedores de los tradicionales bollos; canastos y un mundo lleno de infinidad de piezas que ella misma produce

Finalmente, en la conmemoración del Día de la Mujer, atrévase a descubrir parte de su historia a través de la artesanía y a pasar por dónde Nancy Isabel Payares Pérez, esta bella y amorosa mujer que es en sí misma la expresión viva de lo que es la mujer barranqueña.



Fotografía: ©ArtistasZona, Barrancabermeja, marzo de 2024.

miércoles, 22 de agosto de 2012

OTRAS ICONOGRAFÍAS RELIGIOSAS: LA SANTERÍA



Resistencias de la fe y la descolonización de dios
Por. Victor Hugo

Colores, imágenes, música, cuerpo y fuego forman parte de la fecunda y exuberante iconografía religiosa de la Santería, que a pesar de tener un profundo arraigo popular, no distingue entre los estratos sociales de sus seguidores. Por está razón, sus fervientes discípulos decidieron crear una isla del Caribe negro y afrodescendiente en pleno corazón de Bucaramanga. 

Esta práctica religiosa surgió como un acto de resistencia de los esclavos africanos frente a la imposición del cristianismo por parte de los europeos, quienes los cazaban en sus tierras para llevarlos como fuerza de trabajo al recién conquistado "nuevo mundo". 

En esa época, mientras se establecía el mercado de la esclavitud como uno de los renglones más poderosos de la economía colonial, los blancos anglosajones crearon verdaderas empresas de la muerte que enriquecían rápidamente sometiendo a los pueblos negros y acelerando la explotación de nuestros recursos minerales. Así mismo, esto ocurre en nuestros días, aunque hoy ya no estamos en los años 1500, los nobles piratas tienen otro nombre: las multinacionales mineras extranjeras.

La historia 

Uno de los responsables de la esclavitud sería la doctrina esgrimida por Fray Bartolomé de Las Casas, quien señalará en su defensa teológica de los "salvajes indígenas, como seres humanos con alma susceptible de ser redimida" a través de la evangelización. Bajo esta postura, se abriría el camino para el tráfico de esclavos. 

La famosa polémica sostenida en 1550 en la ciudad española de Valladolid, entre de las Casas y el filósofo Juan Ginés de Sepúlveda, ambos dominicos, finalmente se decidió quitarles el "alma" a los pueblos africanos.

Este hecho llevaría a que estos fueran considerados como "simples animales de trabajo" y bajo estos argumentos eurocentristas fueron esclavizados para enriquecer a los imperios de Inglaterra, España y Portugal. 

Fue así como llegó la cultura Yoruba y su cosmogonía a las costas de Cuba, Brasil, Haití, Trinidad y Puerto Rico, la que posteriormente se extendería por todo el Caribe. 

Actualmente, la santería es satanizada por católicos y protestantes al calificarla como máxima expresión de la superstición; sin embargo, sus seguidores la conciben como una experiencia que enciende la luz de los vacíos espirituales para exorcizar los fantasmas de las pérdidas como búsqueda del bienestar. 

Sincretismos 

Sus orígenes se encuentran en la comunidad africana de los Yoruba, quienes habitaban los territorios de lo que hoy es Nigeria, en las inmediaciones del Río Níger. Tenían una organizada y compleja estructura social, que alcanzó 12 siglos de esplendor en 1896. 

Al desembarcar en las nuevas colonias europeas, los africanos fueron literalmente “domesticados” y occidentalizados bajo el yugo de los secuestradores europeos y después incorporados como fuerza productiva. No obstante, hay algo que no se puede doblegar con el látigo y la muerte: la cultura. 

De hecho, el primer proceso independentista que se dio en América fue en Haití, el 1 de enero de 1804, aunque mucho antes ya se había presentado una rebelión de esclavos el 14 de agosto de 1791, fecha que es considerada como el inicio de la revolución haitiana, la cual logró su explosión definitiva el 22 de agosto de ese año. 

Aunque los esclavos fueran bautizados bajo el rito cristiano, mantenían viva su cosmogonía de la que se desprende toda su religiosidad. Por eso, a pesar del empeño evangelizador de sacerdotes y misioneros, los africanos lograron identificar y mimetizar sus deidades (orishas) en la iconografía católica. 

Y como no hay occidente sin el menosprecio por la cultura de los pueblos que están fuera de su concepción eurocentrista, los colonizadores del siglo XVI solo alcanzaron a vislumbrar las expresiones del fervor religioso de los africanos por los santos, de donde deviene su nombre: Santería. 

Al mismo tiempo, ni la Santa Inquisición ni los criollos lograron leer la estrategia de sincretismo cultural que terminó por burlarse de Occidente para convertirse en una práctica religiosa que tiene origen en la fe católica que aún se mantiene viva. 

Por eso hoy, en medio de la música que mezcla lo africano, el cuatro y la bella poética con la que los campesinos cubanos saludan sus jornadas y nos enseñan lo que significa el horizonte, la Santería se constituye en parte del legado de los afrodescendientes americanos y de nuestra cultura de la resistencia, porque aún "suenan los tambores"
 
Fotografías: ©ArtistasZona, 2012, “Mis santos dioses”.

sábado, 30 de junio de 2012

LES LUTHIERS: LA CULTURA POPULAR, LA EPISTEMOLOGÍA Y EL ARTE


Advertencia: No apto para intelectuales.  
Les Luthiers, “Dilema de Amor”.

lunes, 29 de diciembre de 2008

CALI ES CALI, 41 SALÓN NACIONAL DE ARTISTAS





La Feria: Arte y Cultura, Definición o Simulación
Por Victor Hugo.

Frente al periodo que se avecina de Ferias que se cruzan por las calles y los caminos del país, nos preguntamos: ¿Qué hay detrás de la ferias? Pan y circo para el pueblo, señalaba el emperador romano.

Nuevamente, es la presencia de las fuerzas del mercado, la tendencia global que intenta acelerar el consumo frente a la actual recesión económica por la que atraviesa el mundo, y en especial, el país, que sigue inmerso dentro la exclusión paulatina de amplias sectores de la población y el marginamiento en la que diariamente crece la pobreza extrema, los altos niveles de necesidades básicas insatisfechas y un grupo humano flotante que habita en las calles, donde hace transito la desesperanza y la violencia.

Por otro lado, está la influencia del mercado sobre la cultura, a la hora de pensar en la Feria, no debería crear asombro alguno. Y es que, desde hace más de una década y bajo lo que llaman hoy, con mucha resonancia y soportado en los conceptos de la escuela del neoliberalismo económico: Responsabilidad Social Empresarial, intentando quedar en tablas, mientras esclavizan nos dan analgésicos para el dolor y emergen entre nuestras cenizas como los altruistas de buen corazón, emulando ejemplos como el de Teresa de Calcuta, que no hubiese sido posible sin la pobreza a la que condenan hasta los libros sagrados, porque resulta que hoy los pobres son necesarios, para el premio Nobel, las condecoraciones de la ONU y del Congreso de la República.

Pero, esta concepción de la Responsabilidad Social Empresarial no es más que otro mecanismo comercial de las corporaciones y conglomerados económicos, quienes recorren el país, disputándose el territorio colombiano para ofrecerse como patrocinador de las festividades populares, festivales, bienales y concursos, etc.; de esta forma, estos emporios han sido los responsables de generar valores artísticos, amarrados a la elasticidad de la oferta y la demanda; además, de imponer los patrones de diversión, entretenimiento y crear estéticas que están definiendo, de alguna forma, la producción artística colombiana.

El Vallenato
Con sólo observar la industria fonográfica del país, podemos avizorar como se ha montado todo un sistema de explotación de ritmos musicales autóctonos, que como el vallenato, creo una subcultura, que en la actualidad está asociada a una estética que promueve una cosmovisión del mundo conformista y, en momentos, medio agónica de lo que significa el amor desde la perspectiva del hombre, que intenta vender sus afectos a partir de pobres y primarias metáforas.

Vallenato, que dicho se ha de paso, ni siquiera alcanza hacer folclor, porque según el Patronato de Artes y Ciencias del país, define como folclórico cualquier manifestación cultural que se mantiene en el tiempo por un periodo de 100 años, y esta aún no los tiene.

De otro lado, el vallenato que se escucha en las ferias del país, defiende una postura ideológica desde el establecimiento, su statu quo; pero también, hay que recordar que hizo parte de las primeras bonanzas económicas del país: la marimbera, de la que gozo el Mandato Claro de Alfonso López Michelsen; vallenato que paso de la vereda a los salones del jet-set criollo y, alcanzó escenarios tan significativos como los de la Casa Blanca, la de Clinton y la de Bush, en el peor de los tiempo que ha vivido el mundo.

Sin embargo, en la actualidad, el vallenato se vende en las estaciones radiales asociado a la ranchera y los corridos mexicanos: “ranchenato” lo llaman, y esta tendencia musical expresa en toda su magnitud la barbarie que se pasea desde el Congreso de la República, la Casa de Nariño y por cuanto camino de vereda hay en el país, y que no es más que la manifestación de las historias de horror en la que estamos sumidos los colombianos por efectos del narcoparamilitarismo y el juego del poder.

Feria y Simulación

Frente a estas realidades, es claro que a los diferentes sectores económicos les interese mantener dentro de su plut de caja un rubro específico para el apoyo, promoción y publicidad de las ferias del país, que por partida doble, les genera exención de impuestos, mercados y posicionamiento de marca, lo que se convierte en un negocio con mínimo riesgo y una tasa de retorno que multiplica exponencialmente cualquier inversión, en medio de una economía, que en los últimos siete años creció sin generar un solo empleo estable, como lo muestran claramente las cifras macroeconómicas.

Por eso, la feria no es más que un mercado para el posicionamiento, la distribución y un mecanismos marketing que esta guiando los intereses de las grandes empresas, los medios de información privados, sectores privilegiados e institucionales, quienes se lucran de la alta rentabilidad, presentando los productos artísticos como un sello de marca, mientras que los mass media continúan leyendo el guión que desde las oficinas de prensan les diseñan las multinacionales y la Casa de Nariño.

Desde esta perspectiva, es fundamental abordar la realidad para explorar y reflexionar sobre cómo el mercado estructura, organiza, dirige la producción y el consumo de la cultura y el arte. De tal forma, que para ninguno es un secreto la influencia crecientemente, de las nuevas tecnologías de la imagen y, por otro, del valor agregado de amplia margen de ganancia que deja el ejercicio creador y su producción, cuando está inmersa en los mercados.

"Cali es Cali", la obra

Hoy prefiero a la Cali que es Cali, la de la Salsa multitonal, bellamente soñadora, absolutamente propositiva a los cuatro vientos, donde se corean las ganas y no se disimula el sudor que provoca el aliento, donde se expresa la libertad de un baile que se despliega armónicamente en las figuras que intentan atrapar la sensualidad del espacio y jugar sin la simulación del que espera.

Por eso, prefiero a la Cali que es Cali, la de la Salsa multitonal y no a la Cali que amalgaman con el vallenato sinuoso, de pasos que se esconden detrás del cuerpo, que disimulan la cadencia y buscan la sensualidad de una música pobre en expresiones y sin diversidad alguna. Que lastima, que hasta en eso hayamos perdido la identidad, porque Cali era expresión de Salsa, del pacifico, y no el eclepticismo sonoro del vallenato que nada tiene que ver con nuestro folclor, sino que se propone como un mecanismo más de adiestramiento y un estética para el control social.

Por eso prefiero a la Cali de Aguaelulo, de champús y pan de bono; la de Juanchito y sus casetas de guadua de los años 70´s donde los niños iban a observar por las rendijas a los salómanos para aprender nuevos pasos; La de Macumba, Padilla y Chango. Pero, también, la de Monca Monca, El Infierno y El Escondite. Esa que esperaba la rumba de los domingos en Agapito, El Pailón, Don José, Monterrey, Tropicana, La Playa y La Cita, esa que se reunía en la complicidad de la tarde en el Parque de La Caña. La Cali que enamora y donde las mujeres no son como las flores sino que son las flores. Prefiero la ciudad a la que le canta Teo Ramos en sus calles, la que se resiste, la que no miente como El Occidente, la que no es conservadora ni esclavista, donde el pacifico recuerda a sus ancestros porque en esa Cali es donde: “Que Viva la Música”, la de las andanzas de Clarisolcita, la bella. No la del falso eclecticismo impuesto por los medios de información para garantizar su raiting y los contratos de publicidad.

De ahí que, pan y circo para los colombianos en estas ferias, donde no es extraño encontrar un apasionado del vallenato escuchado su música y echando tiros al aire, al tiempo que suenan sus corridos mexicanos. Esta cotidianidad habla mucho de la estética que le fabricaron a los colombianos las multinacionales de la cultura, la diversión y que hace eco en las emisoras del país.

Mientras que, la obra Cali es Cali, es la vigencia de una bella historia, la de la Familia Angulo. La instalación, que se exhibe en el 41 Salón “Nacional” de Artistas, es de la maestra Liliana Angulo, pero en el video son protagonistas los de la vieja guardia, nuestro último bastión que defiende la identidad, Leonor Moreno, madre de la artista, y Jhon Humberto Angulo, su hermano, quienes nos muestran la posibilidad, no de recordar el pasado sino de reivindicar este presente de que Cali es Cali.

A Ezequiel Romero(Cheque),
Con quien disfrute escuchar Salsa en Barrancabermeja, nuestro eterno bibliotecario y contador de historias, uno de los pocos que dejaron morir de viejo.


Liliana Angulo. Obra: Cali es Cali, 2008. Instalación, video, sonido y fotografía (Colegio la Sagrada Familia, calle 3 oeste No. 3-21, Cali). Fotografía: ©Hugsh, 2008. Cali Es Cali, 41 Salón Nacional de Artistas.

domingo, 30 de noviembre de 2008

Cultura popular vallecaucana


Virgen Negra
Por. Victor Hugo


Como objeto de devoción o santería, encontré en este pedestal, sin cruces ni veladoras a una Virgen con sus manitos cruzadas; no obstante era llana, limpia en su blanca mirada, expuesta obscenamente a la incomprensión, pero llena de la bondadosa soledad. Esta es una imagen sagrada que hace parte de la cultura popular vallecaucana que adorna un restaurante en la Uribe, Valle.

Frente a este hecho, yo plebeyo excomulgado y desprovisto de toda castidad religiosa, escaso de fe, devorador de lo profano, expulsado del paraíso hace millones de siglos y, también del Seminario San Pedro Claver de Barrancabermeja; además, amante del eclecticismos -¡y porque no de las eclécticas!- , anticlerical confeso, alquimista entregado, pletórico de búsquedas, voyerista consumado, no me quedo más que proceder a arrodillarme frente a nuestra Virgen Negra del camino y atraparla en una imagen santa y casta.

Mi oración es y será siempre una imagen.

Foto: Hugsh, 2008©

Cali y sus artistas urbanos


Teo: La simplicidad de la vida
Por. Victor Hugo

Cuando Cali se despierta, sus transeúntes pueden encontrar a Teodocio Ramos y su orquesta móvil cerca a la Ermita, en pleno centro de la ciudad.

Su batería está compuesta por objetos reciclados que él convierte en instrumentos musicales, que toca con el virtuosismo del conocedor profundo de su música: la salsa. Teo recuerda, que había conformado un grupo con doce músicos que diariamente, durante seis meses, interpretaban en una esquina de Cali y en la que se congregaban una gran cantidad de sus seguidores para verlos interpretar los ritmos de moda. Sin embargo, algunos comerciantes organizados los persiguieron y lograron desbaratar su orquesta.

A pesar de ello, Teo sigue en su empeño y ya logro que un reconocido artista grabara en New York un tema musical compuesto por él: “Que no se acabe la rumba”, canción que fue escrita en 1998 en Candelaria, Valle. Además, cuenta con un poemario, que entrega en fotocopias a quien considera artista. Sus poesías van desde un homenaje a Hector Lavoe y Van Gogh, hasta temas como el tiempo, el color y lo social.

Teo, escribe con la simplicidad de quien siente lejos la amargura de los días, esa misma tonalidad que tiene la paleta de una ciudad que esta prendida de su cielo y se expresa en su gente: “Mi color es tan hermoso/como un grano de café”, escribe el poeta y agrega que “Ahora para terminar les digo de donde soy: yo soy un negro africano, lo digo con mucho honor”, nos deletrea en medio del ritmo de su canción.

Fotografía: ©Hugsh, 2008, Teo