Mostrando entradas con la etiqueta crítica. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta crítica. Mostrar todas las entradas

sábado, 20 de septiembre de 2014

HOMENAJE A TODOS NUESTROS SEGUIDORES


Ver Arte
Por. Victor Hugo

Este es nuestro tributo a quienes les gusta el arte, lo critican y se atreven a pensar. A todos nuestro seguidores... Gracias.

Fotografía: ©Hugsh, 2014.

viernes, 12 de septiembre de 2014

III BIENAL DE ARTES PLÁSTICAS Y VISUALES DE BOGOTÁ, LO QUE ENCONTRAMOS




El arte que no conmueve
Por. Victor Hugo

En las elevadas esferas del arte contemporáneo vemos toda clase de brillantes debates que enceguecen la escena y encienden las luces para que sus verdaderas estrellas se establezcan sobre el proscenio: curadores y académicos se disputan su interminable cuarto de hora, donde nos indican a los prosaicos espectadores qué es y qué no es arte.

Es ahí donde, nosotros genuflexos obedecemos religiosamente los designios teóricos, sin importarnos la arterioescleróticas miradas que ahora pretende imponernos la información sobre el campo artístico con sus publireportajes, donde todo es bello y el mundo es ideal. En eso efectivamente dan cátedra y, por supuesto, le funciona al establishment.

Eso fue lo que al parecer ocurrió con la III Bienal de Artes Plásticas y Visuales Bogotá, organizada por la Fundación Gilberto Alzate Avendaño, que fue tan brillante como aburrida.

¿Y quién ha dicho que el arte contemporáneo debe ser aburrido? Porque la verdad se ha dicha lo que vimos sólo nos produjo un bostezo desaliñado del puro y más vivo desaliento.

La III Bienal

En evento bienal fue curado por el consultor de políticas culturales Víctor Manuel Rodríguez, la crítica de arte Carolina Ponce de León y la antropóloga e historiadora Natalia Echeverry, contó con la participación 26 propuestas de un destacado grupo de artistas colombianos y de las que se seleccionaron ocho proyectos.

El certamen proponía una reflexión in situ sobre el espacio arquitectónico de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño, que se encuentra ubicada en el Centro Histórico de Bogotá, en el tradicional barrio La Candelaria; de otra parte, la III Bienal repartió $60 millones (US$30.000 aprox.) como estímulos a las obras ganadoras.

La propuesta curatorial, nada novedosa, intenta poner de relieve esas referencias de la arquitectura vista no solo como función y espacio, sino como elemento escultórico o etnográfico para ser leído, que ya había sido abordado en los años 70´s por teóricos como Charles Moore, Michael Graves, Roland Barthes, el historiador y semiólogo Robert Venturi, entre otros.

Los maestros William Bahos (“La caída del rey”), Natalia Granados ( Performance “Con el diablo adentro” / “Monólogo del culo”), David Lozano (“La cara enterrada”) y Eduard Moreno (“En la punta de la lengua”), fueron los artistas encargados de abrir el primer momento de la Bienal. Por su parte, Ana María Mejía Macmaster (“Simulacrum”), Ana Karina Moreno (“De gran altura”), Bernardo Montoya (“1789-2014”) y el ganador Mario Opazo (“Soporte”), cerraron la segunda exposición, que concluyó el pasado 5 de septiembre.

Como Fantasmas




La casa del brillante político conservador, Gilberto Alzate Avendaño, perteneció inicialmente al Virrey José Manuel Ezpeleta y Galdeano, en el periodo de la colonia; posteriormente terminó en las manos de los hermanos Cuervo, Rufino José y Ángel. En ella no sólo albergaba una imponente biblioteca sino los secretos de la agitada época de una república en la que tambaleó el Estado, se respiraba miedo y se luchaba a muerte por el poder. De esos tiempos, hasta hoy nada ha cambiado, solo unos nuevos nombres siniestros en la política, mientras otros delfines se perpetúan como los muertos en las estadísticas, en medio de un conflicto interno que aún no se ha superado.

Quizás, los historiadores sigan señalando las excelsas calidades, del ilustre y culto Alzate Avendaño, pero lo que si es cierto es su intervención directa en el único Golpe de Estado en Colombia, instigado desde el sector más ultra del partido conservador de los años 50 del siglo pasado.

Cuentan los testigos de excepción que el mismo Alzate Avendaño instruyo al General Gustavo Rojas Pinilla para que asestará el Golpe y con ello sacar del paso al no muy bien recordado conservador Laureano Gómez, de tendencia fascista. Así nos lo cuenta Eduardo Sáenz Rovne en su libro “Colombia años 50: industriales, política y diplomacia”, editado por la Universidad Nacional. En el texto, su autor señala el reconocimiento que el hecho recibió del gobierno norteamericano.

Este beneplácito argumentaba que: “tenía buena parte del partido conservador y que sería bien mirado por los liberales; además, señalaba que la nueva administración parecía estar dispuesta a regresar a Colombia a un sistema democrático” (1). Así mismo, afirma el incuestionable respaldo dado por la iglesia católica.
“Gilberto Alzate Avendaño dedico horas, semanas, y meses a adoctrinar a los oficiales que podían intervenir en el golpe, espacialmente al General Rojas Pinilla”. (2)
La casa, donde hoy se encuentra la Fundación que lleva el nombre del político Gilberto Alzate Avendaño, donde se guardan tantos secretos y pasean tantos fantasmas, fue la que invitó a intervenir el equipo curatorial de la III Bienal de Bogotá; en ella no sólo se encuentra una biblioteca especializada en la historia política de Colombia sino es un centro cultural que se ha arriesgado a proponer escenarios para el arte colombiano, pero su historia es su historia.

Un ordenado caos de vacío

Al recorrer la estrechas salas donde se exhibió la III Bienal de Bogotá, tuvimos la oportunidad de entrar a un ordenado caos de vació impertérrito e inamovible. “Y aún en ese estado [el arte] no ha replanteado sus recursos e insiste en los mismos ademanes de hace doscientos, cien, cincuenta y veinte años. Incluso, el llamado arte político que sabemos resulta el más absorbido y manipulado de todos y por todos” (3).

En primer lugar antes de ingresar a la sala encontramos la propuesta de Ana Karina Moreno, “De gran altura”, tres imágenes publicitarias que nos ofrecen un proyecto arquitectónico; estas son difícilmente visibles porque estaban ubicadas a contraluz y de espaldas a la arquitectura que pretendía intervenir y que no alcanzó a interpelar. Así la propuesta visual pierde su dimensión y aparece aislada la intención curatorial.


Seguidamente en la sala nos encontramos con más de lo mismo, lo repetitivo. La intervención de Bernardo Montoya, “1789-2014”, escarba en actitud arqueológica y nos propone dos espacios al dividir la sala con unas paredes falsas y presenta una serie de piezas armadas (assemblajes) a partir del reciclaje de maderas como objetos absortos por el tiempo.


Luego, encontramos la obra de Mario Opazo, “Soporte”; una especie de esqueleto de maloca que irrumpe en la sala y que bien parece ser el proyecto arquitectónico de un estudiante que intenta sostener su conocimiento de como se debe armar una estructura y que nos remite al hecho romántico sin plantearnos más allá las implicaciones históricas o antropológicas de su intervención. Esta propuesta nos remite inmediatamente a los trabajos realizados por el artista norteamericano de origen iraní, Siah Armajani: “el proceso de contener un edificio dentro de otro construido, cosa dentro de cosa, espacio dentro de espacios” (4).


“La sociedad contemporánea está apostando y se está acostumbrando a una visualidad que resulta difícil superar. Frente a esos eufemismos y retruécanos visuales, ¿dónde queda el arte?, ¿qué hace?, ¿qué puede hacer?” (5).

En la otra sala encontramos el vacío de Ana María Mejía Macmaster, “Simulacrum”, que se proyecta con unas sombras minimalistas dibujadas en la pared, como la vieja técnica de las marionetas chinas.


Elvia Rosa Castro señala que: “El arte no se ha declarado impotente y ello es una de las causas de que no excite. Continúa manso, ingenuo acaso pero pretencioso, y eso es imperdonable, pues no perturba la soberbia sino la humildad. No altera la arrogancia de la imagen artística, sino la autodeclaración de su desnudez, de su nadería” (6).

Después de este recorrido llegó la urgencia por salir no sin antes buscar en la casa de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño una imagen que nos remitiera a la génesis de la geometría y del plano desde donde se levanta toda arquitectura, como esa vieja noción infantil de nuestras clases de primaria: el punto y la linea. Y la encontramos.


Finalmente, genuflexos  religiosamente y en acto de contrición solo nos quedaba ante la blasfemia repetir: -Los curadores son los curadores.

Fotografías:

1. “Soporte”. Mario Opazo.
2. “1789-2014”. Bernardo Montoya.
3. “Simulacrum”. Ana María Mejía Macmaster.
4. 5 y 6. Los Fantamas. Intervención sobre la obra “Simulacrum”.
5. (Detalle) “De gran altura”. Ana Karina Moreno.
6. (Detalle) “1789-2014”. Bernardo Montoya .
7. (Detalle) “Soporte”. Mario Opazo.
8. “Punto y Línea”. Hugsh

Citas

(1). [On Lines] SÁENZ Rovne, Eduardo. “Colombia años 50: industriales, política y diplomacia”. Edit. Universidad Nacional.
(2). Ídem.
(3). [On Line] CASTRO, Elvia Rosa. ¿Conmueve el arte de nuestra época? Wokitoki. Publicado: 8 de diciembre de 2011.
(4). Siah Armajani: Red School House for Thomas Paine. Cat. Exp, págs, 6-7.
(5). [On Line] CASTRO, Elvira Rosa. ¿Conmueve el arte de nuestra época? Wokitoki. Publicado: 8 de diciembre de 2011.
(6). Ídem.

martes, 12 de agosto de 2014

EN BOGOTÁ, EXPOSICIÓN DE SADY GONZÁLEZ: “RECUERDOS DE LA REALIDAD”










A contra luz de su propia realidad
Por. Victor Hugo

Los recuerdos los construimos a partir de la experiencia que tenemos con el mundo y por lo que somos, al margen de la realidad; de tal manera, que la imagen fotográfica opera como un dispositivo de interconexión, en medio de una sociedad narcotizada por las imágenes.

Hoy, nos devoramos insaciablemente a nosotros mismo a través de la imágenes que los vigilantes medios de información nos obligan a consumir. Estas van modelando la identidad y editando nuestra memoria, que dicho se de paso cada vez es más efímera.

En oposición a estos rasgos inequívocos de nuestro tiempo, la Biblioteca Luis Ángel Arango de Bogotá, nos propone un recorrido por los “Recuerdos de la Realidad”, de la mano de uno de los más importantes reporteros gráficos del siglo XX en Colombia, Sady González.

La Exposición

El evento expositivo se inauguró el pasado 4 de abril y se puede apreciar en la Sala de Exposiciones Bibliográficas; esta muestra fue curada por Guillermo González y Margarita Carrillo.

“Recuerdos de la realidad” presenta una selección de 100 fotografías entre 1913-1979 y esta dividida en ejes temáticos: el etnográfico, la calle y la violencia (El Bogotazo, 9 de abril de 1948); además, de presentar imágenes de carácter deportivo y social.

La obras expuestas de Sady González hacen parte de su archivo fotográfico, adquirido en el 2012 por el Banco de la República, compuesto por 9.000 imágenes, que hoy están dentro del catálogo de la Biblioteca Luis Ángel Arango y disponibles para ser consultadas en todo el país.

A contra Luz

Siempre nos han dicho que la puesta en escena de las obras en una exposición tienen una intención, que nos proponen una lectura y llevan el sello de intrínseco de la pretensión que busca o nos señala su curador(es). De tal manera, que no se trata simplemente en colgar, de forma cuidadosa y limpia una serie, en este caso de fotografías, agrupadas temática y cronológicamente, sino que ese más se siente y se expresa en la sala.

A pesar de ello, en la exposición de Sady González no se alcanza a respirar esa tensión que la define, aunque algunos dirán que el mismo nombre lo sugiere: “Recuerdos de la realidad”, pero la sala no lo refleja. De hecho su lúgubre y pobre ambiente, mortifica tanto como las fotografías sobre la violencia que se desató el 9 de abril en las calles del centro de Bogotá.

Así mismo, en el recinto se crean zonas visibles y otras se encuentran en las penumbras como los recuerdos de una realidad reciente que se nos escapa y a la que apelan sólo cuando sirve para realizar un “fastuoso” acto conmemorativo para generar coyunturas políticas, las infaltables cortinas de humos ó los gestos narcisos del poder y las consabidas e indigestas megalomanías de la clase política. Así la historia y sus recuerdos también tienen sus réditos.

Al recorrer la exposición y avanzar por su zona de sangre, El Bogotazo, encontramos unas fantasmagóricas urnas donde está lo obvio, crudas imágenes de violencia encriptadas que no desafían al espectador sino que lo distancian como lo vimos en reiteradas oportunidades. Eso es lo obvio, no lo pensado ni reflexionado. Eso es el gesto común que no sorprende ni provoca, eso es definitivamente una especie de tautología visual que no enriquece sino desalienta y no nos permite reflexionar sobre nuestra propia realidad y sus recuerdos.


Y es que lo predecible no permite el juego sino la condena del silencio; lo previsible no se deja interpelar porque nos conduce infaliblemente a la conclusión del esperado deseo rosa del melodrama: los finales felices, ese deseable canónico no nos posibilita pensar sino que inmoviliza y cristaliza la conciencia, como el apacible mundo que siempre sirve a la mesa la publicidad, esa es la suprema conquista del ser contemporáneo [el narciso espera frente al espejo lo demás de los demás].

Al menos, esta exposición dejó a la vista el sistema contra incendios de la Biblioteca, como elemento simbólico-preventivo creo y por si acaso los incendiarios recuerdos intentaban darnos algún sentido a la singular historia del país y, tal vez, para combatir cualquier síntoma de recuperación de esta enajenación esquizoide que ya hace mucho tiempo hizo metástasis en nuestra conciencia, por cuenta de los medios comerciales de información, las iglesias y el poder.



La exposición de Sady no es menos importante que la de Durero, quizás se merecía un mejor trato, una mejor sala, donde siquiera se pudiera respirar y mejores soportes museográficos; igualmente, jugársela más en su diseño y no ese pálido intento de homenaje a la obra de Beatriz González, (“Decoración de Interiores”, 1981), con la que se ocurrió colgar unas telas impresas a manera de irredenta escenografía para resolver el problemático espacio vacío con el que recibe la sala al público.

Por todas estas razones esta exposición, lamentablemente quedó a contra luz de nuestra propia realidad y del país.

Fotografía: ©Hugsh, Aspectos de la Exposición de Sady González, “Recuerdos de la realidad”, Biblioteca Luis Ángel Arango, Banco de la República, Sala de Exposiciones Bibliográficas.

miércoles, 23 de octubre de 2013

REALIDADES CULTURALES DE CÚCUTA: UNANIMISMO Y EXCLUSIÓN


Concertar y Diálogar
Por. José Ignacio Cáceres Serna, Artistas Visuales

Como cualquier creador que ha decidido comunicarse mediante la expresión artística, permítanmen expresar liberarme algunas reflexiones para criticarme por mis omisiones e impotencia al tratar de impedir tanta injusticia, mediocridad e indolencia; tanta necedad y necesidad que sufre el campo artístico del oriente colombiano.

Desde mi quehacer como creador he tenido la oportunidad de trabajar con diferentes sectores sociales del país y conocer de cerca sus necesidades, anhelos y problemáticas. Es ahí cuando la percepción sobre nuestra realidad cambia.

¿Cómo señore(a)s, consejero(a)s y funcionarios públicos del Municipio de Cúcuta, debemos solicitar ó exigir el cumplimiento de lo consagrado en la Constitución y la Ley de Cultura?

¿Cómo evitar consejeros y consejeras, que los Secretarios Técnicos de Cultura y su Turismo de la Alcaldía de Cúcuta, sigan haciendo lo que quieran con el sector artístico y se burlen del gremio?

¿De cuántos Alcaldes más y funcionarios seremos testigos impasibles frente a sus insípidas, repetitivas y gastadas fórmulas de gestión cultural y formatos de producción artisticas a las que se les invierten miles de millones, conviertiéndonos sólo en espectadores que asisten al espectáculo del despilfarro de los recursos públicos, sin que estos gastos respondan a las realidades culturales de la región?

¿Hasta cuándo, seguiremos siendo parte del burladero en el tendido de la eterna corrida que birla y desconoce el quehacer y los procesos culturales que se adelantan desde las comunidades cucuteñas?

¿Qué acción frontal ó vías de hecho tendrán que producirse en Cúcuta y Norte de Santander, para que los funcionarios públicos, pobres de corazón y espíritu, se informen o reconozcan al sector artistico, los procesos culturales de la región ó por lo menos tengan un concepto claro de lo que significa el arte y la cultura y de su importancia frente al desarrollo?

¿Qué tiene que acontecer para que los funcionarios cumplan con los preceptos constitucionales, según lo estipulado en el Código Único Disciplinario, Ley 734 de 2002, so pena que los entes de Control realmente investiguen y castiguen disciplinaria y penalmente a los servidores públicos que se extralimiten en el ejercicio de sus cargos, ya sea por acción u omisión?

¿Qué les tiene que suceder a sus inflamados egos de genios locales de los Consejeros o los funcionarios, para que de una vez por todas, entiendan el espiritu de la Ley y permitan dialogar, concertar, acordar, discutir, disentir sobre los procesos culturales y artísticos de Cúcuta y Norte de Santander?

Hasta cuándo… Hasta cuánto… Hasta cuándo tanto… Si sólo queremos concertar.. Ser escuchados, ser incluidos como creadores o como Consejero de Cultura… Ahora y no en la otra hora… Amén…Concertar y Dialogar.

Fotografía: ©Ignacio Cáceres, 2013. “Alcaldía de Cúcuta”

domingo, 6 de mayo de 2012

EXPOSICIÓN FOTOGRÁFICA DE YESSICA LANGE







“Secuencias de México” 
Por. Victor Hugo 

Es imposible olvidar el papel de Cora Smith y sus vicisitudes de esposa truculenta, en la película “El Cartero Llama Dos Veces” de 1981, basada en la novela de James M. Cain y dirigida por Bob Rafelson. Ni la jovencita atrapada por la bestia “King Kong de 1976; tampoco, la magistral “Frances ni la Carly Marshall en “Blue Sky, que a la postre le daría el Oscar a mejor actriz en 1994 a Jessica Phyllis Lange, hoy convertida en fotógrafa.

Su exposición “Secuencias de México”, que se exhibe en la Sala Frida Khalo de la Casa América, desde el pasado mes de marzo, estará abierta al público hasta el 20 de mayo en Madrid.

El evento, bajo la curaduría de Anne Morin, presenta “96 fotografías de las que 58 son totalmente inéditas y producidas por diChroma photography exclusivamente para esta exposición, entre ellas una secuencia de treinta imágenes que documentan un rito ancestral indio de la región de Chiapas”.

La Artista 

Y es que la actriz norteamericana, nacida en Cloquet, un 20 de abril de 1949, inició su carrera como artista en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Minnesota, la que abandonaría muy rápido para incursionar en el mundo del cine donde tiene hoy una amplia filmografía que alcanza las 30 películas en las que ha participado como actriz.

Fue su exesposo, el fotógrafo español Paco Grande, de quien recibiera sus primeras lecciones y, posteriormente, 12 años atrás el dramaturgo y ex conyugue Sam Sheppard, le regaló una Leica M6 con la que iniciará sus primeros trabajos fotográficos, en un país que la deslumbra: México.

La Exposición 

La exposición de Jessica Lange es un recorrido como espectadora extranjera del gesto cultura mexicano en el que no logra adentrarse ni presenta otras lecturas, simplemente se deja atrapar, sin profundizar en su contexto y le permite desarrollar cierta fascinación con una lente intimista que descubre a su paso otro mundo, en medio de una mirada desprevenida, un tanto etnográfica y discretamente maternal.

Mayores Informes: Exposición “Secuencias de México”, Casa América, Dirección: Casa de Plaza de la Cibeles, 2 28014 Madrid, España. Tel.: +34 91 595 48 00. De lunes a sábado de 11:00h a 20:00h. Domingos y festivos de 11:00h a 15:00h. Sala Frida Khalo. Entrada libre. 

Fotografías:  ©Jessica Lange / diChroma photography. 
-1, 2, y 3: México.
-4, 5 y 6: Tenejapa, Chiapas.

martes, 8 de febrero de 2011

42 SALÓN NACIONAL DE ARTISTAS, EN LA RECTA FINAL






En el “Encuentro de Lugares”: el cartel y la calle
Por. Victor Hugo

Fotos: Hugsh, 2011©. 42 Independiente Salón Nacional de Artistas, Cartagena.

domingo, 21 de noviembre de 2010

42 SALÓN NACIONAL DE ARTISTAS, OTRAS OBSERVACIONES


Por Fuera del Salón
Por. Victor Hugo

En las confabulaciones de lo que escuchamos a media voz, pero que se detienen frente a nuestros ojos, en ese incesante juego donde disfruta la conspiración de la luz y el reflejo de lo que construimos como noción de realidad, se desencadenan las historias que deambulan meditabundas, entre la perplejidad de las condenas a la que asiste la letra muerta donde no se exorciza el vocabulario, sino las conjugaciones que siempre habitan el precario tiempo de la vida, sin que acaso sea este signo que escribe, en su afán de quedar indeleble, como la marca de un universo que nos hemos inventado.

Es así como este fascismo farsante y fatuo del imperio nos obliga, por la gracia de la connotación del lenguaje, ha profesar lo que hemos amaestrado en el panegírico de las alabanzas de esta “puerta abierta”, para redimir la libertad en medio de los monstruos que no se resignan a partir de donde nunca tenemos la silla vacía.

Fotografía: Hugsh, 2010©. “La puerta abierta”. Edificio de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico, Calle 68 No. 53-45, Barranquilla. Entrada gratuita.

jueves, 23 de septiembre de 2010

EN LAS GEOESTETICAS DEL 42 INDEPENDIENTE


Las re-invenciones o se acercan los fantasmas
Por. Victor Hugo
«Si el pigmento espeso es la piel en el que se rostrifica la natura naturada, entonces el croquis que delimita la noción es el borde continente, es decir, el cuerpo que habita sus espacios, que se expresa en un territorio orgánico y se mimetiza con esa geografía que construye su memoria dejando huellas y rastros en el continum del tiempo, donde no todos estamos.
Finalmente, lo propioceptivo e interoceptivo se conjugan en este entramado y determina el encantamiento mítico donde decidimos ser y se define todo origen, sin que suene a la nostalgia de la tierra húmeda del que llega a su casa después de un día de escuela y se detiene a ver correr el rió o la brisa de la montaña, mientras saboreamos los olores de nuestras historias».


El II Seminario de Geoestéticas del Caribe se constituyó en un momento de reflexión y construcción de lo que constituye la región y las diferentes lecturas que se hacen desde las distintas expresiones artísticas y paradigmas conceptuales de una realidad inmersa en lo que se ha denominado el “archipiélago” y los imaginarios que navegan en las diferentes miradas que focalizan sus aproximaciones a las extensiones de una territorialidad.

De tal manera, que a partir de varias disciplinas se produjeron acercamientos polisémicos y polifónicos que nos invitaron ha sumergirnos en la conciencia colectiva de lo que significa el Caribe, más haya de una retícula racionalista.

Sobre la Curaduría Nacional

Al concluir el evento uno de los escasos artistas del interior que participamos, manifestó con cierta certidumbre: “Los curadores sometieron al país a su concepto de Caribe y la región, como en el “41 Urgente” de Calí, volvió ha quedar mutilada y marginada”.

Inmediatamente, advertí que durante el II Seminario de Geoestéticas del Caribe se había retomado la postura que señaló: Colombia es Caribe, desde este punto de vista es perfectamente valida la propuesta del “42 Independiente”; no obstante, existe un grupo de creadores del país que insisten que la región seguirá ausente y que los esfuerzos realizados y los procesos generados durante los 13 Salones Regionales, quedaran eclipsados y casi que desestimado en esta nueva versión del Salón Nacional de Artistas, porque sólo será visible en un evento académico que se realizará en la segunda semana del mes de febrero en Cartagena.

Por otro lado, de manera un tanto ingenua y simplista, pero no por ello fútilmente deleznable, otro artista, que participó en el evento, preguntaba: ¿Y cuando se realice el Salón Nacional en el centrosur, hablaremos de las geoestéticas de los que se han apropiado del macizo colombiano y así sucesivamente hasta que agotemos el territorio colombiano?

Lo cierto, es que algunos artistas del interior del país, van más haya, al puntualizar que no sienten las diferentes regiones sino unas regiones que fueron incorporadas a la visión que el equipo nacional de curadores tiene sobre lo que significa el Caribe, por ello, las obras no solo cambiaron de lugar, sino que se resignificaran, a partir de las necesidades de lo territorial.

Finalmente, frente a las discusiones suscitadas y las posiciones encontradas, el “42 Independiente” sigue su curso y se inaugurara en Santa Marta, Barranquilla y Cartagena, durante el mes de noviembre de este año, aunque quedó planteada la discusión que nos permitirá enriquecer nuestras propias realidades. Al terminar el diálogo señalé que quizás las dudas se despejaran o tal vez se agudizaran las críticas con esta nueva puesta en escena del arte nacional.

(¿Algunos de los curadores de los proyectos de investigación que coordinaron los 13 Salones Regionales, se manifestaron con su ausencia durante el II Seminario de Geoesteticas del Caribe, gesto con el que deshabitaron sus propios territorios o quizás dejaron sentada su posición? No lo sabemos aún).

Fotografía: Hugsh, 2010©. Territorialización. Municipio de Ariguaní, El Difícil, Magdalena.

sábado, 10 de julio de 2010

BARRANCABERMEJA: HABEAS CORPUS




No traigo cuerpo [para exponer]
Por. Victor Hugo

Cualquiera pudiera decir que la naturaleza [el árbol] en sus formas aeróbicas se fagocita así misma, anticipándose a los paradigmas conceptuales, que se escribe sobre su panoplia, en estos tiempos de invernadero, huellas ecológicas y de tanta propaganda de responsabilidad social al amanecer de los impuestos, donde ellos ganan.

Quizás nuestra naturaleza, a partir de su visible consonante y de su animismo, evidencian en sus manifestaciones formales y objetivas, las mismas preguntas fundamentales en las que deambulaba la filosofía presocrática del siglo IV (antes de la era vulgar) o cualquier mesías: la de los canones, del eurocentrismo, las taxonomías, estos 200 años y alguna otra cosa más.

El eclecticismo formal e inesperado de la naturaleza en su cuerpo expuesto [el árbol] puede ser objeto de las interpretaciones sobre la representación, donde divagan los estetas en sus mazmorras teóricas y algún estudiosos que merodea, entre los manifiestos, tratados, arengas y proclamas, intentando escudriñar los principios universales que objetivizan las miradas con sus artificios discursivos; ientras nos hablan en su característico lenguaje metatextual e intertextual, es de donde saldrían despavoridos hasta el mismísimo Freud, Adorno o Lacan, por tanta erudición y doctoritis neurótica.

Además, dándole cabida a la extrapolación de tan significativos descubrimientos de mercado y del merchandising de los curadores y galeristas, con el que describen y exploran en su discursividad editorial el campo de la esfera publica del arte, sería probable la certidumbre.

Por otro lado, cualquier crítico pudiera atreverse advertir en la teoría del conjunto fractal de la presencia univoca de la superposición inalterable del caos que avizora el desmantelamiento impertérrito de la amalgama visual que permanece impávida ante el ojo sumiso o liberador de un curador avezado y audaz que se atreva a considerar la necesaria relación entre la naturaleza, lo natural y el señalamiento de una figuración o dispositivo preconcebido y puesto en escena: este brazo es de reina y mi borde es de verdad, porque es parte de mi cuerpo expuesto, deleitablemente desnudo frente a la mórbida mirada desde donde me catalogas, porque no soy la religión inventada de sus antepasados.

A esta altura tengo que confesarme y hacer un acto de contrición: no soy afecto ni pertenezco a la academia ni al “templo del saber” donde el sumo sacerdote se empeña en hacernos diestros de la concepción de la técnica y quizás, en el concepto.

Sólo soy un simple lungo del arte, como dicen en mi tierra bermeja; es más sólo me declaro diletante absorto y abyecto, para no entrar en controversia con la escuela y sus más distinguidos maestros y doctores, donde reina la bibliografía y la corte suprema que nos enseña desde occidente las verdades de la representación, la forma que vibra, la paleta de color que define, el ritmo decimonónico que se disputa su lugar entre el museo y la flecha, el silencio a la deriva y la métrica singular que nos asalta entre la onceava cuerda.

De ahí que, sólo soy esto y menos que una fabulación, como la de un “tigre de papel” o de los mismos que se presentaron con cajas de embolar y sus rollos de higiénico, intentando democratizar y erigiéndose en la quintaesencia inspirada de la humanidad, para declarar que la nada era algo que valía la pena considerar.

Sin embargo, de nada valió, porque terminaron como buenos arrieros, escribiendo los discursos del poder y siendo sobrevivientes del coletazo de su eclipsado cometa, el que aun hoy nos fabulan; además, insisten en la mérito de su transacción, así sean desde las latitudes donde suena el silencio mortífero de su mercado cuando el plu de caja se cierra.

Ahora, podríamos decir que todo comenzó con un rollo de papel blanco, blando y de buen olor, pero que terminó en el mismo cesto, donde se hace síntesis los restos que somos, estos mismo que inalterablemente depredamos en medio de esta escasa existencia.

Me refiero a la vida por fuera de los almidonados recovecos de las postulaciones escolásticas y de esta contemporaneidad; me refiro al cuerpo de nuestro árbol, ubicado en medio del Paseo de la Cultura de Barrancabermeja, expuesto sin las fabricaciones que las curadurías erigen sin la otredad ni los mutilados de los últimos 200 años.

Tal vez, no este a la sombra, porque este el y ella se hacen presente en este árbol sin los rencores del olvido;  aunque, es testigo de una historia que nos señala hasta donde están presente los excluidos, sin las grandilocuencias de los medios comerciales de información, los que termina por desdibujar y descomponer hasta el olor de los muertos que hoy siguen bajando por nuestro río Magdalena, mientras lo demás hacen silencio.

Fotografía: No traigo cuerpo [para exponer]. Barrancabermeja. Hugsh, 2010©.

viernes, 16 de abril de 2010

RÍO ABAJO: EL ARTE COMO “PRÓTESIS DE LA MEMORIA”


"Recopilación de historias silenciosas, que no se pueden contar y que ahogan a la gente de nuestro país". Entrevista con la Maestra.
Después de fotografiar 150 objetos con el último olor de los condenados sin sentencia, que hoy siguen sepultados por la vieja práctica política de aniquilamiento en nuestro país, la desaparición forzada se hizo presente en el Museo de Arte de la Universidad Nacional, en la obra de Erika Dietes, Rió Abajo.

Este testimonio visual es un abrazo de luz que alumbró la evidencia de los que aún hoy conviven en el oriente antioqueño, en medio de las empuñaduras de sus historias.

Las fotografías son un cuerpo presente, donde ni siquiera el último olvido es capaz de deambular en la penumbra con la que se viste el espejo cotidiano, el mismo que no se atreve a mirarnos a los ojos, por la sospecha o porque aún te cuido; por eso, reza por mí… que navego debajo de esta espesa masa de historia que me cuenta la agonía del Magdalena, mientras estas carnes se sirven en el plato gourmet que alimenta el bagre desde donde, quizás, algún día hablaré.

No importa, ojalá no tengas que acompañarme antes de que me sepulte por fuera del río, donde aún navego en tu piel… y una vela más… y tu llanto… sepulte este riego de pensarte.

La exposición ha itinerado por Nueva York, Houston, Buenos Aires, Bogotá y Cartagena.


Texto de la Exposición

Esta es una obra bastante compleja, pues se sitúa en el vértice de la obra de arte y la realidad social, entre la estética y la política, entre la fotografía como imagen artística y la fotografía como documento. En uno y otro caso, esta serie se inscribe dentro de un presente que intenta salvaguardar la memoria de los desaparecidos en el conflicto colombiano, venga de donde venga. La historia de los ríos en nuestro país no solamente nos habla del progreso y de los paseos de olla familiares, sino que también está unida al dolor y la muerte. Para desaparecer toda huella de masacres, los cuerpos son arrojados río abajo; así se sumerge en la impunidad y el olvido toda huella del crimen. Granada y La Unión, situadas en el oriente antioqueño, son poblaciones asoladas por la violencia, como buena parte del país, producto del conflicto armado de origen eminentemente político. Allí, la artista encuentra varias personas que le cuentan de sus seres queridos y le muestran una serie de prendas y objetos que hablan de la ausencia..

Curaduría: Alberto González. Museología: Ricardo Arcos Palma. Montaje: Wilson Javier Gómez y Héctor Roso.

Fotografía: ©ArtistasZona, 2010. Exposición Río Abajo, Universidad Nacional de Colombia.

lunes, 19 de octubre de 2009

EL GOBERNADOR SERPA Y LA PLAZA GALAN DE BUCARAMANGA






El Cabezón
Por. Victor Hugo

Todos nuestros gobernantes han brillado por sus debilidades. Una de ellas es dejar la marca indeleble de su paso por la administración pública durante su estancia en el poder.

Por eso, nunca falta la placa de bronce o de cualquier condición matéria, como testimonio indisoluble y definitivo del gobernante de turno; pero el toque del "Yo Supremo" lo constituye el ritual de inauguración de sus obras, identificándolos con una especie de populismo hierático y pintoresco acto de posesión de lo público. Estos son los gestos típicos que describen a nuestra singular clase política y caracterizan su patético comportamiento dandy.

Un ejemplo significativo lo podemos observar en la Plaza Cívica Luis Carlos Galán, ubicada en el centro público y administrativo de Bucaramanga, creada a finales de la década del 1980 y que surgió como una renovadora idea de la clase política local; además, de su necesidad de contar con una plazoleta para realizar sus concentraciones y medir fuerzas con sus adversarios.

La Plaza Cívica se encuentra frente al Palacio de Justicia, a un lado de la iglesia de San Laureano,  resguardada por el Edificio de la Alcaldía y la Gobernación, pero es la única en el mundo que termina en una pared; hecho que rompe con el espacio y el significado mismo de su propuesta arquitectónica original.

Como si no fuera ayer

El nombre de la Plaza Cívica es un homenaje que el Gobernador Serpa Uribe le hace a Luis Carlos Galán Sarmiento, político santandereano, liberal de la centro derecha del país y fundador del Nuevo Liberalismo.

El dirigente fue asesinado por orden del cartel de Medellín, en complicidad con un sector del partido liberal y altos funcionarios del Estado. Galán fue herido de muerte un 18 de agosto de 1989, mientras presidía una manifestación pública en el municipio de Soacha, al suroccidente de Bogotá, D.C.

El hecho, que causó conmoción en la tradicional clase política y en amplios sectores del país, ocurrió cuando era el candidato oficial del liberalismo a la presidencia de la república.

Por eso días también fue asesinado el candidato presidencial de izquierda perteneciente al partido Unión Patriótica, Jaime Pardo Leal (12 de octubre de 1987); luego de la muerte de Galán seguirían: Carlos Pizarro León-Gómez (26 de abril de 1990), Bernardo Jaramillo Ossa (22 de marzo de 1990), todos ellos candidatos a la presidencia.

En esta época el país presenció el genocidio de la izquierda colombiana a manos de los grupos narcoparamilitares, entrenados en el Magdalena Medio por el mercenario judío Jair Klein, contratado por el Cartel de Medellín. Todos estos hechos eran conocidos por altos funcionarios del Estado y los Generales de la República.

Al mismo tiempo, en Bucaramanga, otro destacado político santandereano de izquierda y ex-miembro del M-19, Carlos Toledo Plata, caía asesinado, mientras caminaba por una de las calles de esta ciudad, un 10 de agosto de 1984.

De vuelta a la Plaza

Años después de ser inaugurada la Plaza Cívica, el Alcalde Jaime Rodríguez Ballesteros decidió colocarle una escultura del Maestro Edgar Negret, como homenaje póstumo a Luis Carlos Galán Sarmiento.

Fue así como a nuestra clase política se le ocurrió construirle una pared a la Plaza, como soporte de la escultura de Negret, la misma que se convertiría en el orinal público del centro de la ciudad.

Este año, en el vigésimo aniversario del asesinato de Luis Carlos Galán Sarmiento, el también dirigente liberal y actual Gobernador de Santander, inauguró el pasado 18 de agosto, la escultura de la cabeza de Galán… perdón, del busto.

Días más tarde, le cambió el nombre a la Plaza, porque ahora la gente en Bucaramanga dice: -Nos encontramos cerca al cabezón. Así fue bautizado y redefinido este referente iconográfico, que hace gala de nuestra clase política.

Este gesto escultórico, se constituye hoy en la hipérbole de nuestra desvencijada realidad. Aunque, la noble intención del excelso Gobernador podría ser motivo de glorioso y verdadero orgullo para los santandereanos de siglos venideros.

No obstante, puede ocurrirle lo que les sucede a las esculturas de Bucaramanga, años después de ser inauguradas: se convierten transeúntes incómodos que deambulan incesantemente hasta terminar arrinconadas en cualquier esquina de la ciudad.

Flaco servicio le hizo el Gobernador al mobiliario urbano y a la plástica santandereana, con su acto de indeleble firma de su paso por el poder.

Quizás su afán sea tratar de esconder su pésimo gusto y la funesta asesoría en materia cultural para el departamento, porque el busto ni siquiera tiene la firma de su artista. Aún no sabemos, sí por vergüenza ante semejante cabezazo o por protocolo, porque sólo debería figurar el nombre del Gobernador de Santander, Horacio Serpa Uribe.

Coda

El Cabezón, además, sirve es para prodigar del inclemente sol a una vendedora de minutos. Si… Ya le encontraron un nuevo uso y apropiación social.

Fotografías: Hugsh, 2009©
1 y 2. El Cabezón.
3. Panorámica de la Plaza Luis Carlos Galán.
4. La Pared: Escultura-orinal.
5. Nuevos usos sociales: Cabeza es cabeza, una sombra bajo el sol.

jueves, 9 de julio de 2009

EN LA SALA DE EXPOSICIONES DE LA CÁMARA DE COMERCIO DE BUCARAMANGA



Arte y la banalidad del espacio
Por. Victor Hugo
«Y así, lo que yo llamaría el cuerpo -me alegro de hablar sobre el cuerpo desde este punto de vista- no es una presencia. El cuerpo es, cómo decirlo, una experiencia en el sentido de la palabra más móvil [voyageur]. Es una experiencia de contexto, de disociación, de dislocaciones». “Las artes del espacio”. Jacques Derrida.
Se soñaba así mismo el pasillo, después del trémulo cansancio que provoca la ocupación y unas copas de vino, ante el peso de su propio reflejo y la necedad que tiene el otro, cuando quiere conversar con un mundo mudamente ebrio, ese que señala la sombra de su propia historia, de escama pesada y resbaladiza que se nos escapa entre los dedos de la conciencia, para evitarnos desafueros y lagrimas a la hora de la contrición en medio del espeso ritual de cualquier templo.

Tenía que ser una simple pared para soportar tanto diálogo ignoto, porque el arte se enmudece ante la mesa opulenta del que simplemente pasa para su oficina, mientras tiende una radiante bóveda que alimenta vorazmente y reafirma el escrupuloso sentido del poder.

Tiene que ser eso, no una simple pared, sino la gárgola invisible que cuida de sí misma, de su propia ambición y haga llevadero el camino entre la escalera y el largo zaguán, que siempre desespera y nos enseña, que entre más distante es, se separa la puerta del aterrador síndrome del rey, ahora que no se tienden puentes ni existen torres, pero están las cámaras, las recepcionistas y los celadores, los que siempre han estado desde antes que estuviera en el Medioevo sentado el señor feudal; mientras, se apolillan los gestos y se pudre la argamasa con la que intentamos pegar los alientos.

Quizás, sea el arte, esa eterna disputa entre el artificio y la naturaleza, la simulación y la obscenidad del que se atreve a confabularse con los sentidos y sus significaciones, pero también, las proximidades de cuerpos que toman el riesgo de escucharse sin la banalidad ni la complejidad de la venganza efímera, cruel e insignificante de la ilusión. No.

Tal vez, sea el arte un cuerpo que se despelleja lentamente hasta sangrar prolíficamente en la metáfora del irremediable camino, donde nunca aparecen los atavíos, los aderezos ni los espectáculos sino la verdad desnuda que tienta a la realidad, pero que hace una fiesta de la vida, porque como lo dice mi buen amigo Oscar Salamanca, es una acto de amor, y no la vendimia decorativa del poder ni el gusto superfluo de lo que debe estar como obseso rehén de la desintegración del significante que se oculta, del que nunca será expuesto sino el acontecimiento que concibe al mundo como ejercicio de la avaricia y la exclusión del cuerpo, la subyugación enajenante del otro, su muerte.

Probablemente sea el arte, una postura del mecenas; afortunadamente nunca me han dejado entrar porque no estoy óptimamente vestido: -Mis harapos son mi mejor acto de simulación, sin que ello implique el olvido, mi enajenación; soy un escribano transeúnte de cuerpo prestado, desde donde simula mi cámara y se hechiza la mentira, la que nunca advierte esta realidad.

Aunque la pared se vista con su mejor muda, siempre jugará al fraude de la representación: ser una sala de exposiciones prodiga que respeta las obra y los artista; no obstante, sólo es la estratagema de lo que en este pueblo blancollaman Responsabilidad Social Empresarial.

Hoy, tendré el honor de ser este cuerpo: escenario de significaciones, urdimbre de palabra y un manojo de olvidos, porque como esa pared nunca espere ser lo que soy, soñaba el pasillo minutos antes de la inauguración de otra exposición.

Coda

-Álvaro, te deshaces como este fétido olvido… Álvaro, te visito por las tardes, detrás del vidrio furtivo, desde donde me protejo del creciente nazismo de una ciudad que lava su propia historia, como su riqueza.

Fotografías: ©Hugsh, 2009. ¿Ésta es la Sala de Exposiciones de la Cámara de Comercio de Bucaramanga?