El Cabezón
Por. Victor Hugo
Todos nuestros gobernantes han brillado por sus debilidades. Una de ellas es dejar la marca indeleble de su paso por la administración pública durante su estancia en el poder.
Por eso, nunca falta la placa de bronce o de cualquier condición matéria, como testimonio indisoluble y definitivo del gobernante de turno; pero el toque del
"Yo Supremo" lo constituye el ritual de inauguración de sus obras, identificándolos con una especie de populismo hierático y pintoresco acto de posesión de lo público. Estos son los gestos típicos que describen a nuestra singular clase política y caracterizan su patético comportamiento
dandy.
Un ejemplo significativo lo podemos observar en la Plaza Cívica Luis Carlos Galán, ubicada en el centro público y administrativo de Bucaramanga, creada a finales de la década del 1980 y que surgió como una renovadora idea de la clase política local; además, de su necesidad de contar con una plazoleta para realizar sus concentraciones y medir fuerzas con sus adversarios.
La Plaza Cívica se encuentra frente al Palacio de Justicia, a un lado de la iglesia de San Laureano, resguardada por el Edificio de la Alcaldía y la Gobernación, pero es la única en el mundo que termina en una pared; hecho que rompe con el espacio y el significado mismo de su propuesta arquitectónica original.
Como si no fuera ayer
El nombre de la Plaza Cívica es un homenaje que el Gobernador Serpa Uribe le hace a Luis Carlos Galán Sarmiento, político santandereano, liberal de la centro derecha del país y fundador del Nuevo Liberalismo.
El dirigente fue asesinado por orden del cartel de Medellín, en complicidad con un sector del partido liberal y altos funcionarios del Estado. Galán fue herido de muerte un 18 de agosto de 1989, mientras presidía una manifestación pública en el municipio de Soacha, al suroccidente de Bogotá, D.C.
El hecho, que causó conmoción en la tradicional clase política y en amplios sectores del país, ocurrió cuando era el candidato oficial del liberalismo a la presidencia de la república.
Por eso días también fue asesinado el candidato presidencial de izquierda perteneciente al partido Unión Patriótica, Jaime Pardo Leal (12 de octubre de 1987); luego de la muerte de Galán seguirían: Carlos Pizarro León-Gómez (26 de abril de 1990), Bernardo Jaramillo Ossa (22 de marzo de 1990), todos ellos candidatos a la presidencia.
En esta época el país presenció el genocidio de la izquierda colombiana a manos de los grupos narcoparamilitares, entrenados en el Magdalena Medio por el mercenario judío Jair Klein, contratado por el Cartel de Medellín. Todos estos hechos eran conocidos por altos funcionarios del Estado y los Generales de la República.
Al mismo tiempo, en Bucaramanga, otro destacado político santandereano de izquierda y ex-miembro del M-19, Carlos Toledo Plata, caía asesinado, mientras caminaba por una de las calles de esta ciudad, un 10 de agosto de 1984.
De vuelta a la Plaza
Años después de ser inaugurada la Plaza Cívica, el Alcalde Jaime Rodríguez Ballesteros decidió colocarle una escultura del Maestro Edgar Negret, como homenaje póstumo a Luis Carlos Galán Sarmiento.
Fue así como a nuestra clase política se le ocurrió construirle una pared a la Plaza, como soporte de la escultura de Negret, la misma que se convertiría en el orinal público del centro de la ciudad.
Este año, en el vigésimo aniversario del asesinato de Luis Carlos Galán Sarmiento, el también dirigente liberal y actual Gobernador de Santander, inauguró el pasado 18 de agosto, la escultura de la cabeza de Galán… perdón, del busto.
Días más tarde, le cambió el nombre a la Plaza, porque ahora la gente en Bucaramanga dice:
-Nos encontramos cerca al cabezón. Así fue bautizado y redefinido este referente iconográfico, que hace gala de nuestra clase política.
Este gesto escultórico, se constituye hoy en la hipérbole de nuestra desvencijada realidad. Aunque, la noble intención del excelso Gobernador podría ser motivo de glorioso y verdadero orgullo para los santandereanos de siglos venideros.
No obstante, puede ocurrirle lo que les sucede a las esculturas de Bucaramanga, años después de ser inauguradas: se convierten transeúntes incómodos que deambulan incesantemente hasta terminar arrinconadas en cualquier esquina de la ciudad.
Flaco servicio le hizo el Gobernador al mobiliario urbano y a la plástica santandereana, con su acto de indeleble firma de su paso por el poder.
Quizás su afán sea tratar de esconder su pésimo gusto y la funesta asesoría en materia cultural para el departamento, porque el busto ni siquiera tiene la firma de su artista. Aún no sabemos, sí por vergüenza ante semejante cabezazo o por protocolo, porque sólo debería figurar el nombre del Gobernador de Santander, Horacio Serpa Uribe.
Coda
El Cabezón, además, sirve es para prodigar del inclemente sol a una vendedora de minutos. Si… Ya le encontraron un nuevo uso y apropiación social.
Fotografías: Hugsh, 2009©
1 y 2. El Cabezón.
3. Panorámica de la Plaza Luis Carlos Galán.
4. La Pared: Escultura-orinal.
5. Nuevos usos sociales: Cabeza es cabeza, una sombra bajo el sol.